Entrevista con Juan Luis Arsuaga

Vida, la gran historia

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¿Por qué un artículo tan insólito como éste? ¿Por qué algo tan distinto de lo habitual en estas páginas? ¿Por qué no seguir hablando de política?

Porque «nos ha tocado la lotería», la mayor, la más fabulosa, nos dice ese científico, y científico grande, que es Juan Luis Arsuaga.

Porque somos los grandes ganadores —los únicos, parece— en la maravilla de las maravillas, en el insensato, alucinante alarido de luz, sombras al que llamamos vida, al que llamamos ser.

Porque de ese alarido —de ese «seductor destello de oro en el vientre de la serpiente vita» (Nietzsche)— sabemos cada vez  más y más. Más cosas sobre su cómo, aunque menos sobre su… No, ni siquiera. Seguimos (por fortuna) tan ignorantes como siempre sobre el qué y el porqué de la vida, sobre el qué y el porqué del ser. Por fortuna: si queremos que sigan entreverándose la luz, el misterio y el poema.

Porque de todo ello nos hablaban antiguos mitos —combates de Titanes de los unos, Génesis de los otros—. Mitos que, una vez idos, siguen siendo más necesarios que nunca; pero como los mitos y poemas que son —que siempre fueron.

Porque es nuestro deber desgañitarnos —lo hacemos cada día en estas mismas páginas, pero hoy toca otra cosa— contra la gran podredumbre que lo corroe todo. Una podredumbre —una muerte— que aún apesta más en medio de tanto saber, tanta suerte, tanta luz, tanta vida. Como si la muerte fuera consustancial a la vida. ¿Como si lo fuera?...

Porque por consustancial que la muerte sea a la vida, es por la vida y a favor de ella por lo que los mortales —esos agraciados, esos desesperados…— vamos a seguir apostando, combatiendo, debatiéndonos.

Porque aún nos quedan tres mil millones de años para seguir haciéndolo. Para seguir afirmando y aplastando la vida, para seguir enalteciéndola y escupiéndola, viviendo y muriendo.

¿Por qué ese artículo? Por otra razón también.

Porque cuando un científico grande habla con metáforas, y la metáfora dice: «Yo soy un ciudadano ateniense y a mí los persas no me dicen lo que tengo que hacer», entonces uno se quita el sombrero y se inclina con reverencia y admiración.

Javier R. Portella


Juan Luis Arsuaga (Madrid, 1954). El gran paleontólogo español y codirector del equipo de investigación de Atapuerca, publica su testamento vital, «el hasta aquí hemos llegado» según sus palabras: Vida, la gran historia (Ed. Destino).

La vida surgió hace unos 3.500 millones de años y es algo tan complejo que nunca ha podido ser sintetizada en un laboratorio. ¿Era inevitable que surgiera? Si volviéramos a empezar, si de nuevo tuviera lugar el big bang, ¿volvería a surgir la vida?

Hay un argumento a favor de que sí, de que era inevitable que la vida surgiera, y es el poco tiempo que tarda en aparecer. La Tierra tiene unos 4.400 millones y la vida seguramente surgió hace 3.800 millones de años.

¿Y no podía haber surgido antes?

No. La Tierra al principio recibía fortísimas lluvias de meteoritos. Piense por ejemplo que la Luna viene de ahí: uno de los asteroides que chocó contra la Tierra saltó en pedazos y uno de esos trozos se convirtió en la Luna. Así que imagínese las pedradas que caían. Así era imposible la vida, los meteoritos hacen que se evapore todo el agua, porque producen mucho calor. Los meteoritos dejan de caer hace unos 4.000 millones de años, y entonces se alcanza una cierta estabilidad. La vida entonces es posible. Y seguramente surge hace 3.800 millones de años. Es decir, surgió de manera muy rápida, en unos 200, 300 millones de años, lo que a escala geológica es muy poco. Ese es un argumento muy fuerte a favor de que la vida era inevitable.

