Con la venia de la dirección de Elmanifiesto.com y agradeciendo la deferencia:
Este fin de semana pasado volvió a los escenarios una de mis obras de teatro “Es desde aquí que miro la luna”, un texto que fue premio Caja España de Teatro en 1999 y que se estrenó oficialmente en el Versus Teatre de Barcelona en 2001.
Por esta obra han pasado, ya sea ensayando o actuando, multitud de actores que ahora son figuras principales del panorama artístico español como es el caso de David Janer (“Águila Roja”), de Daniel Grao (“Mario Conde, los días de gloria”), de Aleix Rengel (“El secreto de Puente Viejo”), de Bruno Bergonzini, David Martínez o Jordy Sánchez.
Esta obra se ha representado en Cataluña, Baleares, Quebec, Túnez, Berlín, y ahora llega a Madrid en una excelente versión de la compañía “PanyVino” surgida del Conservatorio de Teatro de la capital.
Es, junto mi último texto, Contra el espejo, también estrenado, mi obra más radical, donde planteo la idea de “fatalidad” ante el destino, un destino que, aunque aparentemente decidido libremente, nos vemos forzados a cumplir.
¿Están nuestras existencias inexorablemente trazadas? O en todo caso, ¿es posible ponernos en contra de nuestra predeterminación? ¿Somos marionetas genéticas activadas por el universo?
¿Qué seríamos capaces de hacer para rescatarnos y volver a recuperar la libertad?
La obra se representa los viernes y sábados, a las 21 h., del mes de octubre en el Teatro Liberarte de Madrid (www.teatroliberarte.com; C/ Francisca Conde, nº 7. 28029 Madrid) y la propuesta sería ver la representación de la obra, algo más de una hora, y después participar en la tertulia habitual de El Manifiesto. (Quienes no hayan asistido nunca deben enviar un correo a amigosmanifiestomad@yahoo.es).
Esta propuesta sería para el sábado, 19 de octubre. Las entradas se pueden comprar en www.atrapalo.com o directamente en las taquillas del teatro.
Es un texto, perdonen la inmodestia, transformador, que no dejará a nadie indiferente, y la puesta en escena de Javier Prieto, el joven director, es de una radicalidad, como he comentado anteriormente, que a mí mismo me sorprende y, si quieren que les diga la verdad, hasta me apura, puesto que no dejo de ser tímido, y cuando, como espectador, voy a ver una de mis obras, más que disfrutarla, que también lo hago, estoy en tensión por todo lo que se está diciendo y haciendo allá arriba, en escena.
Y es que si en la vida suelo ser prudente y moderado al escribir teatro suelto “la bestia” que algunos llevamos dentro y después, ya hecho, muchas veces me digo: “atente a las consecuencias”.
Ustedes dirán.