22 de diciembre de 2024

Director: Javier Ruiz Portella

Cinco errores en el aprendizaje de lenguas

He aquí cinco principios no suelen tenerse en cuenta en las políticas lingüísticas ni en la valoración sociológica.

Las lenguas maternas o propias pueden ser dos, algo muy frecuente, o incluso más de dos. Lo natural es aprenderlas mediante automatismos, pues el aprendizaje académico es artificial. Se aprenden las lenguas que se necesitan; si no son necesarias se asimilan poco y mal. El hablante merece la atención y los cuidados de los políticos, pues las lenguas en sí mismas no necesitan especiales cuidados. Los idiomas sólo se mantienen vivos si se transmiten de una generación a la siguiente.

  1. Lenguas maternas

Las lenguas mejor instaladas son las maternas. Se acoplan de manera tan mágica como inexplicable. ¿Cómo puede un niño de menos de dos años intercambiar ideas mediante palabras? Ya lo explicó con gracia Nicolás Fernández de Moratín en aquel epigrama: Admiróse un portugués / al ver que en su tierna infancia / todos los niños en Francia / supiesen hablar francés. / Arte diabólica es, / dijo torciendo en mostacho, / que para hablar en gabacho, / un fidalgo en Portugal / llega a viejo, y lo habla mal / y allí lo parla un muchacho.

Los mecanismos del cerebro son poco conocidos. No sabemos cómo se memorizan las palabras ni cómo se instalan las estructuras gramaticales, pero estamos seguros de que el aprendizaje automático, por su naturalidad, es la mejor manera de acercarse a las lenguas gracias a la escucha activa, la identificación e intercambio de emociones y la intercomunicación.

 También sabemos, aunque no lo entendamos, que ese cerebro-esponja se va transformando en cerebro-cristalizado con la edad, de tal manera que en la tercera década de vida la grabación automática ya casi no funciona. Por eso, porque lo aprendían de mayores, los portugueses no dominaban nunca el francés, según cuenta el epigrama.

  1. El automatismo es la manera natural de aprender las lenguas

El aprendizaje en la niñez es automático para tantas cuantas lenguas se necesiten. Si una sociedad como la española considera que el inglés debe ser lengua conocida por todos los estudiantes, debería incluir programas de inmersión anglófona en la más tierna infancia, para evitar esos aprendizajes posteriores en los que al cerebro le cuesta mucho más ajustar la articulación de los sonidos, y no se acaban nunca de aprender.

 Si la heredada es la que se usa en su entorno en todo tipo de comunicación (la familiar, la de la cuidadora, la de los primos, la del colegio, la de los vecinos…) se hereda una: inglés, español, francés, portugués, ruso, chino… Pero eso no siempre sucede. Si las lenguas son distintas como le sucede a un hablante de aranés como lengua familiar, es posible que necesite dos más, catalán y castellano. Árabe y francés o inglés; catalán y español o francés; ligur e italiano; tártaro y rusotashelhet, árabe y francés… La mayoría de las lenguas del mundo no cubren todo tipo de comunicación: necesitan el apoyo de otra.

Cuando decimos que en África se hablan unas mil doscientas lenguas habría que añadir que no es un caos de entendimiento porque los hablantes conocen otra. Entre las europeas, el inglés y francés, y entre las africanas el hausa, suajili, yoruba o fulaní

  1. Los idiomas se aprenden cuando son necesarios

Algunos centros de estudio canarios han puesto de moda la enseñanza del chino. La experiencia ha sido un fracaso. Es un error intentarlo, salvo que algún día necesiten por alguna razón conocer chino si son traductores, investigadores o trabajadores en China, en cuyo caso necesitarán una inmersión. Tampoco sirve aprender por aprender polaco, tártaro, checheno, uzbeco o persa… Si no está justificado, no se asimila. Me espantan eso políticos que dicen que en toda España se debería estudiar catalán porque es una lengua española. ¡Qué falta de sensatez! Si las lenguas no son útiles, pues es un principio vital, no pueden aprenderse.

Quienes tienen al inglés como como lengua materna rara vez aprenden otro idioma. Esa carencia no es una tara. Quienes tienen como materna a lenguas como el serbio o el húngaro, rara vez son monolingües absolutos y con frecuencia políglotas.

Dicho de otra manera. Quienes tienen al catalán o al vasco como lenguas nativas son obligatoriamente ambilingües, es decir, doble lengua materna. Quienes tienen al aranés, trilingües. Quienes tienen al serbio o al húngaro, probablemente políglotas.

  1. Importa la persona, las lenguas mucho menos

Cuando dos lenguas son necesarias en el día a día decimos que el individuo es ambilingüe, es decir, capaz de utilizar dos lenguas con igual destreza sin que una predomine sobre la otra. Ambas se instalan con los mismos automatismos.

Lo particular del hablante ambilingüe es que con dos lenguas cubre lo que otros con una. Propongo, en busca de la transparencia estadística, que, se cuenten personas, y no lenguas. No deberíamos contara los hablantes de alsaciano, por ejemplo, sin considerar su ambilingüismo, pues en realidad son locutores de alsaciano y francés alternativamente, según los contextos. Se entenderá mejor que con dos lenguas propias tienen la posibilidad de transmitir a sus descendientes una o las dos. Las familias que eligen el francés por su eficacia le hacen un flaco favor a la estabilidad del alsaciano.

  1. Las lenguas se mantienen vivas si se transmiten

La capacidad de aprendizaje de lenguas se desarrolla en la medida en que se necesitan. Cuando no hacen falta, o se dispone de otra que cubre mejor las necesidades: no se asimilan.

Si los contextos de necesidad se crean de manera artificial, como puede ser una clase de conversación o proponerse la lectura de un libro, las lenguas se pueden aprender, pero sóolo para los fines creados. Empezarán a languidecer en el momento en que desaparecen las situaciones que propician el aprendizaje. Por eso no es creíble la atribución de varias lenguas al patrimonio de un hablante. Es verdad que puede decir cosas en esas lenguas, pero no es cierto que pueda decir todo en todas las lenguas. En el caso de un ambilingüe su capacidad de utilizar una u otra es de igual o muy parecida destreza.

El aprendizaje de lenguas fuera de los contextos de indudable necesidad, como puede ser la escolarización obligatoria o la creación de situaciones, no garantiza la estabilidad, que sólo se consigue cuando en familia se transmite una lengua a la siguiente generación.

Estos cinco principios evocados no suelen ser tenidos en cuenta por la opinión pública y mucho menos por los políticos. Se suele creer que lengua materna solo hay una; se enseñan las lenguas en centros de estudio, y no en ambientes específicos durante la infancia; se insiste en enseñar idiomas incluso cuando no son necesarios; importan mucho más las lenguas que las personas, por eso se tratan como si tuvieran independencia en sí mismas; la clave de la estabilidad de las lenguas está en las familias que las transmiten, pero no suele aparecer este dato en las estadísticas.

Un mejor entendimiento de la vida social de las lenguas debería acercarnos a la imparcialidad en las políticas lingüísticas.

 

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