Un curioso "racismo blanco"

No hay nadie más racista que la gente antaño llamada "de color". Pero no son racistas de lo suyo, sino que son racistas pro blancos. Quieren ser blancos, sueñan con ser blancos, vivir entre los blancos poseer a la mujer blanca o parecerse a ella. Pero cuando ven que ello no resulta posible…

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Los europeos autóctonos son gente tan, tan… racista que todos los negros, marrones, amarillos, cobrizos, etc. quieren ir a vivir entre ellos.

Dicha la anterior ironía sobre los europeos, se impone reconocer que no hay nadie más racista que la gente antaño llamada "de color". Pero lo más asombroso de todo es que no son racistas de lo suyo; no, no estamos diciendo que los negros sostengan un racismo a lo Black Panther o los japoneses sostengan un racismo a lo Sol Naciente; lo que decimos es que los pueblos de color son racistas problancos. Son émulos del Ku Klux Klan en su fanatismo. Pero ¿cómo es esto posible?

Toda la gente de color quiere ser blanca, sueña con ser blanca, quiere vivir entre los blancos, quiere poseer a la mujer blanca o parecerse a ella. Una vez que han conseguido vivir entre los caucasoides se dan cuenta de que es imposible ser como ellos, no ya biológicamente, lo cual es una obviedad, sino sociológicamente, psicológicamente. Ser blanco —como sostiene el doctor David Duke— es algo mucho más que el color de la piel: es algo metafísico y que, indudablemente tiene que ver con la europeidad o la euroascendencia.

La gente de color que vive en Europa, al darse cuenta de esta imposibilidad de lograr la "blancura", sufre una reacción de ira hacia los autóctonos del Viejo Continente. La envidia se torna luciferina y entonces, se procede a la destrucción desde dentro del organismo anfitrión.

Los métodos de destrucción son claros: tercermundización, ahogamiento por números (invasión demográfica mediante una natalidad disparada), exigencias para modificar la cultura local, crimen convencional, terrorismo, destrucción cultural mediante la compra masiva de propiedades muy significativas desde un punto de vista de usos y costumbres (esto lo hacen muy bien los chinos)... 

Por supuesto, dentro de esta destrucción cultural no podemos olvidar la llamada "macdonalización" de Europa, impuesta por norteamericanos blancos que han perdido por completo su raíz europea: son mundialistas al tiempo que paletos. Afortunadamente la Alt Right norteamericana está haciendo muchísimo para que el yanki caucásico reconecte con su raíz europea y la respete, pero en ningún momento esperemos que esto sea la norma entre el yanqui wasp, el cual es siempre, en su inmensa mayoría, un redneck.

Hay algunos pueblos no europeos que escapan de esta mezcla de "quiero ser blanco, pero al mismo tiempo destruir a los blancos". Son cinco: uno de ellos es el pueblo iraní de religión zoroastriana, el otro son los hindúes budistas y vedantas, el tercero son los árabes cristianos, el cuarto son los etípoes cristianos y el quinto son los judíos.

En el caso de los persas zoroastrianos y también en el de los hindúes budistas y vedantas, el motivo de su perfecta amalgama en el ser europeo es que se trata de los ancestrales y originales arios.

Respecto a los árabes y los etíopes cristianos, se trata de unas minorías que atesoran nada menos que el cristianismo más antiguo, ya que la Iglesia —como organización— fue fundada por Pablo en Siria, y por tanto la Iglesia Siríaca es, en puridad, la más antigua del mundo. En cuanto a la Iglesia Etíopica es también una de las más añejas, guardando uno de sus templos —según la tradición— el Arca de la Alianza de Moisés.

El caso de los judíos es harto extraño, ya que, por un lado, el judío, como pueblo mediterráneo que es, ha estado siempre muy conectado a la Europa original que es la mediterránea (no la Europa Centro, o Norte, o Este); posteriormente, ese judaísmo helenizado que es el cristianismo se extendió por el continente a partir de la conquista de Roma. Se puede objetar, como hacen muchos en la Nouvelle Droite y en la Alt Right, que el cristianismo es un alien en Europa, un cuerpo extraño que ha destruido su verdadera esencia pagana, aunque hay algunos pensadores como Chesterton que consideran que el cristianismo es el valladar seguro que protege nuestra alegría pagana.

El judío siempre ha hecho grandes aportaciones a la cultura europea, pero, por otro lado, hay una elite sionista que está promoviendo la invasión tercermundista que sufre el Viejo Continente. ¿Cómo pretende el judío europeo sobrevivir a semejante invasión, y no sólo eso, sino también "ser el centro y el protagonista" de todo este fenómeno, como sostienen los hebreos Barbara Lerner o Dov Maimon? Esto es un misterio. Pero aparentemente el hebreo europeo tiene tanto que perder como el goy. Aparentemente.

En este breve repaso hemos podido comprobar cómo el pueblo blanco —del mismo modo que la mujer blanca es siempre la protagonista de las revistas de moda— es el oscuro objeto de deseo del mundo, para poseerlo primero, ante la imposibilidad de ser como él, y luego destruirlo.

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