China ha sido importadora neta de petróleo desde 1993. Se calcula que su demanda energética seguirá creciendo más rápidamente que su producción. En 2005, China produjo 3,6 millones de barriles diarios de petróleo, un ligero aumento en comparación con los 2,8 millones de barriles diarios, de años anteriores. Ahora bien, en 2006 consumió 6,9 millones de barriles diarios, con un incremento del 100% respecto a las cifras de diez años antes. Esto ha convertido al gigante asiático en el segundo consumidor mundial de derivados del petróleo, sólo superado por los Estados Unidos. Según fuentes del sector petrolífero, se calcula que el consumo de hidrocarburos en China se incrementará a 15 millones de barriles diarios para 2030, mientras que su producción seguirá estancada por debajo de 4,2 millones de barriles diarios.
La demanda de recursos energéticos de China indica que, en los próximos diez años, necesitará aumentar tanto sus importaciones como sus proveedores para evitar su escasez. Hoy día, la mayor parte del crudo que importa China procede de Oriente Medio, con un 40%, seguido por África, 23%, y Asia, 21%.
Un riesgo importante es la competencia internacional por el petróleo de Oriente Medio, dado que en esta región se han establecido los grandes importadores de petróleo, especialmente Estados Unidos, lo que impide que China pueda depender excesivamente de una zona o una nación para su suministro. Este factor se agrava con el riesgo de depender de proveedores o de rutas de suministro expuestos a inestabilidad política. De los cinco principales productores que proveyeron a China en 2006, Arabia Saudita, Angola e Irán se enfrentan a un riesgo de conflictos o de ataques terroristas. Además, el 80% de las importaciones de crudo de China pasan a través del inestable Estrecho de Malaca, donde los elevados índices de piratería (en 2006 se perpetraron 239 ataques) constituyen una permanente amenaza al tráfico marítimo.
En estas condiciones, China se ha empleado a buscar proveedores cada vez más lejos de su zona de influencia y ha empezado a forjar vínculos sólidos con productores de Hispanoamérica. A finales de 2004, el máximo dirigente chino, Hu Jintao, emprendió la gira más extensa que nunca un jefe de Estado chino emprendiese por Hispanoamérica, y se comprometió a invertir 100 mil millones de dólares en los próximos diez años.
Una pieza clave en esta búsqueda es Venezuela. El gobierno socialista-nacionalista de Hugo Chávez se considera aliado natural de una China gobernada por el partido comunista. La deriva de Chávez hacia la ideología castrista crece de día en día (la seguridad de Chávez se encuentra inspirada por especialistas cubanos por temor a las maniobras de
La política de China hacia Hispanoamérica es esencialmente pragmática, ya que está dispuesta a utilizar la retórica socialista, si ello le facilita obtener contratos, pero no a firmar contratos con base a afinidades ideológicas. En política internacional, por ejemplo en