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Tribuna

A propósito de Warhol... y todos los demás

¿Por qué una lata de sopa industrial no es ni puede ser bella?

por Javier Ruiz Portella

Nuestro colaborador Damián Ruiz nos gratificaba ayer con un artículo que merece algún comentario: duro quizá, pero no por ello menos amistoso. Quizá haya quien considere que merecería otra cosa, pero ello no lo permite el talante abierto y liberal de este periódico. Talante liberal que conviene defender sin vacilar si por él entendemos lo único de positivo que tiene el liberalismo: la libertad de opinión gracias a la cual todas las ideas —por erróneas y nocivas que sean— tienen derecho a ser expuestas sin trabas. Derecho jurídico, claro está. Otra cosa es que una sociedad sana se defienda haciendo que los errores y peligros que la amenazan no puedan pasar de su plasmación teórica o formal.

Warhol, la ruptura y el conservadurismo

por Damián Ruiz

Estaba yo ojeando el recientemente publicado libro de entrevistas de Andy Warhol, -personaje que llama mucho mi atención, he de reconocerlo, y del que, junto con Fellini, más biografías, hagiografías, libros "sobre" o comentarios he leído-, cuando decidí escribir un artículo alrededor de él. Y es que no puedo evitar admirar los espíritus altamente libres, con toques de excéntrico-genialidad, sin que ello produzca fisura alguna en mi concepción identitaria (culturalmente) y social-conservadora de cómo debe moldearse una nación. Además creo que justamente esas figuras de relumbre solo pueden aparecer en sociedades estructuradas y no en el barrizal social-blandito en el que vivimos.

La rebelión de las masas

El principio aristocrático en Ortega y Gasset

por Jesús J. Sebastián

Con toda seguridad La rebelión de las masas de Ortega y Gasset es, si no el libro más importante de su ingente obra, sí el de mayor repercusión. Al respecto, su publicación causó gran sensación entre autores destacados de la Revolución Conservadora alemana: Thomas Mann se sintió sacudido por la lectura del libro, admirado también por Friedrich Freck y Ernst Niekisch; Carl Schmitt recomendó la obra a su amigo Ernst Jünger y citó a Ortega en su ensayo La tiranía de los valores.

WikiLeaks

por Damián Ruiz

Es curioso, yo no sé qué nivel de información secreta y confidencial manejan ustedes sobre las relaciones internacionales entre mandatarios y Estados, pero no sé si por una cuestión de lógica a mí las revelaciones de Wikileaks no me han sorprendido apenas nada.

Identidad, nación… e inmigración de asentamiento

Los pueblos de Europa ya no combaten entre sí. Ni contra nada

por Javier Ruiz Portella

Desde que en el año de (des)gracia 476 de nuestra era se consumó la caída del Imperio Romano, su nostalgia no ha dejado nunca de acechar a Europa. ¿Qué otra cosa sino la caricatura de Roma fue, durante tantos siglos, el Sacro Imperio Romano Germánico? ¿Qué otra cosa, sino un Imperio mucho más amplio, extendido desde los Urales hasta el Atlántico, fue el sueño de aquel joven general francés que se llamaba Napoleón Bonaparte? Lo que se intenta hoy fraguar bajo la égida —burocrática y mercantil, sin designio espiritual alguno— de Bruselas, ¿qué es sino la caricatura (siniestra) de la Europa antaño unida bajo la égida política, espiritual y cultural de Roma?

En torno a la huelga de los controladores aéreos

Si yo fuera Rubalcaba

por José Vicente Pascual

Es decir, si fuese un ministro con dos dedos de luces y un mínimo de capacidad, en un gobierno designado según criterios de cuota, amiguismos y glamour mediático de sus integrantes, me habría dado cuenta de que el presidente Zapatero (a quien deseo muchos y muy felices años de existencia terrena), es un cadáver político. Contando con ese dato y con la reconocida incapacidad de los demás miembros del ejecutivo, me habría reunido en petit comité con el otro ministro espabilado (un poco pasado de listo, pero individuo pensante a fin de cuentas), y le habría expuesto las cuatro verdades que todo el mundo sabe.