Tal y como están las cosas, ¿significan todavía algo las palabras "derecha e izquierda"? Nuestra hermana mayor, la revista cultural "El Manifiesto", acaba de publicar su número 10 y lo ha hecho interrogándose precisamente sobre esa cuestión. Javier Ruiz Portella, José Javier Esparza, Rodrigo Agulló y Arnaud Imatz responden a la pregunta. A título de aperitivo, ofrecemos aquí el editorial de este número.
Se pasan el día peleándose como los más fieros enemigos; sacan sus garras, la plebe los corea en el circo, se desgañitan unos por un gladiador, se desviven otros por el otro, por los dos fieros combatientes (no hay más) que desenvainan sus espadas, van a matarse, se lanzan a la yugular… Pero no, todo acaba, a lo más, en algún ligero arañazo.
En ello consiste, a ello se reduce la gran farsa político-mediática que se desarrolla, entre derechas e izquierdas, en el gran circo en el que se ha convertido lo que otrora —cuando el Estado nada tenía que ver con el actual monstruo de gestión económico-asistencial— se llamaba la res publica: lo contrario de la res privata. Res publica:el asunto, la cosa de todos. De todos como pueblo, de todos como partícipes en un destino, en un proyecto común. No de todos como individuos, como átomos, como seres privados… —privados, en efecto, de aliento colectivo.
¿Por qué, cómo, a través de qué entresijos se desarrolla semejante ficción? ¿Qué implica la misma? ¿Cuál es la visión del mundo, cuál es el proyecto que, compartido en sus líneas fundamentales tanto por la derecha como por la izquierda «democráticas» —así se llaman—, hace que quede en agua de borrajas todo su feroz enfrentamiento? Y si semejante visión del mundo es lo que nos lleva hoy al borde del abismo; si semejante proyecto existencial es, como aquí decimos, lo que amenaza de muerte al espíritu, ¿qué hacer entonces? ¿Seguir acaso razonando en los anquilosados términos de «derechas» e «izquierdas»? O rompiendo la baraja, ¿no sería mejor olvidarse de los viejos estereotipos? Saltando por encima de una compartimentación que ya no significa nada, ¿no habría que repensarlo todo, entonces, sobre nuevas bases?
Tales son las preguntas —decisivas, complejas— en torno a las cuales se articula el tema central de este número de El Manifiesto. Junto con él, nos hacemos eco del último y exitoso libro de Fernando Sánchez Dragó, Y si habla mal de España… es español, al tiempo que nos abrimos al campo de la psicología con un interesantísimo artículo de José Antonio Hernández sobre los sueños.