Jean-Marie Le Pen nos ha dejado. Solía decir: «Corro detrás de mi muerte sin conseguir alcanzarla». Le ha alcanzado. A sus 96 años, se cierra un capítulo de nuestra historia. Es como si con él se apagaran los últimos fuegos del siglo XX, al que había contribuido a dar forma y prolongar. De granito, el Menhir parecía indestructible, grabado en el imaginario colectivo francés. Todo el mundo conocía su nombre. Se le admire o se le odie, es imposible negar el papel que desempeñó en la configuración del paisaje político durante más de medio siglo. Marginado tanto como caricaturizado, ha sido sin embargo el catalizador de un cambio político del que la Agrupación Nacional está recogiendo ahora los frutos. Aunque nunca llegó al poder, sus ideas están en el centro del debate. Era fácil denigrarlo escudándose en un cómodo antifascismo. Lo cierto es que fue en gran medida un visionario. Incluso cabe preguntarse si no habría hecho suyas, a su manera, las palabras de su antiguo adversario, el general De Gaulle: «Todo el mundo es, ha sido o será lepenista». Cuando apareció el primer volumen de sus memorias, Fils de la nation [Hijo de la nación], Eléments habló largo y tendido con él en Montretout, donde seguía celebrando reuniones. Lo que nos sorprendió entonces fue que era, y seguía siendo, por más que les haga rabiar a los cascarrabias, un hombre de gran y antigua cultura (que, por cierto, es lo que eran los políticos antaño). Éste fue el terreno que elegimos para aventurarnos con él: la literatura, la poesía, el cine y la canción. Lejos de los tópicos. A él no le importaba, y a nosotros tampoco. «Es un cambio respecto a la política», nos dijo.
ÉLÉMENTS: ¿Por qué no empezamos esta entrevista explorando su mesilla de noche?… ¿Cuáles son sus libros favoritos?
JEAN-MARIE LE PEN. En sentido estricto, no tengo libros de cabecera. Siempre tengo una veintena de libros en la cabecera de mi cama que leo, releo u hojeo. Probablemente soy uno de los pocos políticos en acción que lee. La acción en sí es bastante excluyente de la lectura, del pensamiento, y más aún de la escritura.
ÉLÉMENTS: Parece mentira que realmente haya tenido tiempo para leer…
JEAN-MARIE LE PEN. He vivido mucho tiempo. Ésa es la primera condición, concedida por el Altísimo. He leído tanto a Voltaire como a Racine y Boileau… ¡sin descuidar nunca a mis contemporáneos! Acabo de terminar de leer la última novela de Houellebecq, Soumission.
ÉLÉMENTS: ¿Le gusta Michel Houellebecq?
JEAN-MARIE LE PEN. Una vez escribió que yo era un «bruto analfabeto». Le contesté: «Houellebecq escribe que soy un imbécil y un inculto». Puede equivocarse, ¡siempre pensé que era un vagabundo borracho!».
ÉLÉMENTS: A menudo se le oye recitar poemas, de Charles d’Orléans entre otros…
JEAN-MARIE LE PEN. El poeta francés más antiguo…
El tiempo se quitado su abrigo.
De viento, frío y lluvia,
Y se ha vestido de bordados,
De sol brillante, claro y bello…
Guardo entre quince y veinte mil libros aquí en Montretout. Mi padre, que era un joven pescador, tenía una biblioteca de la famosa colección Nelson, parte de la cual pude salvar, pero el resto desapareció desgraciadamente en la explosión de mi edificio parisino en 1976. Me inspiré en esta fuente. De niño vivía en una casa bretona con una planta baja y un desván donde se guardaban los aparejos de pesca. Me refugiaba en el desván para leer. Fue en este refugio donde descubrí a los grandes escritores del siglo XIX, lo cosa que nunca me impidió leer cada semana el nuevo número del Mickey’s Journal, porque, como usted sabe, Mickey era mi contemporáneo… Cada semana iba al estanco de La Trinité-sur-Mer para hacerme con un ejemplar. Rápidamente me aficioné a la poesía del siglo XIX, con Musset, Vigny, Hugo…
ÉLÉMENTS: Nunca ha sido reacio a recitar poesía en sus mítines políticos…
JEAN-MARIE LE PEN. Hace poco celebré un mitin público en Grnoble en el que dije a mi auditorio: «Escuchad, ya que estamos en la sala Charles Trenet, voy a hablar de poesía antes de hablar de la situación política…». Quería rendir un homenaje especial a los cantautores franceses que han impregnado de poesía el alma francesa. Me refiero a Béart, Brel, Brassens, Barrière, por citar sólo algunos. Utilizando la música como base, estas personas escribieron letras poéticas que contribuyeron a lo que yo llamaría la «impregnación poética de la población francesa», sin que nuestros compatriotas se dieran realmente cuenta. Cuando canto, no tengo enemigos políticos. Conocí bien a Guy Béart, con quien pude hablar de cosas; y por desgracia, sólo me faltó Georges Brassens… Lo lamento. Ambos habíamos acordado reunirnos alrededor de una mesa. Murió un poco antes. Cuando murió, deposité un pequeño ramo de violetas en su tumba de Sète. El ayuntamiento comunista no tuvo la astucia de responder a su petición de ser enterrado en la playa de Sète. La idea de niños jugando en la arena sobre su tumba sin duda le habría encantado…
ÉLÉMENTS: ¿Cómo influyó la literatura en su infancia?
