Las masas soberanas han elegido a ChikiZapo
Javier Ruiz Portella
15 de marzo de 2008
Javier Ruiz Portella
Por un lado, han elegido a Chikilicutre (¡que todo el mundo lo escriba así, por Dios!); por otro lado, al otro. Uno, para representar a España en Eurovisión; el otro para formar el gobierno de la nación. Amparados ambos en el democrático sentir de la mayoría. Expresando ambos, en el fondo, lo mismo: la bazofia hortera, por un lado; la bazofia con “formas” (aún más peligrosa, por tanto), por el otro. Expresando ambos algo que va mucho más allá de “ideas”, “opciones”, “políticas”…: manifestando el estado anímico de una sociedad, el “aire” profundo que en ella se respira —y que, al respirarlo, asfixia.
Sí, ya lo sé… “¡Hay sin embargo la otra mitad, la mitad sana de la sociedad, a la que le horroriza ChikiZapo!” Sin duda, salvo que el 41 por ciento de los votantes tampoco son la mitad de una nación (ya quisiera yo saber, además, a cuántos de estos votantes no les encanta el engendro denominado Chikilicutre…, al tiempo que de labios afuera —como con los culebrones, como con la prensa rosa— lo repudian y execran). Pero esto es lo de menos. Lo de más es que ni en el partido derrotado y sus medios afines, ni en esa “derecha social” en la que algunos creen encontrar la tabla de salvación, se le ha ocurrido a nadie —ni se le ocurrirá— ir hasta el fondo de las cosas, coger el toro por los cuernos y formular, por incómodas que sean, algunas preguntas. Por ejemplo, qué significa que tales monstruosidades sean propiciadas por un sistema —“democrático” lo llaman; el que lo sea o no es otro asunto—, el cual es mucho más que un sistema electoral, mucho más que un engranaje político: es toda una forma de ser, de sentir, de “respirar”…; es todo ese conjunto de principios y valores que hacen posible, por ejemplo, que la mayoría absoluta de una nación pueda conferir apoyo democrático a quien ha dado muestras más que manifiestas de querer acabar con dicha nación.
¿Será que lo que está podrido es el sistema como tal? ¿Será que lo irrespirable es el aire mismo que respiramos? ¿Será que el verdadero problema no es ni Zapatero, ni Chikilicutre, ni Rajoy? ¿Será que el problema es todo el engranaje de principios y valores que nos sume en la absurdidad de un mundo igualitarista y materialista —nihilista, en suma? Por supuesto. Imagínense si la cosa estará podrida que la inmensa mayoría de los que andamos chapoteando en ella —es decir, todos— ni siquiera son capaces de ver el lodazal que andan pisando día a día. Sólo perciben sus manifestaciones más extremas y aparatosas.
¿Servirá acaso la elección de ChikiliZapo para que alguien se pregunte al menos qué significa que, desaparecido el pueblo, desvanecidas las élites, imperante sólo
(como dice Gómez Dávila) “la plebe rica y la plebe pobre”, reinantes, en una palabra, las masas soberanas, tengan éstas en sus manos el derecho de imponer a la nación un Chikilicuatre y un Zapatero?
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