Después de la nefasta (algunos dicen “satánica”) celebración de los Juegos Olímpicos en la antaño “Ciudad Luz” que fue París, ha venido la celebración de la reconstrucción de la catedral de Notre-Dame después del incendió que la devastó en abril de 2019.
En la reconstrucción se han conseguido evitar, al menos, los horrores “vanguardistas” y “modernosos” que, al comienzo, eran de temer. En el interior, sin embargo, ya es otra cosa. Hay esa blancura de hospital que le han dado a la piedra pulida y decapada al máximo, hay sobre todo esa especie de sarcófago liso y sin nada (o sólo con la Nada) en el que han convertido el altar mayor. Y ¡ay!… Hay sobre todo la ceremonia del día de la inauguración, con esos ornamentos como de bufones arlequinados que les pusieron a los clérigos. Si querían desacralizar la cosa al máximo, desacralizada quedó.
Pero dejemos que todo eso se lo comente, con las correspondientes imágenes, la notable periodista e “influencer” Elena Berberana.
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