Europa quiere plantar cara a Rusia, o eso dice. Ha salido Macron a marcar paquete y a designar a Putin como enemigo continental, cosa que podíamos intuir porque en Ucrania ya estaba Bernard-Henri Lévy (en adelante BHL) protagonizando una nueva sesión de fotos. En el frente, rodeado de soldados y con elegante abrigo, como en un catálogo invernal de Massimo Dutti.
BHL parece en la guerra de punta en blanco, de figurín filosófico. Ni media prenda caqui se pone. En verano, camisa blanca; en entretiempo, americana en trinchera; y en invierno su tres cuartos… y siempre, como si viajara con peluquero, un pelazo magnífico, ondulado, un poco leonino, remarcando su afilado perfil de inteligente…
BHL no solo es heraldo de la posición europea, es también el modelo de nuestros liberales-liberalios, que estos días protagonizan una salida de madre histórica pidiendo guerra en cuerpo ajeno y acordonando a Vox y a los pocos sensatos con un discurso no solo belicista sino además incivil.
Cuando pensábamos que se estaban volviendo locos de losantismo encontramos que en realidad siguen la línea de BHL.
BHL era maoísta (como los neocons fueron trotskistas) y luego se hizo neoliberal y dedicó su vida a luchar contra el comunismo y el nacionalismo en todas sus formas. Es como si fusionáramos a Arcadi Espada con Losantos.
Pero también es mitad filósofo, mitad corresponsal de guerra, que ahí es nada… como si en un Savater metiéramos un Pérez Reverte. Demasié, pero Francia es mucha Francia y es capaz de dar figuras así.
Además de ese itinerario político (de una cosa a su contraria y siempre a tope de power), por su condición casi literal de filósofo de guerra, BHL está en todos los conflictos y casi siempre pidiendo mambo. Conocida es su participación incitadora en Libia, pero raro es que haya un escenario belicoso y no aparezca por allí como el del anuncio de Schweppes, francés paradigmático, francés arquetípico, francés napoleónico a civilizar el lugar con unas cuantas bombas cosmopolitas e ilustrativas.
Ese belicismo despiporrado asoma ahora en Ucrania. Acude al frente y se fotografía con los soldados en inmoralidad colosal: comparte plano con quienes se juegan la vida. En ocasiones, se coloca delante de ellos: la Idea guiando las armas, filósofo Marte.
Hay otro aspecto de BHL en el que reconocemos a nuestros furiosos liberalios. Su oposición al Frente Nacional de Le Pen fue radical, histérica, diríamos también que incivil, de un modo además deliberado… ¡Pedía también guerra (qué tío)! ¡Guerra civil contra Le Pen! Esto escribía:
Segundo principio: hacer de la resistencia al Frente Nacional una guerra nacional, popular, total y prolongada (…) Una guerra, entonces. Una verdadera guerra. Con todo lo que la palabra implica, no sólo dureza, sino astucia, engaño, arte de maniobra o estrategia.
(…)
Pero decir que estamos en guerra presupone un esfuerzo y que los profesionales del audiovisual se pongan de acuerdo sobre un código de conducta –bélico por tanto, es decir maquiavélico– donde la voluntad de derribar a Le Pen prevalezca sobre la de aumentar los índices de audiencia y estar en línea con la moral.
BHL es por tanto modelo exacto del actual liberal intolerante extremado en la condición de liberalio. Encarna ese punto donde el anticomunismo, el giro biográfico sucesivo, el neoliberalismo civilizatorio, el europeísmo idealista, el antinacionalismo y el belicismo más peliculero y paracaidista se dan la mano, pero además con un punto elitista, también delirado o delirante, de liberal quijotesco desatado de hibris…
Estos días vemos las reacciones sobre Ucrania y lo que vemos es bernard-henri-levysmo. Son BHL de aquí, ibéricos, inelegantes, sin ese tipín parisién (sobrados de estética no vamos…), pero BHL’s al fin y al cabo: bombardeadores, ultraeuropeos, y disparatados, como si con el pudor hubieran perdido el sentido de la realidad. Es decir, no solo la ideología de BHL y las posiciones de BHL son modelo, sino también y sobre todo su desfachatez, como si entre todo hubiera una relación natural. Un tipo humano.
© La Gaceta
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