Hasta ahora sabíamos que Pablo Iglesias cobraba de los ayatolás y de Maduro, lo que no sabíamos es que también había cobrado de Kiko Méndez-Monasterio.
La memoria histórica es también, y cada vez más, un instrumento de adoctrinamiento en el odio.
Pablo Casado, el niño bonito de la derechita blandita, acusa a Abascal de no saber nada de nada: ni de economía, ni de sanidad, ni de educación, ni de política exterior.
Los críticos posmodernos consideran lo líquido, lo fluido, como el signo de nuestro tiempo.
En esos autos locos que son los comicios de mayo, ya tenemos un Pierre Nodoyuna, subvencionado por la gauche caviar barcelonesa y bendecido por todos los poderosos del establishment: Manuel Valls.
Llama la gaditana "pistolero de Bilbao" a Santiago Abascal, lo cual no sólo es una mentira, sino un sarcasmo cruel, una ofensa a las víctimas del terrorismo.
