Todos nos decíamos: ¿cómo es posible que, ante tantos y tan brutales atropellos, se mantenga impasible el pueblo de Gran Bretaña, ese país que, junto con Suecia, encabeza la lista de los países donde el Gran Remplazo migratorio ya no es ninguna amenaza. Es una realidad pura y dura. Una realidad que se ha cebado, por ejemplo, en las miles de niñas y adolescentes blancas que, ante el silencio cómplice de las autoridades, han sido víctimas durante años —o lo siguen siendo, vaya usted a saber— de las peores violaciones, vejaciones y torturas (muertes también) infligidas por bandas de pakistaníes de religión musulmana.
Sí —añadíamos—, fueron extraordinarias las grandes manifestaciones del pasado verano; enorme fue el valor de quienes acudían a las mismas pese a lo pavoroso de la represión: meses de cárcel firme por proclamar, —¡simplemente proclamar!— su deseo de que Gran Bretaña siguiera siendo británica. Todo eso es indudable —pensábamo—s; pero la represión estaba ahí y, como suele suceder, acabó por silenciar las masivas protestas.
He aquí, sin embargo, que ahora nos llegan, desde el otro lado del Canal de la Mancha, alentadoras noticias.
Por primera vez en la historia, un partido soberanista nacional —entiendan ustedes: un partido «fascista» y de ultraderecha, un partido del Mal: Reform UK, liderado por Nigel Farage—, ocupa el primer puesto, por delante de laboristas y conservadores, en las intenciones de voto de los británicos.
Si fuera al revés, si se tratara de una derrota de la auténtica derecha, se podrían emitir dudas; pero viniendo de quienes vienes la información es de fiar. La da Carlos Fresneda, el corresponsal de El Mundo en Londres, quien cita en su artículo los datos de la última encuesta de YouGov para The Times y Sky News. El partido de Farage (conocido como Mr. Brexit), que en las últimas elecciones sólo obtuvo 5 diputados, adelanta ahora a todos los demás partidos, con un 25% de intenciones de voto, frente al 24% del Partido Laborista del primer ministro Keir Starmer, y al 21% del Partido Conservador de Kemi Badenoch.
No, esto no significa (aún) que los patriotas británicos, de seguir así, vayan a hacerse con el poder en las próximas elecciones. Las tretas del enemigo son —y, sobre todo, van a ser— tremendas. Pero es un indicio, una luz de esperanza. Enorme. Tanto más cuanto que viene a sumarse a las que se están dando a uno y otro lado del Atlántico.
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