JEAN-MARIE LE PEN. Mi padre me envió a los jesuitas. Era un colegio bastante aristocrático, aunque yo procedía de la clase obrera… El colegio de los jesuitas de Vannes tenía una disciplina muy dura. Nos levantábamos a las 6.30 en invierno y a las 5.30 en verano. Y aprendíamos cuatrocientos versos en francés, doscientos en latín y cien en griego por trimestre. Obviamente, no ha sobrevivido mucho de eso. La cultura es lo que queda cuando todo se ha olvidado, como decía Édouard Herriot. No obstante, es un caldo de cultivo cultural indispensable. Para un orador chic como yo, que habla sin notas ni papel, de repente resurgen imágenes que alimentan mi discurso discursivo.
ÉLÉMENTS: Hubo un tiempo en que teníamos maestros a los que referirnos, en que éramos conscientes de que no salíamos de la nada. ¿Tuvo usted alguno de tales maestros? ¿Y a qué círculos artísticos de la segunda mitad del siglo XX se sintió cercano?
JEAN-MARIE LE PEN. Estuve cerca de los Hussards, Antoine Blondin, Jacques Laurent y Roger Nimier, que casi me mata en la rue Saint-Jacques. Conducía como un loco. Podía identificarme con su espíritu de insolencia frente al pensamiento prefabricado de la época galo-comunista que combatíamos. En aquella época, yo tenía mi propia editorial discográfica, SERP, en la rue de Beaune. Por las mañanas, solía tomar café con Montherlant en el Voltaire. Por la tarde, solía reunirme con Roland Laudenbach y toda la pandilla de su editorial, La Table Ronde, en el bar Pont-Royal. Yo era sobre todo amigo de copas de Jacques Laurent. Bebíamos whisky escocés. Blondin tenía unas copas fantásticas y François Brigneau, que más tarde escribiría Mon après-guerre [Mi posguerra]0, se unió a nosotros.
También conocí a Paul Morand, Maurice Bardèche y Lucien Rebatet. Visité a Céline en su casa de Meudon… Siempre he tenido debilidad por los marginados, los derrotados. Leí mucho a Brasillach y a los poetas malditos durante la Liberación. Su persecución me parecía excesiva y demencial. Tengo un temperamento rebelde. Durante más de sesenta años, ¡he tenido la oportunidad de hacer mi agosto!
ÉLÉMENTS: A su manera, usted formó parte de la vida cultural del Barrio Latino…
JEAN-MARIE LE PEN. Sí, también tuve la oportunidad de charlar con Orson Welles, al que conocí por casualidad en los Jardines de Luxemburgo… También recuerdo que, cuando comía o cenaba con Jacques Laurent, contábamos historias… Y de repente él arrojaba unas notas sobre el mantel de papel, antes de romperlo y metérselo en el bolsillo. Era un artesano de la escritura. Luego estaba Claude Chabrol. Formaba parte del comité de Corpo, que yo presidía. Y como era sobrino del dueño del Select, un cine del distrito 15; íbamos a la proyección de todas las películas en su local. Gracias a él, que tenía un conocimiento enciclopédico del cine, caí en la cinefilia como Obélix en el caldero de la poción mágica. Por aquel entonces, ¡estaba enamorado de Micheline Presle!
En aquellos año, también me hice amigo de Éric Losfeld, de Ediciones Losfeld, un hombre culto, un gran amante de los juegos de palabras —una de mis manías— y un editor excepcional y totalmente independiente. No estábamos en el mismo bando, por decirlo suavemente, pero su libertad de espíritu era inconcebible para una época como la nuestra. En aquella época, el mundo político y cultural era menos hermético. En su funeral, yo estaba en primera fila y podía sentir a mis espaldas las docenas de puñales que las personalidades que tenía detrás querían clavarme en las costillas. Se les oía rumiar: «¿Qué demonios hace ahí ese monstruo?». Aún recuerdo las elocuentes miradas de Jack Lang.
