6 de diciembre de 2025

Director: Javier Ruiz Portella

La guerra de Ucrania y el declive de Europa

El mundo ha cambiado. Hace veinte, veinticinco años, Europa era el centro del mundo y el resto de países admiraban el éxito de la UE y del euro. Pero eso ha dejado de ser así.

 

Europa, en el actual mundo multipolar de geometría variable, ya estaba en declive como cinco años antes de la guerra de Ucrania. Pero esta guerra ha acelerado ese declive hasta niveles que ni el más pesimista de los analistas hubiese podido imaginar hace diez y no digamos quince años.

Las consecuencias de la guerra de Ucrania son y serán mucho mayores de lo que nadie podía haber previsto. Sobre todo para la decadente y desorientada Europa. Los movimientos tectónicos que causará y está causando esta guerra son innegables.

Es un hecho: la guerra de Ucrania ha hundido a Europa. La guerra, y sus pésimos políticos: los peores de toda su historia. Veamos por qué.

 

I. Europa, derrotada

  1. Europa ha perdido, junto con la OTAN, la guerra de Ucrania. Los miles de millones malgastados en enviar armas a Ucrania no han impedido el dominio de las tropas rusas en una lenta guerra de desgaste en la que Rusia seguirá avanzando. Y gran parte de esos miles de millones enviados a Kiev han acabado en bolsillos de corruptos políticos ucranianos, y muchas de las armas en manos de terroristas en otros lugares del planeta.
  2. Pudo firmarse una paz en Estambul en 2022 al principio de la guerra, en abril de 2022. Pero, con el beneplácito europeo, Boris Johnson , enviado por Biden, viajó a Kiev para cargarse el acuerdo al que rusos y ucranianos habían llegado en Turquía. Argumentación occidental: “podéis ganar la guerra y os daremos armas y ayuda; no firméis la paz”. Resultado: un millón de muertos ucranianos y rusos en una guerra que nunca debiera haberse producido y que podría haberse parado. Y encima pierden la guerra. Colosal dislate.

 

II. Europa, en clima prebélico

  1. Pese a haber sido derrotada en la guerra de Ucrania, Europa quiere más guerra. Suenan tambores de guerra en Europa. Los pésimos políticos en Europa nos preparan para ella, con la ayuda de los medios de comunicación sistémicos.
  2. Francia y Alemania (y Finlandia) se rearman. Y de nuevo implantan el servicio militar. El enemigo, al parecer, es Rusia. Pero: ¿va a invadir Rusia a Francia y Alemania o Finlandia? Nadie con dos dedos de frente puede creerse eso. Ni siquiera tomarán la mitad de Ucrania, ni tampoco se meterán con Polonia o los países bálticos. Pero es la cantinela oficial:” ¡Que vienen los rusos!”, dicen. Hasta ponen fecha: 2029. Gran bobada para engañar a la gente.

¿Qué hay detrás de todo ello? Muy sencillo: que tanto Francia como Alemania son productores de armamento. Interés comercial y económico, pues. Keynesianismo militar. Complejo militar-industrial. En toda guerra el principal factor es casi siempre el económico.

Tambores de guerra en Europa, por lo tanto. Pero, a la vez, Europa derrotada en Ucrania. Un disparate.