Sin embargo, desde que surgió la vida hasta que aparecieron las células complejas, las eucariotas, pasaron unos 2.000 millones de años... ¿Eso no daría pie a pensar que podría ser fruto del azar?

Efectivamente las células complejas tardaron 2.000 millones en surgir, y además surgieron en unas circunstancias rarísimas, por fagocitosis y digestión. Fue una contingencia.

Pero es de esas células complejas de donde surge la vida inteligente, ¿no? Si no, habría sólo bacterias...

La vida compleja es algo más raro, más difícil, más complicado. Y, dentro de la vida compleja, tienen que surgir luego los animales para que haya vida inteligente. Yo creo que teníamos una probabilidad bastante remota de que hubiera vida inteligente hasta que aparecieron los vertebrados. Pero, a partir, de ahí, las probabilidades empezaron a cambiar. Era casi inevitable que los vertebrados pasaran a tierra, era casi inevitable que aparecieran los mamíferos, era casi inevitable que acabaran formando sociedades complejas y que apareciera la conciencia, la inteligencia.

¿Nos tocó la lotería?

Si hubiera 100.000 planetas con vida, la probabilidad de que apareciera una especie inteligente se daría sólo en uno. Pero alguien tenía que llevar ese número de lotería, y efectivamente nos tocó a nosotros.

¿Y por ahí fuera, en algún otro lugar de nuestra galaxia, no habría podido surgir vida?

Ahora mismo tenemos censados 4.000 planetas. De todos ellos, pongamos que una décima parte reúne unas condiciones de habitabilidad similares a las del planeta Tierra en cuanto a tamaño y distancia de su estrella, es decir, hablaríamos de 400 planetas. En alguno de esos 400 planetas puede haber vida bacteriana, no en muchos pero en algunos. Pero espero no morirme sin saberlo. Lo vamos a saber pronto gracias a los telescopios que están en órbita fuera de la atmósfera. Cuando un planeta pasa por delante de su estrella, su atmósfera es atravesada por los rayos de ésta. Eso permite hacer espectrografía y conocer su composición. Y si tiene oxígeno, hay vida. Pero yo no creo que el universo esté lleno de hombrecillos verdes, para nada. Ahora bien, si los hay, serán humanoides.

¿Y eso por qué?

Porque no se me ocurre cómo se puede ser inteligente sin ser humanoide. Ni a mí ni a nadie. Todos los 'aliens' de la ciencia ficción, de la literatura o del cine, son humanoides, quitando algunas cosas raras que son absolutamente inverosímiles. Hay por ejemplo una película que se llama Arrival (La Llegada) en la que llegan a la Tierra unos extraterrestres que son una especie de pulpos. Es imposible que un pulpo pueda viajar por el espacio, a mí no se me ocurre cómo.

Cuando Hernán Cortés llegó a México encontró calzadas, canales, palacios escuelas, tribunales, reyes, sacerdotes, templos, campesinos, ejércitos...

Sí, cuando llega a México se encuentra en esencia el mismo mundo que hay al otro lado del mundo.

Un día se separan unos cazadores, y 15.000 años después se encuentran y se dan cuenta de que han evolucionado de manera muy similar.

Un día se separan unos cazadores, unos aquí y otros allá, y 15.000 años después se encuentran y se dan cuenta de que han evolucionado de manera muy similar. Esa es la prueba de que esa evolución era inevitable.

¿Cuál es la gran pregunta que queda por responder?

El otro día leí en un libro que la gran pregunta de la biología es por qué no somos zombis. Es decir, por qué somos conscientes, para qué sirve ser consciente, tener la capacidad de analizar y examinar nuestros propios pensamientos, sentimientos y emociones, tener un ojo que mira hacia adentro.

Dígamelo usted. ¿Para qué tenemos conciencia?

