Hemos visto lo fácil que se desestabiliza el orden global ante una pandemia. Cuando el pánico nos invadió, los gobiernos rápidamente volvieron a una rígida protección nacional.
La gente va al Foro Romano, o a Delfos, o a cualesquiera otras ruinas, y en lugar de indignarse ante la debacle, se dice: “Ay, qué pena. Qué mal que resistían aquellas construcciones el paso del tiempo”.
Hace treinta años, China, bajo la empresa del maoísmo, figuraba como un país atrasado y marginado. Treinta años después, China representa el 20% del PIB mundial.