  1. Pero, al margen de Francia y Alemania (y, por supuesto, el Reino Unido) los campeones de la locura antirrusa en Europa son el cuarteto entre Polonia y los tres países bálticos: Estonia, Lituania y Letonia. Ellos sí odian a Rusia. Razones históricas, por supuesto. Rusofobia. Pero son los primeros interesados en arrastrar a Europa a la guerra con Rusia. ¡Mucho cuidado con ellos! Nos quieren llevar a la catástrofe para favorecer sus propias obsesiones furibundamente antirrusas.
  2. Todo esto, alentado por el tándem más antirruso (¿y antieuropeo?) del mundo: la nefasta von der Leyen y la inaudita Kaja Kallas, comisaria europea de Asuntos Exteriores, que no sabemos si tal vez se han escapado de algún manicomio. Ambas quieren la guerra. Borrell, su antecesor en el cargo, era un incompetente, sí, pero con mil veces más juicio que Kallas, experta en declaraciones ridículas que nadie puede tomar en serio. Con razón no es recibida en la Casa Blanca.
  3. Nada de extraño, por lo tanto, que la UE con el Reino Unido hayan intentado descarrilar el Plan de Paz de Trump (de momento, un borrador sobre el que empezar a negociar con Rusia) mediante una contrapropuesta ridícula que le exige a Rusia reparaciones de guerra (¡al vencedor de la guerra se le exigen reparaciones!), lo cual no merece la pena ser tomado en serio, pero sí profundiza en el desprestigio de Europa, cuya posición en este asunto ha dejado de ser tenida en cuenta.
  4. Pero hay una siniestra lógica oculta en los grotescos intentos europeos de hacer descarrilar el plan de Trump (cuya Administración sí entiende de verdad esta guerra) , puesto que, al incluir dicho plan que Rusia se compromete por ley a no atacar a país europeo alguno (y Putin ya ha dicho, para empezar a hablar, que en este punto sí está de acuerdo), los belicistas europeos tipo Macron, Merz, Starmer o von der Leyen quedan en evidencia y sin argumentos para llevarnos a la guerra y con razón condenados a acabar en el basurero de la Historia. No olvidemos, además, que hay halcones en Washington (movidos por el complejo militaro-industrial) y en Moscú (patriotas acérrimos fundamentalistas) contrarios a la paz. No es el mejor momento para que también Europa ponga trabas. Sobre todo si tenemos en cuenta que el hecho de que Rusia vaya ganando esta guerra hace poco atractivo para ella una paz cogida con alfileres: les interesa más la rendición incondicional, aunque sea disfrazada de Tratado de paz. Y ésta es la apuesta del Kremlin. Veremos qué pasa con el plan de Trump. Tal vez quede en papel mojado y la guerra se decida en el campo de batalla. Rusia no se fía porque ya le engañaron dos veces en Minsk I y Minsk II.
  5. Rearme de Europa. Está claro lo que eso significa. Pero, más que rearme, a Europa lo que le hace falta es una sólida y bien diseñada arquitectura de Seguridad. Y es sabido que ésta sólo se logra mediante el equilibrio de la disuasión con la cooperación y la diplomacia. Pero Europa sigue anclada en una narrativa de hace años que sólo busca la queja y la disuasión mediante el rearme y excluye cualquier cooperación o diplomacia, hasta el punto de que las embajadas de la UE en Moscú tienen instrucciones de limitar los contactos y el diálogo con Rusia. Demencial, pues a la vez quieren estar en las negociaciones. Ofende a la más elemental lógica. Hay que encontrar, en cambio, un equilibrio con Rusia. Y la confrontación nunca trae el equilibrio.
  6. Añadamos a esto lo siguiente. Se ha dicho que el plan de Trump beneficia sobre todo a Rusia y que ha sido inspirado por el Kremlin. Falso. Es sobre todo a Ucrania a quien beneficia, pues de no aceptarlo seguirán muriendo ucranianos en la trituradora de carne y, una vez que las Fuerzas Armadas de Ucrania colapsen, Rusia podrá tomar Odesa —donde tal vez se firmaría la capitulación—, Sumi, Járkov, e incluso Dniepropetrovsk o Chernígov . El plan de Trump (insistamos: tan sólo un borrador para empezar a hablar) es lo mejor que a Ucrania le puede pasar. Si no lo aceptan, la guerra se decidirá en el campo de batalla con peores resultados para Ucrania.
  7. Con todo, Europa debería construir una nueva narrativa si quisiera lograr la paz. Anclada en el relato de hace tres años (según el cual Putin invade Ucrania por imperialismo en una guerra no provocada, cuando su objetivo era y es impedir la entrada de Ucrania en la OTAN y que Ucrania no sea para Rusia una amenaza existencial), la cooperación con Rusia es imposible y por lo tanto los intentos occidentales para lograr la paz quedan sólo en manos de EE. UU., que con habilidad han sabido cambiar de perspectiva y enfocar el punto de vista del contrario, porque han visto con claridad que la pretensión de incorporar Ucrania a la OTAN ha salido muy mal. Es así, cambiando de perspectiva, como se logra la paz. Y la UE, movida por Polonia y los bálticos, no lo hace. ¿Guerra europea contra Rusia? Absurdo. Lo que tiene que hacer Europa es defender nuestras fronteras contra la inmigración ilegal, incluso con medios militares.

 

III. Europa, arruinada

  1. Europa recibía gas y petróleo de Rusia a precios razonables. Era, de hecho, la alianza ideal: Rusia aporta energía y Europa tecnología e inversión. Eso ahora se ha roto, tal vez para varias décadas, puesto que, pase lo que pase, la relación entre Rusia y Europa queda tocada y envenenada. Y sin energía barata viene el declive económico: más inflación, menos crecimiento (Alemania roza la recesión), empresas que cierran, más paro…, declive económico.
  2. Pero ¿cuál sería el resultado real de multiplicar el gasto militar para favorecer a la industria armamentística? Muy claro: más impuestos y menos gasto social. Y hasta el propio Merz lo ha reconocido. La factura la pagarían los ciudadanos. Vienen malos tiempos para los europeos. Y buenos años (pero Dios no lo quiera) para las empresas de armamento. Indignante.

