Vergüenza zoológica…

“Señor, tengo para mí que es bueno mandar, aunque sea sobre un hato de ganado”, decía Sancho. Y vaya si aquí se cumple. Lo malo es cuando al ganado, encima, le gusta que le mande quien lo manda.

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Vergüenza zoológica… Es la que recordarán, a propósito de unos ingleses, que siente Valle-Inclán, traspuesto a Marqués de Bradomín, al principio de su Sonata de estío, una de las mejores novelas cortas en nuestra lengua.

Yo admito haberla sentido tras las pasadas elecciones. Otras veces era una sensación de enfado o frustración cuando se refería a la derrota de quien yo había apoyado. Esta vez ha sido rubor ajeno y, por qué no decirlo, miedo. Que tras una legislatura tan vendida al nacionalismo radical o asesino se mantengan tan altos los votos de un gobernante letal para el bienestar nacional me ha sonrojado como yo no esperaba. ¿Qué más precisan para no votarle incluso los suyos, a quienes no ha dudado en jorobarles también las vacaciones?

Esta vez ha sido rubor ajeno y, por qué no decirlo, miedo

¿Cuántos violadores más son menester en la calle para que la ciudadanía rechace la política carcelaria de unos indocumentados elevados a ministros? ¿Cuántos monumentos y lugares construidos por el anterior régimen hay que desbaratar, paradójicamente en nombre de la memoria, para que parezca que aquí no pasó nada, por aquí no pasó nadie y que todos los edificios públicos se han erigido en la monarquía? ¿Cuánto más hay que airear la guerra civil, sobre todo de un bando, ocultando el terror, los estragos y la barbarie del otro, que además venía de lejos? ¿Cuánto más hay que robar, sobre todo a los parados, para que pisen la cárcel los responsables? ¿Cuánto más hay que humillarse ante el tirano alauita para que se deje de votar a este individuo? Admito haberme equivocado con la catadura de muchos de mis conciudadanos, porque no han votado sólo en la fanática inercia partidista. Han votado acanallándose, pues se acanalla quien vota a favor de una política miserable y vendida a los enemigos no ya del país, sino del más elemental concepto de honradez y justicia. Voltaire decía que en el reinado de no recuerdo qué rey chino, como el gobierno fue corrupto, el pueblo se hizo corrupto, y en el de un rey virtuoso, el pueblo se hizo virtuoso. Cada vez tengo más claro que en cuanto a elector y elegido hay un fenómeno de retroalimentación, de modo que, a mayor degradación o mejora en uno de ellos mayor degradación o mejora en el otro. En el actual caso español es así: se va tragando más, tolerando más, dejando pasar más, y en consecuencia, se va eligiendo a quien transgrede más, destroza más, prevarica más, y es mayor el nivel de insociabilidad, desidia y pícaros en todas las facetas sociales.

Lo diré de otra forma: Por supuesto que no todos los que han votado al PSOE o a Sumar son canallitas, aprovechados, subvencionados, okupas, vagos o tunantes, pero tengan por seguro que todos los canallitas, aprovechados, okupas, vagos y tunantes que votan han optado por esas opciones. Con ellos, los fanáticos y una buena masa de incautos y bienintencionados se va a construir la próxima legislatura. Porque tampoco se dude de que

Nuestro actual gobernante y el prófugo llegarán a un acuerdo. Su codicia no tiene límites

nuestro actual gobernante y el prófugo llegarán a un acuerdo. Su codicia no tiene límites y harán todo por conseguir el poder. Hablando de ingleses, en esa lengua la palabra ambición tiene un sentido positivo, en una civilización emprendedora y monetaria en extremo. A lo que aquí nosotros llamamos denigratoriamente “ambición”, ellos lo llaman “greed”, esto es, codicia, que en puridad es lo mismo en ambas lenguas: una ambición desmedida. Pues bien, una codicia ilimitada por el poder es la que está ya moviendo al prófugo y sobre todo a nuestro mandatario. Y luego viene el buen escritor y bochornoso político Antonio Muñoz Molina a decir que es una vileza lo de Que te vote Txapote. No, hombre no, vileza y mucha es aliarse con la harka de ese ofidio asesino de Miguel Ángel Blanco, no se olvide. Luego, el epítome que resume tan siniestra alianza es un grito de protesta, una acusación de algo que está ahí, sangrando todavía, aunque no se vea. Por eso, lo admito, he sentido vergüenza y miedo. Por tanta gente con la que me cruzo por la calle y bendice con su voto que los Txapotes estén no ya en libertad, sino aliados con el poder que nos gobierna, y ello se vea como algo normal, como un peaje necesario.  Por recordar a otro clásico, que son quienes de verdad nos enseñan, las palabras que estoy seguro tiene nuestro amado líder grabadas en su mollera: “Señor, tengo para mí que es bueno mandar, aunque sea sobre un hato de ganado”, decía Sancho. Y vaya si aquí se cumple. Lo malo es cuando al ganado, encima, le gusta que le mande quien lo manda. Y lo reelija.

 © Diario de Sevilla

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