21 de noviembre de 2025

Director: Javier Ruiz Portella

El regreso del nihilismo protestante

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El ensayista Emmanuel Todd, tras recorrer Europa para presentar su libro La derrota de Occidente, al llegar a Italia efectuó, en la presentación que tuvo lugar en Bolonia, las siguientes declaraciones, que obtuvieron una amplia repercursión en los medios y redes sociales.

Se trata de una reflexión interesante, profunda y cierta,, Adolece tan sólo de un único problema. Si lo que dice era de indudable validez cuando el catolicismo acogía en su seno lo bello y lo sagrado, ¿qué pasa cuando, a imagen del protestantismo, el catolicismo —el mayoritario y oficial, en cualquier caso— se desacraliza, desritualiza y abraza lo feo?

 


 

Lo que hemos visto recientemente aparecer en Europa es una rusofobia específicamente europea, un belicismo específicamente europeo, centrado en el norte de Europa, en la Europa protestante.

La Europa protestante es, el Reino Unido, la mayor parte de Alemania, Escandinavia, los tres países bálticos. He visitado varios países tras la traducción de mi último libro, y he observado que España, Italia y los países católicos en general no son ni rusófobos ni belicistas.

El protestantismo es más peligroso en su estado puro, cuando deja de irrigar la sociedad. Deja atrás una sociedad nihilista. Deja un vacío total. Es una especie de Mahometismo occidental. Para el protestantismo estaba Dios, estaban los fieles, no había intermediación, el mundo era secundario. La belleza del mundo, en particular, era rechazada, entre otras cosas, con un rechazo de las imágenes, un rechazo de las artes visuales. Cuando desaparecen estas religiones, obsesionadas con la trascendencia, no queda nada. El mundo en sí mismo no les parece interesante, está vacío. Este intenso vacío abre una posibilidad particular de nihilismo.

 

 

El catolicismo —y la ortodoxia— son una visión religiosa menos exigente, más humana, que puede aceptar la idea de que el mundo, en sí mismo, puede reflejar la belleza del Creador. Las imágenes no han sido rechazadas en el mundo católico-ortodoxo, el cual está lleno de maravillas artísticas. En un país católico, si se pierde a Dios, queda la sensación de la belleza del mundo a través de las cosas bellas creadas en su nombre. En tales contextos, el miedo al vacío metafísico es menos intenso y, por lo tanto, el riesgo de nihilismo es menor.

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