 

IV. Europa, rota y dividida

  1. ¿Qué es Europa? Una amalgama de naciones acogidas al Tratado de la Unión. Pero no es un cuerpo homogéneo. Y, en lo que respecta a la ayuda militar y económica a Ucrania, hay grandes diferencias de criterio. Hungría y Eslovaquia (y pronto la República Checa si por fin le dejan formar gobierno a quien ganó las elecciones) van a contracorriente y no sólo se oponen a la ayuda a Ucrania, sino que siguen comprando energía a Rusia. Europa rota, por lo tanto.
  2. Pero tampoco en Francia, Alemania o el Reino Unido hay unanimidad sobre el rearme de Europa. La oposición no está de acuerdo. Y la gente tampoco está de acuerdo con lo que deciden esas clases rectoras. Ni la oposición en Francia suscribe esa doctrina, ni menos aún la oposición de la AfD en Alemania, que además ganará las siguientes elecciones nacionales tras el fracaso del nefasto Merz. Europa dividida, pues. Lo cual es lógico, pues nunca hay unanimidad en la locura.

 

V. Europa, arrinconada y aislada

  • El mundo eurocéntrico que Europa dominó desde el siglo XV ya es cosa del pasado. El actual es un mundo multipolar de geometría variable, con China y la India como potencias emergentes y los BRICS en franca expansión, y en el que Europa cada vez cuenta menos.
  • El viejo orden mundial ya no existe, pero el nuevo aún no ha surgido. Veremos cambios que no se han visto en siglos. Y Europa ha de levantar acta de que ya no es el centro del mundo, cuyo eje desde hace años viene desplazándose hacia el Este, donde organizaciones internacionales como la ASEAN, la CEI o la OCS (Organización de Cooperación de Shanghái) cada vez cobran más fuerza
  • Europa no puede ni debe aislarse de los grandes cambios geopolíticos que anticipan el nuevo orden mundial que aún no ha surgido. En este sentido conviene recordar que en la última Conferencia de Seguridad Euroasiática en Minsk en octubre de 2025 sólo fuimos siete representantes europeos, y además (salvo Hungría) sin respaldo de nuestras embajadas. Lástima, porque surgieron propuestas interesantes, como la planteada por Belarús para firmar en el continente euroasiático una “Carta Euroasiatica por la Multipolaridad y Diversidad” que, visto lo visto, no parece interesar demasiado a la UE, anclada en una retórica trasnochada y en una política de bloques.

 

VI. Europa, deslegitimada

La insensata propuesta de la UE de confiscar los fondos soberanos rusos depositados en Europa, más de 183.000 millones de euros, para dárselos a Ucrania (y que acaben en los bolsillos de políticos corruptos) es más propia de una república bananera que de toda una U.E. ¿Dónde está la seguridad jurídica? ¿Dónde está el Estado de derecho? Con razón, Bélgica, país donde la mayoría de esos fondos están depositados, se niega a semejante robo, pues teme las consecuencias legales y financieras de semejante disparate contra el derecho internacional, que sólo sufriría Bélgica. La UE ha demostrado ser incapaz de dar lecciones en materia de fiabilidad y de seguridad jurídica.

 

VII. Europa, desinformada y manipulada

  1. Conocido es desde siempre el viejo dicho según el cual en toda guerra la primera víctima es la verdad. Y haya guerra o no, el público europeo siempre ha estado desinformado en mayor o menor medida. Pero con esta guerra la desinformación y las mentiras sistémicas y sistemáticas y las narrativas engañosas han alcanzado niveles nunca vistos anteriormente. Casi todo lo que transmiten los medios es mentira. ¿Vuelan los gasoductos? La prensa escribió que había sido Rusia, cuando luego se demostró que fue Ucrania. Y lo mismo con la voladura de la presa del Dniéper. O los drones y globos fantasma. Y podríamos seguir con mil ejemplos de titulares tergiversados, artículos de opinión pagados, informaciones falsas y propaganda para crear un estado de opinión favorable a la entrada de Europa en la guerra. Vergonzoso
  2. Se está ejerciendo la propaganda del miedo. Miedo a Rusia para atemorizar a la población para poder manejarla y que acepte pagar la factura de la guerra. Hay un precedente de esto: lo sucedido con el COVID. Se atemorizó a la población para controlarla mediante medidas absurdas e ineficaces como el arresto domiciliario y la obligación de llevar bozal, por no hablar de las vacunas. Y la propaganda triunfó. Lo mismo que ahora se quiere hacer creando un clima prebélico.
  3. De hecho, ya no vale la pena seguir los medios europeos para hacerse una idea de lo que está sucediendo en Ucrania. Mucho mejor información se encuentra en la prensa o los medios asiáticos, e incluso en medios norteamericanos encontramos análisis más fidedignos y objetivos, y sobre todo un debate más claro que el europeo, en el que toda disidencia de la verdad oficial se ve inquisitorialmente aplastada o silenciada. Malos vientos soplan en Europa para la libertad de expresión. La verdad se ha convertido en mercancía escasísima. Toda disidencia es “propaganda rusa”. Con razón muchos ya no hablan de la EU, sino de la EURRS.