Ni idea, no sé sabe. A una vaca la autoconciencia no le sirve para nada, razón por la cual creo no la tienen, les basta con tener hambre y sed. La autoconciencia, pienso yo, tiene valor en el medio social. A un chimpancé, a un elefante o a un delfín le puede servir. En un medio social muy complejo tener un yo puede servir. Soy de los que piensan que la conciencia es un producto de la complejidad social.

¿Cuál es la especie más social y por tanto con más autoconciencia después de los humanos?

Probablemente los delfines. Hasta el punto de que los humanos hemos superado a los delfines en ese sentido sólo en el último millón de años, en el sprint final. Hace 2 millones de años es posible que los delfines fueran más inteligentes que nosotros.

Si desapareciéramos los humanos, ¿los chimpancés evolucionarían hasta convertirse en seres humanos?

Es posible. Muy posible. Lo es porque tienen las bases. Además, habría margen para ello.

A la Tierra le quedan fácilmente 3.000 millones de años, así que si desaparecemos los chimpancés tendrían margen para evolucionar a humanos.

A la Tierra le quedan fácilmente 3.000 millones de años, así que si desaparecemos los chimpancés tendrían margen para evolucionar a humanos.

¿Y por qué no han evolucionado ya hasta convertirse en humanos?

Por nosotros, en realidad. Les hemos mandado a la selva, no les hemos dejado evolucionar. Pero podrían haberlo hecho. Están muy cerca de conseguirlo.

Cómo paleontólogo, ¿por qué existe el sexo?

Bueno, ahí hay mucha discusión. No se sabe, es uno de los grandes misterios de la biología. El macho en ese sentido es un parásito genético de una hembra. Una mujer tiene un hijo, lo gesta ella y si me apuras, lo cría ella, pero nosotros los padres, los machos, les colocamos a ellas el 50% de nuestros genes. El caso es que hay montones de especies partenogenéticas (forma de reproducción basada en el desarrollo de células sexuales femeninas no fecundadas). Los pulgones de los rosales, por ejemplo, son partenogenéticos, no intervienen los machos.

¿Y usted qué utilidad le atribuye al sexo?

Hay muchas teorías. Una de ellas dice que existe para corregir errores de copia. Cuando hay una mutación, un error de copia, hay enzimas que los reparan. Pero para ello necesitan tener un original. Si tienes dos cromosomas y se produce un desperfecto en uno de ellos, pueden repararlo comparándolo con el otro. Es una posibilidad. Además las especies partenogenéticas son muy sensibles frente a los patógenos porque no tienen variabilidad y a la larga tienden a desaparecer. Los patógenos, que se ganan la vida con eso, les acaban cogiendo rápidamente el truco porque sólo hay un genotipo. Y en cuanto encuentran la manera de burlarlo, en cuanto encuentran la llave, entran en todos.

Por primera vez ahora somos dueños de nuestra propia evolución, somos capaces de dirigirla. ¿A dónde nos conducirá?

Nos conducirá a vivir en armonía, en paz y felices en un planeta maravilloso. Yo desde luego voy a hacer todo lo posible para que así sea.

Stephen Hawking pensaba sin embargo que es inevitable que se produzcan a través de ingeniería genética, superhombres frente a los cuales los seres humanos normales serán postergados y eliminados...

Stephen Hawking, Harari y todos estos son unos catastrofistas de cojones. Yo desde luego no tengo ningún interés en que haya superhombres y haré lo posible para que eso no ocurra. El futuro será como nosotros queramos. Desde luego, yo no pienso dejar que me implanten nada. Yo soy un ciudadano ateniense y a mí los persas no me dicen lo que tengo que hacer.

No tengo ningún interés en que haya superhombres Yo soy un ciudadano ateniense y a mí los persas no me dicen lo que tengo que hacer.

La pregunta que transita en todo su libro es: ¿por qué estamos aquí?

Esa pregunta metafísica yo sólo la puedo contestar como científico. Y la ciencia nos dice que si volviera a empezar la vida, volvería a suceder más o menos lo mismo.

Entrevista realizada por Irene Hernández Velasco

© El Mundo

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