No lo verán, en España, ni en las cadenas de televisión ni en los demás medios del Sistema. Su canguelo debe de ser demasiado considerable para dar semejante noticia. Por ello, nos apresuramos a comunicársela a nuestros lectores, quienes seguro que no dudarán en difundirla, a su vez, al máximo.
Miren las cifras que figuran en la imagen que ilustra este artículo. Jordan Bardella es el líder de la Agrupación Nacional (RN) que deberá sustituir a Marine Le Pen, represaliada por los tribunales, en las elecciones a la presidencia de la República. Y en todas las combinaciones posibles de la segunda vuelta electoral, Bardella se impone, con amplios márgenes, a todos los demás candidatos.
A todos: desde la extrema izquierda islamista hasta la pazguata derechita liberal, a todos los vencerá Jordan Bardella, de confirmarse estos datos, en las elecciones presidenciales previstas para el próximo 2027. Si, en 2027… El mismo año en que, al otro lado de los Pirineos, un tal Pedro Sánchez también deberá abandonar el poder y sus desfalcos, siempre, claro está, que el PP no acabe, como lo hace en Bruselas, conchabándose con los socialistas, cosa que es también una posibilidad.
De modo que… De modo que, en Francia, dentro de un año y medio, el Sistema se verá sacudido en sus cimientos, al contar al frente del Estado con un presidente patriota, opuesto a la invasión islámica, al globalismo y al wokismo, siempre, claro está, que se cumplan dos cosas. Una, que a las fuerzas del Sistema no les dé mientras tanto por dar algún golpe de Estado, por matar a alguien o por cometer cualquier otra villanía. La segunda condición es que Bardella cumpla, por supuesto, con las promesas que le habrán llevado al poder. ¿Lo hará? Es de esperar, pero la incertidumbre también es legítima, y por ello no cabe sino augurarle al futuro presidente aquello que se le dijo a Juan Carlos I cuando juró lealtad a las leyes del franquismo: «Si cumplís con lo jurado, que Dios os premie; y, si no, que os lo demande».
Vuelven «los tiempos más sombríos de nuestra historia»
Echemos un poco las cuentas. Es propiamente desolador el panorama que se abre para nuestras castas político-financieras, es decir, para el liberalismo, tanto de derechas como de izquierdas, al igual que para todo el monstruoso engranaje de la UE. Si se cumplen los actuales sondeos —y nada permite prever lo contrario—, podría perfectamente suceder que hacia 2027 la lista de países que hayan pasado a formar parte del bando nacional (llamémoslo así) sea la siguiente.
Francia, como acabamos de ver. Alemania, donde es perfectamente posible la victoria de la AfD. Reino Unido, donde avanza vertiginosamente el apoyo a Nigel Farage. ¿España? No, aquí andamos algo rezagados y habrá que esperar un poquitín más para la victoria de Vox sobre el PPSOE. A estos tres peces gordos, gordísimos, añadámosles, aunque con todas las reservas que impone la política que sigue, la Italia de Georgia Meloni, y sumemos países como Hungría y Eslovaquia, que ya son más que claros integrantes del bando nacional europeo, sin olvidar tampoco otros que podrían sumarse igualmente a la fiesta (Austria, Chequia, Polonia, Rumanía, Países Bajos…)
Da igual, sin embargo, cuántos sean los que se liberen. La liberación de países como Francia, Alemania o el Reino Unido ya sería más que suficiente para que se resquebrajara o se hundiera por completo todo el tinglado que tienen montado. Sería suficiente para que resultara imposible seguir imponiendo a los europeos lo que nuestras oligarquías, enfocadas al cumplimiento de la Agenda 2030, llevan años imponiéndonos: la invasión migratoria, la degradación cultural y espiritual, el aplastamiento de nuestra agricultura y ganadería, el empobrecimiento de nuestras clases medias…
Hagamos votos —todo es posible, pero nada está garantizado— para que se cumplan las esperanzas que las actuales previsiones nos permiten, hoy por hoy, albergar.