 

VIII. Europa, muy culpable

Y llegamos, por fin, al punto clave. No sólo EE. UU., sino también Europa es culpable del inicio de la guerra en Ucrania. Es importante hacer memoria de cómo empieza la guerra: con el golpe de Estado del Maidán de 2013-2014, que lleva en 2014 a una guerra civil en la que Rusia interviene a gran escala en 2022. ¿Maidán, he dicho? Euromaidan, en realidad, y así se suele llamar en las universidades y prensa escrita a lo que los medios europeos nos presentaron como “revolución”.

¿Qué pasó en realidad? Es sabido que EE. UU. (y Soros) llevaban años preparando la caída de Yanukovich a través de su embajada, de la USAID, con fundaciones y más medios. Pero hay que recordar el pretexto por el que se activan de modo planificado las protestas en las calles, que fue la chispa que hizo detonar como golpe de Estado (con unos 90 muertos) los elementos que ya estaban allí. ¿Y por qué surgen esas protestas, alentadas por los USA, la UE y varios oligarcas ucranianos? Por la negativa del Gobierno de Ucrania a firmar un acuerdo de Asociación con la UE que llevaba años preparándose. Portazo ucraniano, por lo tanto, al acuerdo que iba a firmarse pocos días después en Vilnius.

Conozco bien esa historia porque en 2013 yo era asesor del gobierno ucraniano y seguí desde Kiev el proceso y vi las manifestaciones. Y la verdad es ésta: Ucrania se negó a firmar porque el Acuerdo de Asociación perjudicaba a Ucrania. Era imposible aplicar las directivas y exigencias que la UE exigía, y además cada país fue a lo suyo, especialmente Francia y Alemania, pero también el Reino Unido, que trató de que el proceso descarrilara desde el principio. España fue mucho más limpia y apoyó a Ucrania en todo momento.

No se firmó el acuerdo en 2013 y desde aquel punto de partida en Kiev hemos llegado a la actual guerra, con aproximadamente un millón de muertos. Culpable: la UE, además de EE. UU. e intrigantes como Soros y los nefastos oligarcas ucranianos. La UE quería demasiado con el Acuerdo de Asociación. Pero la codicia rompe el saco. Y detrás de toda guerra hay, siempre, insistamos, una causa o un trasfondo económico.

 

Conclusión

El mundo ha cambiado mucho en los últimos quince años. Mientras que la hegemonía de los USA va perdiendo fuerza, Europa, esa península del continente euroasiático que ya no es el centro del mundo, ha entrado en un preocupante declive económico y político. Y la guerra de Ucrania ha acelerado ese declive hasta niveles que no hubiesen podido imaginarse hace años. Ruina económica. Belicismo. Desinformación y censura. Decadencia.

Despreciada y ninguneada tanto por Rusia como por EE. UU., el fracaso de Europa en la guerra de Ucrania generará una profunda reflexión de la que tal vez salgan importantes cambios en la arquitectura europea de Seguridad y en la propia estructura de la UE y también, sin duda, en la relación con los USA, ahora muy deteriorada. Muchos líderes europeos —los peores políticos de su historia— acabarán cayendo, empezando por Starmer y Macron. Crecerán los partidos euroescépticos y soberanistas.

Europa, nuestra querida Europa, no merece seguir en decadencia. Necesita un giro de 180 grados. ¿Lo veremos? Ojalá.

 

Luis Fraga, senador en España durante 21 años (1989-2011). Asesor (2013-2014) del Gobierno de Ucrania, y destacado miembro —principal cabeza visible— del Consejo de Dirección del “Instituto para la Paz” en Kiev (2016-2023) hasta su reciente ilegalización. Fundador (2011) del grupo parlamentario informal de amistad entre Ucrania y España. Patrocinador (2022) del primer libro bilingüe en español y ucraniano sobre poesía y pintura ucranianas.

 

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