En Mallorca, en es Trenc

Quieren cargarse la última playa virgen

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 La playa de es Trenc, situada al sudeste de la isla de Mallorca, concretamente en el término municipal de Campos, cuenta con tres kilómetros de longitud y unas quinientas hectáreas de campos de dunas, formando uno de los ecosistemas litorales más valiosos de todo el Mediterráneo. Este tesoro es un referente, junto a la Dragonera, cala Mondragó y el reconocimiento de la isla de Cabrera como parque Nacional, sólo por citar algunos ejemplos, de la lucha por la defensa del territorio y el espacio natural. 

Sus aguas cristalinas, con fondo de arena blanca que sirven de espejo a ese azul tan especial que tiene nuestro cielo, adquieren, desde el inicio de la temporada estival y justo en el preciso instante en que son atravesadas por los rayos de sol, una mezcla explosiva de tonalidades que van desde el azul claro al azul intenso, dibujando trazos, unas veces rectos y otras serpenteantes, salpicados por las diferentes gamas del azul turquesa, y formando un espectáculo de luces, transparencias y colores que confieren a todo el entorno un aspecto paradisíaco.
 
En el año 1978, quinientas personas bajo el lema Salvem es Trenc se manifestaron en esa misma playa para oponerse a la construcción de un bar restaurante sobre las dunas. En el año 1984 el Parlamento de las Islas Baleares declara es Trenc como Área Natural de Especial Interés.
 
Desde aquel momento, de forma cauta y silenciosa, el asfalto ha ido ganando terreno a ese espacio natural y casi sin darnos cuenta hemos visto aparecer construcciones de “estilo mallorquín”  en algunas zonas en primera línea de playa, con parking incluido, por no mencionar una serie de monstruos declarados ilegales que yacen cual espectros de aspecto grisáceo, dejados a medio construir en una playa contigua.
 
Pero eso no es nada al lado de la amenaza que ahora se cierne sobre nosotros y sobre la tierra.
 
El pasado 30 de marzo, coincidiendo con la huelga general, el Gobierno balear declaró de interés autonómico el proyecto consistente en construir un complejo turístico a sólo cinco kilómetros de la playa de es Trenc. Dicho proyecto incluye un macro hotel de 285 habitaciones y 203 suites, con club social, pistas de tenis, piscinas, polideportivo y campo de golf. Nada más ni nada menos.
 
 
Ante tal salvajada no podemos bajar los brazos. Por ello, se ha constituido el grupo Salvem es Trenc, que tiene como primer objetivo obtener 20.000 firmas… de las cuales, en el momento de escribir estas líneas, ya se han reunido, en muy pocos días, más de 17.000. Un único objetivo nos guía: detener la barrabasada que significaría destruir el último gran arenal aún sin urbanizar de una isla desgraciadamente más que urbanizada.
 
Es éste un objetivo frente al cual no es de recibo ninguna razón económica, ningún puesto de trabajo por crear, ninguna codicia —hablemos claro— por obtener los enormes beneficios capitalistas que de ello se originarían. No sólo hay que salvar este paraje idílico, hasta ahora milagrosamente preservado. Hay que salvar también nuestras vidas: hay que impedir que la economía, al igual que el asfalto de nuestras playas, siga tomando las riendas de nuestra vida personal, social y política.
 
Pero es que, ni siquiera desde la óptica estrictamente mercantil se sostiene semejante desafuero. ¿Se ha parado alguien a pensar que, de continuar con esta dinámica, en muy pocos años nadie va a querer venir a visitarnos? ¿Ha reflexionado alguien acerca de la posibilidad de buscar otro modelo económico para reactivar la economía balear que no se base única y exclusivamente en el crecimiento urbanístico? ¿Hay algún ciudadano que se imagine un solo instante que este proyecto esté pensado por y para el beneficio de todos?
 
Este espacio es de todos. Es de nosotros… y es de la Naturaleza, que está ahí, y sin la cual nada ni nadie existiría. Ni nosotros, ni nuestros hijos, nilos hijos de los hijos de nuestros hijos. Este espacio constituye un derecho inalienable, irrenunciable si queremos que nosotros, nuestros hijos y los suyos sigamos perdiéndonos entre las dunas, recibiendo los rayos del sol en nuestro cuerpo, la fuerza del embat en nuestro rostros, al tiempo que nos bañamos en esas aguas turquesas y regresamos a casa con la puesta del sol, cubiertos de salitre mientras escuchamos, casi sin oírlo por sernos tan familiar, el sonido de las cigarras que graznan entre pinos y sabinas —no el sonido de las estridencias que emergen de discotecas, bares y garitos.
 
 
Éstos son los nombres de los “muy honorables”
e “ilustrísimos” responsables del desafuero:
Molt Honorable Sr. D. José Ramón Bauzá, President del Govern de les Illes Balears, Honorable Sr. D. Carlos Delgado Truyols, Conseller de Turisme de les Illes Balears, I·lustrisims Srs. D. Sebastià Sagreras Ballester y D. Guillem Ginard Sala, Alcalde y Regidor de urbanismo del Ayuntamiento de Campos.
 

 

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