10 de octubre de 2025

Director: Javier Ruiz Portella

EE. UU. La represión se cierne por fin sobre progres e izquierdistas

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Se las prometían muy felices. Tantos años campando por sus respetos, décadas y décadas destilando veneno y más veneno por medios de comunicación, escuelas, universidades, redes sociales… Y no pasaba nada. So capa de democracia y libertad, nadie se atrevía a pararles los pies. Peró llegó Trump (el segundo Trump, escarmentado por sus debilidades en el primer mandato) y se les ha acabado la fiesta. En El Salvador, tres cuartos de lo mismo. Llegó Bukele y se les acabó el jolgorio a los pandilleros, extorsionadores y asesinos. Trump y Bukele: dos grandes experiencias sobre las que vale la pena meditar. Loo prometemos hacer en breve. Hoy nos quedamos con Trump.

 

Tras el brutal asesinato de Charlie Kirk, figura estelar del movimiento conservador estadounidense, J. D. Vance, vicepresidente de los Estados Unidos, aprovechó la ocasión para lanzar una ofensiva sin precedentes contra lo que denuncia como la influencia corrosiva de los grupos de izquierda radical. Basándose en encuestas que muestran que, entre los estadounidenses «muy izquierdistas», una proporción nada desdeñable considera aceptable la violencia política, ha pedido una «represión» a través del Ministerio de Justicia y el de Seguridad Interior. A través de su jefe de gabinete adjunto en la Casa Blanca, Stephen Miller, el vicepresidente anunció la noticia de esta gran represión, prometiendo que la administración Trump estaba trabajando a pleno rendimiento en una «estrategia organizada para atacar a las organizaciones de izquierdas que fomentan la violencia». Durante la grabación del programa Charlie Kirk Show, presentado por el propio vicepresidente, Miller prometió «canalizar toda la ira que sentimos hacia la campaña organizada que condujo a este asesinato».

 

El 24 % de la extrema izquierda estadounidense justifica la muerte de un opositor

Durante su intervención, retransmitida desde la Casa Blanca, J. D. Vance expuso los resultados de una encuesta de YouGov: el 24 % de quienes se declaran «muy progres» consideran aceptable la muerte de un personaje público opositor, frente a solo el 3 % de los «muy conservadores». Del mismo modo, entre los izquierdistas de 18 a 44 años, el 26 % considera que existen circunstancias que justifican la violencia política, frente al 7 % de los conservadores de la misma edad. Estos resultados son más que preocupantes y muestran una clara tendencia: la izquierda vuelve a estar atravesada por corrientes radicales que no temen reivindicar la violencia como modo de acción privilegiado.

­Más allá de la encuesta, Vance ha tomado medidas concretas: llamamiento a la «disolución de las instituciones que promueven la violencia», voluntad de perseguir a quienes «celebran» el asesinato o relativizan las declaraciones de Kirk. Vamos a poner fin a «las campañas organizadas de doxing, a los disturbios organizados, a la violencia callejera organizada, a las campañas de deshumanización y difamación, a la publicación de direcciones, combinadas con mensajes destinados a desencadenar o incitar a la violencia, así como a las células organizadas que cometen y facilitan estos actos violentos», precisó su director de gabinete adjunto, al tiempo que insistió en que «se trata de combatir una amplia red de terrorismo interno».

 

¿Regresa el macartismo?

En la izquierda, el ascenso de Vance se percibe como una deriva que les inquieta considerablemente. Muchos denuncian el riesgo de silenciamiento político, censura informal o castigos morales para aquellos que no compartían la adoración por Kirk. Algunos temen el regreso del macartismo. En Francia también resuena la controversia. Edwy Plenel, que ve en estas medidas los excesos de un poder «fascista», ha criticado, en X, la instrumentalización de la muerte de Charlie Kirk: «Reprobar el asesinato de Charlie Kirk no requiere convertirlo en mártir de la libertad de expresión, y mucho menos legitimar sus opiniones».

El vicepresidente Vance, por su parte, descarta todas estas acusaciones de un plumazo. Reaccionando con burla, el brazo derecho de Trump considera que estas acusaciones provienen de «locos de extrema izquierda que dicen: “Oh, Stephen Miller y J. D. Vance, van a atacar los discursos protegidos por la Constitución». Y añade: «No, no, n. Lo que vamos a hacer es atacar a la red de ONGs que fomentan, facilitan y movilizan todo eso, algo absolutamente inaaceptable», añadió Vance. «La violencia es inaceptable en nuestro sistema y queremos reducir el riesgo de que se produzca.» Por lo demás, la Casa Blanca tiene en el punto de mira a la Open Society de Soros y a la Fundación Ford, acusadas de financiar organizaciones como The Nation, que justificaron la muerte de Charlie Kirk.

© Boulevard Voltaire

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