Este artículo, hace cuatro días, se titulaba "El PP salva los muebles"

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Hace cuatro días, este artículo se titulaba "El PP salva los muebles", y decía así: 

 "Salvó los muebles el Partido Popular. A última hora, entre suspiros de alivio, pero los salvó. Continua siendo la fuerza más votada en España tras las elecciones municipales y autonómicas celebradas ayer, 24 de mayo. A pesar de la ruidosa, frenética emergencia de movimientos de ultraizquierda, del “bocado” de votos que sin duda le ha arrebatado Ciudadanos, de la tenacidad implacable con que la izquierda mediática y social ha hurgado en los múltiples casos de corrupción que salpican al partido, las “mareas” de todos los colores que han contestado a su política económica, a los famosos recortes, a las reformas en educación… y mil etcéteras; a pesar de todo ello, sigue siendo el principal partido de España y se sitúa en condiciones favorables para encarar las próximas elecciones generales. Para mayor tranquilidad de los populares, el batacazo del PSOE ha sido mucho peor que el suyo. El PP resiste a trancas y barrancas mientras que el partido socialista se difumina poco a poco y está a punto de decir adiós a su hegemonía en la izquierda.

 Sin embargo, aun considerando estas relativas buenas noticias para ellos, harían muy mal los dirigentes del PP si conjeturasen sobre su capacidad para gestionar estas difíciles circunstancias o sugirieran siquiera en su análisis, tras la jornada electoral, que sus “buenos” resultados se deben a méritos propios, a lo bien que lo han hecho y lo inteligentemente que han minimizado los anunciados daños. Cometerían un error fatal.

 El PP no lo ha hecho bien. Lo ha hecho mal, muy mal. Casi que peor imposible. Su falta de atención a los previsibles estallidos de escándalos y corruptelas ha sido clamorosa; su falta de sensibilidad hacia las preocupaciones reales de la ciudadanía, desesperante; su habilidad en la comunicación y desenvoltura en el debate de ideas, nulas. Si han conseguido librarse del turbión emergente de la izquierda “indignada” y del ascenso de Ciudadanos no ha sido gracias a ellos. Lo repito otra vez, a ver si alguno de por ahí arriba se entera: NO HA SIDO GRACIAS A ELLOS.

 Si el PP ha conseguido superar esta jornada electoral, no salir destrozado, agónico y apabullado por el descontento de la ciudadanía, ha sido porque muchos miles y cientos de miles, quizás millones de votantes, han antepuesto la sensatez a las ganas de mandarlos adonde seguramente merecen: la cuneta de la historia. Para miles y cientos de miles, quizás millones de votantes, los males y desastres futuros, prefigurados por esa izquierda histérica, sectaria y totalitaria que llega, son mucho peores que el desafuero presente, del cual es responsable el gobierno de Rajoy. El PP, hoy, ha sido el mal menor, el clavo ardiendo al que aferrarse antes que soportar a multitud de alcaldes y alcaldesas cortados por el mismo patrón fanático stalinista de la que, con toda probabilidad, será en unas semanas primera edil de Barcelona. Hoy lo consiguieron, mantuvieron su condición de último recurso ante la incertidumbre y la sombra bolivariana sobre España. Pero un mal remiendo, todo el mundo lo sabe, no dura para siempre. Tarde  temprano se manifestará como lo que es, una penosa chapuza, y dejará de ser útil para nadie. La gente no soporta el clavo ardiendo más de siete segundos, está más que comprobado.

 Harían bien en tomar nota de ello cuando piensen y planifiquen y se reorganicen tras este fracaso sin cataclismo, de cara a las inminentes elecciones generales". 

***

Pero han pasado cuatro días y, claro, sólo hay una cosa que el PP haga peor que gobernar cuando le va bien: gestionar sus crisis cuando le va mal. En cuatro días, empleándose a fondo en la torpeza, la prepotencia y la cerrilidad, han convertido un mal resultado electoral con daños minimizados en una auténtica debacle. De ser el partido más votado se han propuesto y han conseguido ser el único derrotado. El emplazamiento a Carmona para que acceda a la alcaldía de Madrid con los votos populares, ha librado al cabeza de lista del PSOE del suicidio político que le suponía votar a Carmena y, de facto, dejar de ser la fuerza de referencia en la izquierda madrileña. Carmona sí salva sus muebles, gracias a las ocurrencias de Aguirre. Votará a Ahora Madrid con la conciencia muy tranquila, en victoriosa actitud de desplante a "la derecha" y con las expectativas electorales de su partido intactas.

El resto de desaguisados, el canibalismo y la histeria que han recorrido al PP durante estos días, ofrecen la peor imagen de quienes, visto lo visto, sólo sirven para gobernar entre regular y mal, y nunca lo harán bien porque no dan más de sí. Y, apabullante evidencia: no tienen pajolera idea de cómo orientarse en mares revueltos, como los que ahora toca surcar a la política en España. Arreglados van.

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