Así enmascaran el atentado los medios del Sistema (el Der Spiegel, por ejemplo), cuyas palabras son reproducidas por el izquierdista Libération en Francia. El asesino: un monstruo que en pocos minutos arrolló con su coche a una multitud en un mercadillo navideño de Magdeburgo, mató a 5 personas (entre las cuales un niño de 9 años) y causó más de 200 heridos, 40 de ellos en estado crítico. Y ese desecho de la humanidad , un médico de Arabia Saudí de 50 años (¡un médico, además!) que lleva varios años establecido en Alemania, semejante escoria humana no sólo es “de un dudoso islamismo” (dicen los medios sistémicos), sino que algunos de ellos —cuenta, regocijándose, el francés Libération— “señalan en Alemania la proximidad dl asesino de Marburgo con… la extrema derecha [sic]”.
Despreciemos con asco tan grotescos (y habituales) engaños. Atendamos lo esencial del asunto. Y lo esencial es la prosecución de la guerra que el Islam tiene declarada a Europa. Y ante esta guerra, que es guerra de invasión, guerra de suplantación de población y de civilización, no basta con parapetarse tras murallas y barricadas. Las rompen. Como las rompió el islamista de Magdeburgo.
El relato del teniente de alcalde de Magdeburgo
Según el teniente de alcalde de Magdeburgo, Ronni Krug, que intervino el sábado en una rueda de prensa para detallar el dispositivo de seguridad en torno al mercado navideño, éste se encontraba “bajo fuertes medidas de seguridad” gracias a un plan aprobado por el ayuntamiento en colaboración con la policía.
Este plan se reforzó el 24 de noviembre tras el ataque con cuchillo en Solingen. El ataque era, por tanto, “imprevisible y en parte imposible de evitar si se quería celebrar un mercado navideño en Magdeburgo”. La mayoría de las entradas al mercado navideño fueron bloqueadas con bloques de hormigón, y se realizaron controles en los distintos puntos de entrada de peatones.
Sólo una ruta de evacuación estaba desbloqueada: su finalidad era ser utilizada por los vehículos de emergencia durante todo el mercado navideño. Era más segura que las demás entradas, con agentes de policía armados y vehículos policiales blindados.
Sin embargo, a las 19:02 horas de la tarde del viernes, Taleb A., súbdito saudí que había huido a Alemania en 2006, llegó por esta vía de evacuación al volante de un todoterreno BMW negro que había alquilado previamente. El hombre de 50 años llegó cerca del ayuntamiento y aceleró hacia la plaza del antiguo mercado, atropellando ya a varias personas, antes de acelerar aún más y esta vez estrellarse contra la multitud que bordeaba uno de los pasillos del mercado navideño.
Las medidas de seguridad esta vez, al menos, eran correctas. Ahí estaban, cuidadosamente montadas con toda la eficiencia germánica, las barreras y parapetos bajo los que tienen que protegerse los europeos convertidos en carne de cañón por el invasor. Pero había un boquete: una vía desbloqueada para permitir el paso de ambulancias en caso necesario durante el mercadillo navideño. Y por ahí se coló. Como a través de la puerta que un traidor abrió en las murallas de Constantinopla se colaron los otomanos en el año 1453 y derrocaron el Imperio Romano de Oriente, mientras en el interior de la fortaleza, pretendidamente inexpugnable, sus defensores seguían debatiendo bizantinismos sobre el sexo de los ángeles.
También nosotros andamos cegatos. También nosotros nos encerramos en nuestra torre de marfil. También nosotros discutimos sin parar de sofismas y naderías mientras el enemigo está afuera, acechando, esperando hallar el boquete. Peor aún. El enemigo ni siquiera está fuera. El enemigo ya esgtá dentro,… y somos nosotros mismos quienes lo hemos llamado.
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