Ni insultos racistas ni xenófobos ni homófobos ni de ninguna clase. ¿Alguien imagina un partido entre equipos femeninos en el que parte del público jalee a grito pelado: “¡¡Jeny, muérete!!”? ¿Verdad que no? Pues en el balompédico macho igual: ni uno debe haber.
Sin los colaboracionistas, sin esa gente —tanto los del Partido como los de los medios— sería incomprensible tanto el mantenimiento del Régimen durante cincuenta años como el olor apestoso que...
Está más que clara la radicalidad de los partidos identitarios europeos en su enfrentamiento contra la configuración ideológica del wokismo y del Estado liberal. Ahora bien, ¿cabe decir lo mismo sobre su posición en las cuestiones económicas?
En la posdemocracia europea, la función del Estado ya sólo consiste en imponer los cambios que desea la oligarquía. Su función es meramente coercitiva.