ÉLÉMENTS: ¿Cómo explica que los grandes escritores que menciona, que dieron forma a la literatura del periodo de entreguerras, por no hablar de la Segunda Guerra Mundial, hayan sido desterrados? ¿No se les perdonan sus ideas políticas, mientras que la oda de Aragon al GPU ruso se perdona fácilmente?
JEAN-MARIE LE PEN. «Viva el Gepeú contra todos los enemigo del Proletariado», escribió en su “Preludio al tiempo de las cerezas”, recogido en Pedrseguido-Perseguidor. Nuestra vida social y política sigue estando insidiosamente dominada por el comunismo. Existe una complacencia hacia la ideología comunista y sus diversas formas de expresión. Tengo una anécdota divertida al respecto. Un día recibí la visita de Louis Lecoin, reconocido objetor de conciencia en los años cincuenta. Decidí grabar un álbum de canciones anarquistas, relativamente desconocidas para el público francés. Trabajé con él en los textos que acompañaban a los discos, no sólo el texto de las canciones, sino también la explicación del contexto histórico. Un día, cuando ambos salíamos de las oficinas de la SERP y él me cogía del brazo, al ser ciego, nos topamos con uno de los redactores jefe de Le Monde. Creí que iba a caer rendido cuando nos vio, al paracaídista y al anarquista, cogidos del brazo… No se deje engañar por las apariencias: Louis Lecoin no era una personalidad muy alejada de mí. Si me permite la distinción, yo respetaba al objetor de conciencia, mientras que habría fusilado alegremente al desertor.
ÉLÉMENTS: Ha mencionado al contestatario, pero ¿qué hay con el anarquizante Jean-Marie Le Pen? ¿No escribió usted una tesis sobre el anarquismo cuando era estudiante?
JEAN-MARIE LE PEN. No soy anarquista, pero sí libertario. Me gusta llamarme libertario nacional. Cuando era editor de discos, comercialicé en doce discos las canciones de la Comuna de París, el centenario de las canciones de Botrel y los discursos de Charles de Gaulle… Aunque soy un político comprometido, soy perfectamente capaz de ponerme en la piel de mi adversario, si no de mi enemigo, lo que —estará usted de acuerdo conmigo— modula el juicio moral que hacemos de las personas.
Volví a la universidad para hacer un doctorado en Ciencias Políticas a finales de los sesenta y, como había estado en contacto con gente de la Fédération Anarchiste, pensé en escribir mi tesis, «L’Anarchisme, de la Libération à nos jours». Quería escribirla con un amigo, pensando que la escribiría él, ¡pero no fue así! El grupo de trabajo universitario del que formé parte estaba dirigido por Évelyne Pisier, hermana de la actriz Marie-France, feminista y castrista. Para que se hagan una idea del ambiente que se respiraba, ¡excluyó a tres estudiantes de su grupo simplemente porque trabajaban sobre la doctrina social de De Gaulle! Con mi tema sobre el anarquismo, no pudo decir gran cosa.
ÉLÉMENTS: Hay una frase suya que hace pensar en el joven Mishima. «En el fondo, corro tras mi muerte sin conseguir alcanzarla». ¿Esa búsqueda del heroísmo, ese gusto por el riesgo, le ha alejado de una plácida vida de clase media?
JEAN-MARIE LE PEN. Siempre he intentado implicarme, nunca he rehuido el combate, tanto en Indochina como en Argelia. Al final tuve suerte de no encontrarme en catástrofes como Diên Biên Phu…
ÉLÉMENTS: ¿Buscaba una muerte heroica cuando era joven?
JEAN-MARIE LE PEN: No, quería estar en medio de todo, un poco como el héroe de Stendhal. Quería formar parte de ello.
ÉLÉMENTS: Cuando la gente piensa en usted, inevitablemente piensa en Rabelais y su famoso ingenio…
JEAN-MARIE LE PEN. Sí, Rabelais, me habría hecho amigo suyo. Me habría ido de juerga magistral con él. La literatura es deliciosa… Cuando consigues dar vida a los personajes, imaginar a escritores y poetas como algo más que pluma en mano…
ÉLÉMENTS: ¿Cómo ve el futuro de la cultura europea?
