22 de diciembre de 2024

Director: Javier Ruiz Portella

[EJÉRCITO] Los militares, finalmente

Mucha gente ha echado de menos el ejército, pero ya está aquí. No llega esta vez con forma de regimiento africanista. Llega como llega, constituido en una asociación de trans no normativos, la TNN; doscientos militares exhombres presididos por la presidenta Juanjo que han aprovechado los recovecos de las leyes sociopeperas para visibilizar y dignificar su identidad: el hombre que se siente mujer, que da el paso, que lo airea, pero que no lo parece en absoluto: la mujer registral.

Con genialidad, han fundamentado su posición en quienes alguna vez defendieron una vivencia de lo trans no necesariamente transitiva. Es decir, el trans no trans, el trans que no trans. El que lleva la procesión por dentro. Si ya te sientes mujer y eres oficialmente mujer, ¿para qué exteriorizarlo, si la condición de mujer solo acarrea disgustos y acosos del patriarcado?

Ellos son mujeres registrales. Es decir, mujeres agazapadas. Mujeres ocultas por un velo que no es islámico sino viril. ¡Mujeres ocultas por la máscara de lo viril, por el velo velludo del macho español! Mayor denuncia no cabe, y ha venido de unos militares.

La reacción la hemos visto. ¡Fraude de ley! claman los innúmeros palmeros del PSOE, ¡invisibilizar! exigen los guardianes de los derechos; «contundencia y rigor» pide la FELGTBI y ya pudimos comprobar el efecto en los tertulianos: «¡Y unos cojones!» (Joaquín Prat Jr) y «no me vaciles» (ubertertuliano Naranjo). Esto es normal porque los tertulianos quizás sean los seres más normativos que existen. Cómo no se van a poner furiosos ante la excepción a la excepción…

También puede que les irrite un poco, por pura envidia, que los militares hayan pasado a ser lesbianos, que es quizás el gran sueño: pasar de señor a lesbiana, desdoblarse lésbicamente y ser reconocido como tal.

La FELGTBI, que ve peligrar cosmovisión y chollovisión, pide actuaciones y ellos responden reclamando a la fiscalía que ataje esa transfobia.

Son militares inatacables porque son señoras.

La única manera de que esas mujeres sintieran el peso de la ley sería que a alguna se le escapara un Viva Franco.

Es decir, pueden ser lesbianas, pero no nostálgicas.

La TNN se ha pasado el juego de la Ley Trans y con ello ha marcado el camino. Parecen un episodio de Machos Alfa, pero a ver cómo les meten mano… Son 200 militares organizados asaltando la narrativa.

Si hay oficiales trans woke en el ejército de EEUU que eran hombres hasta hace dos minutos, ¿por qué no pueden serlo ellos? ¿Sólo eres mujer si te llamas Gwendoline? ¿Es necesario una hormonación, una amputación, un recogido, un estampado…? Al final lograrán reventar las categorías del Sistema o, aun mejor, forzarle a definir la condición de mujer, que será, como para todo lo demás, lo que al poder le apetezca.

De hecho, la TNN está revelando que ser mujer ahora mismo es, más que nada, un discurso político. La trans normativa no necesariamente ha de ser una persona con una complejidad psicosomática determinada, sino quien decide asumir un discurso concreto sobre la mujer, sobre lo femenino.

Al final de la condición de mujer hay, por tanto, una cuestión cultural que se dirime donde todo lo demás. Una aceptación de códigos manufacturados socioculturamente y validados por el lector QR de la partitocracia.

LA TNN ha atacado eso genialmente. Mujer es lo que diga el PSOE y su troupe; es un discurso político sobre ser mujer, y va a unido a una predisposición, a una manera aceptable de serlo. Una especie de afectación prometeica. Por eso, la no normatividad de las neomujeres militares desarma y revela una de las grandes arbitrariedades recientes: mujer es lo que ellos digan.

Desarman sin armas. Son militares reaccionando. ¿Cómo harán los mandos socialistas para intervenir ese acuartelamiento conceptual? No hay ley que puedan esgrimir, salvo la ley ridiculizada.

Esto es una técnica insurgente de nuevo partisano (así lo vio Jorge S. de Castro en un artículo en Ideas), probablemente la única al alcance, y permite imaginar un paso más: la posibilidad de tratar así la ley (entrando y saliendo de su espíritu y literalidad, reduciéndola al absurdo) siendo dueños del BOE, dueños de las instituciones.

Los militares han hecho otra cosa vanguardista. Al aceptar de la mujer solo lo íntimo-registral, asumen solo una femineidad legal y burocrática, la feminidad administrativa. Con todo lo demás se relacionan como aparentes hombres, pero con el Estado no. ¿Y si hubiera una dimensión sexual que solo tenemos con el Estado? ¿No podría alguien sentirse hombre en todo pero sentirse mujer con el Estado? ¿No nos ‘folla’ un poco el Estado y no podría salir de ahí, con el tiempo, un abrirse a lo femenino, un sentirse mujer de y para el Estado? Los militares de la TNN, en la vanguardia de lo macho primero y de lo femenino después (qué orgullo español) lo están haciendo aflorar.

(¡Ser mujeres estatales sería una trinchera! Pedirle al Estado trato de mujer es pedirle suavidad. Es una forma primera de protección, la mejor manera de enfrentarlo. Lo ideal sería ser mujer y catalán o vasco, pero la ley permite lo que permite. De hecho, ante la hostilidad política, fiscal y legislativa, debería ser un paso masivo. Ante sus tribunales, legisladores, propagandistas y policías, ser mujeres registrales. Evitaríamos así, por lo menos, el «caballero, caballero»).

 Fuente: La Gaceta

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