[MOSCÚ. 23.3.2023. DE NUESTRO ENVIADO ESPECIAL]
Pocas horas después de cometido el brutal atentado que ha costado la vida de 133 personas y ha producido centenares de heridos, las fuerzas de seguridad rusas (mientras miles de moscovitas se apiñaban en largas colas para donar sangre) detenían a la totalidad —vale la pena subrayarlo: a la totalidad— de los cuatro criminales, así como a siete cómplices.
Al mismo tiempo, los oficiales del FSB (Servicio Federal de Seguridad) daban instrucciones a los servicios operativos para que prestaran atención a los teléfonos perdidos en la sala donde se cometió el atentado. Gracias a ello, pronto fue posible encontrar el número de teléfono de uno de los terroristas en la sala, descubrimiento que ayudó a identificar a todos los implicados en el crimen.
Contrariamente a lo que pretenden los medios occidentales, las autoridades rusas no “están intentando relacionar la matanza con un plan para huir por la frontera de Ucrania”. Dichas autoridades afirman algo mucho más sencillo: los criminales fueron simple y llanamente capturados en la cercanía de la frontera ucraniana. Seguro que iban a darse un agradable paseo sin albergar la menor intención de cruzar la frontera. Algunos de dichos medios también exculpan a Ucrania (y, por tanto, a la OTAN) porque el lugar donde se detuvo a los terroristas (y que habría sido identificado por geolocalización) está algo más próximo, según pretenden, de la frontera bielorrusa que de la ucraniana. Ello les lleva a firmar que donde tenían la intención de entrar no era en Ucrania, sino en Bielorrusia, país en el que el amigo de Putin, el general Lukashenko, los habría acogido con los brazos abiertos…
También insisten los mismos medios en subrayar que la ejecución del atentado habría sido encomendada a sicarios del “Estado islámico”. Tal vez sí, tal vez los sicarios hayan sido agenciados por el “Estado islámico”… cuya creación se debe (es Donald Trump quien lo afirma sin vacilar; véase el video) al presidente Barack Obama.
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