JEAN-MARIE LE PEN. La cosa está clara: no habrá cultura europea si no hay pueblo europeo. Si nos convertimos en minoría en nuestro propio país y otra civilización se convierte en mayoría, entonces la civilización europea desaparecerá. Habrá islas de cultura que sobrevivirán, a menudo sobre una base familiar. Pero serán archipiélagos y no continentes. Las generaciones actuales se limitan a teclear en plataformas digitales. Escribir, en cambio, requiere esfuerzo y ascetismo. ¿Cuántas bibliotecas podría haber llenado con los libros que una vez imaginé escribir?
ÉLÉMENTS: ¿Cree que transmitir lo que ha recibido y vivido sigue siendo importante?
JEAN-MARIE LE PEN. No me hago ilusiones. He pasado casi el diez por ciento de mi vida en el mar. A menudo, por la noche, he tenido que mirar nuestra Vía Láctea. Es sólo una entre miles de millones de miles de millones de galaxias. No me hago ilusiones sobre mi lugar en el universo. Soy un grano de arena pensante que pertenece a un linaje, a unos autores, a unos antepasados. Espero transmitir un mínimo de cosas, sabiendo muy bien que los acontecimientos ocupan un lugar preponderante en la vida social… Sabe, el escritor francés que más ha influido en la literatura clásica es La Fontaine y sus fábulas. ¡Qué gracia, qué moralidad, qué sentido común!
ÉLÉMENTS: ¿Hay algún poema que le inspire o le ayude a afrontar la vida cotidiana?
JEAN-MARIE LE PEN. (declamando)
He perdido mi fuerza y mi vida,
Y mis amigos y mi alegría;
He perdido hasta el orgullo
Que me hizo creer en mi genio.
Cuando conocí la Verdad
Pensé que era un amigo,
Cuando la comprendí y la sentí,
Disgustado estaba por ella.
Y sin embargo es eterna,
Y aquellos que han prescindido de ella
Aquí en la tierra nada han conocido.
Dios habla y debe ser respondido.
El único bien que me queda en el mundo
es haber llorado a veces.
¡Alfred de Musset! No es exactamente mi estado de ánimo, ¡pero lo es un poco! Por lo demás, el comienzo de Testament d’un condamné de Robert Brasillach siempre me ha inspirado. ¿Le he dicho lo mucho que me gustan los poetas ejecutados, como André Chénier o Robert Brasillach? Entre los momentos más conmovedores de mi vida, guardo especialmente el recuerdo de aquella velada en casa de la familia Bardèche, en la rue Rataud, cuando puse la grabación de los poemas de Fresnes[1] leídos por el gran Pierre Fresnay para la madre, la hermana y el cuñado de Brasillach. Hay momentos especiales en la vida, como éste, que te marcan hasta el día de tu muerte.
El año treinta y cinco de mis años,
Como Villon prisionero,
Como Cervantes encadenado,
Condenado como André Chénier
Antes de la hora del destino,
Como otros en otros tiempos,
En estas hojas mal garabateadas
Comienzo mi testamento.
Por decreto, de los bienes de este mundo
Quieren quitarme mi herencia.
Es fácil, no tuve
Tierras ni dinero en mi parte.
Y mis libros y mis cuadros
Pueden ser esparcidos a los vientos.
La ternura y el valor
No son objeto de juicio.
Primero se deja mi alma
A Dios que fue su Creador,
Ni santa ni pura, lo sé,
Sólo la de un pecador.
Ojalá puedan decir los santos franceses,
Que son los de confianza,
Que nunca le ocurrió
Pecar contra la esperanza.
¿Qué don puedo ofrecer a mi patria
Que me ha rechazado de sí misma?
Creí haberla servido,
Aun hoy la amo,
Ella me dio mi país
Y la lengua que una vez fue mía.
Sólo puedo dejarle aquí
Mi cuerpo en esta tierra inhumana…
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Fresnes: la prisión donde Brasillac fue ejecutado por los vencedores de la guerra. (N. del Trad.) ↑
Sería lógico esperar que rindiéramos nuestro homenajes al fallecido Jean-Marie Le Pen publicando un artículo centrado en la política y lleno de (justos) improperios hacia izquierdistas y liberales. Pues no. Así es Éléments (de donde procede la entrevista, hecha en 2015), la revista más culta y sutil de nuestra esfera (ésa que llaman fachosfera).
Quienes conocen Éléments por nuestro n.º 1 publicado en español ya están enterados de ello. Quienes aún no la conocen pueden pulsar en estos botones: