De marimantecas y lloronas

Y helo aquí, al tal Junqueras, llorando, con el papo temblón y la garganta medio ocluida, hecho una magdalena porque le entalegan a dos reos de sedición, al igual que él, que todavía anda en la calle por estar aforado y que debería ser el primero en hospedarse en el penal de El Puerto.

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Las piaras de la CUP, esas que llenan de purines ideológicos y morales las calles de Cataluña, tienen al menos la dignidad de no lloriquear. Serán una hez de gentuza y de traidores, socios de los etarras de Bildu y de la no menos infame rehala de Podemos, la vanguardia más reconocible de los enemigos de España, pero no gimotean ni se ponen de perfil, de momento.

No podemos decir lo mismo de quienes los utilizan como carne de cañón. Ver a Junqueras hacer pucheros como una marimantecas porque le detienen a sus cómplices, implicados como él en lo que en cristiano se llama delito de lesa patria, nos asombra y nos produce un sarcástico desprecio. ¿Acaso se imaginaban que un país decente se puede dejar despedazar por una recua de indocumentados? Sí, se lo imaginaban. Desde que Zapatero cedió todo lo cedible y aún más –recordemos que su Estatuto reconoce a Cataluña como nación–, pensaban con muy buenas razones y mejores evidencias que los políticos de Madrid estaban dispuestos a vender en almoneda la unidad nacional, siempre y cuando se mantuviesen los valores políticos esenciales de la casta: durar un día más en la poltrona y aprobar los Presupuestos. Fue la negativa del gobierno Rajoy a ceder en el cupo catalán, que destrozaría sus sacrosantas cuentas, la que inició esta zambra que nos convierte en el escarnio de Europa, algo en lo que somos campeones sin rival desde 1977.

Y helo aquí, al tal Junqueras, llorando, con el papo temblón y la garganta medio ocluida, con un ojo para Murcia y el otro para Vigo, hecho una magdalena porque le entalegan a dos reos de sedición, al igual que él, que todavía anda en la calle por estar aforado y que debería ser el primero en hospedarse en el penal de El Puerto; pero sin contacto con los presos comunes, que no se merecen el bochorno de compartir celda con traidores.

¿Qué hemos hecho de malo?”, se pregunta la plañidera marimantecas. El lector podrá responder mejor que yo a lo que empiezo a creer que no es una pregunta retórica. Puede que este individuo sea sincero. Una característica del régimen del 78 es la selección de los peores, de los dirigentes con un perfil más plano, más cerca de los límites de la idiocia y, por eso, más adecuado al nivel de nuestras últimas reformas educativas: véanse Rufián, Irene Montero, Pedro Sánchez y demás lumbreras del Congreso. Desde 1978, la eliminación de los mejores ha funcionado como una ley de bronce en nuestro Estado de las autonomías, con un liderazgo político cada vez más icónico y menos semántico. Las elecciones son meras campañas de imagen en las que se presenta una marca que debe adaptarse a la mayor cantidad de sectores sociales y, por lo tanto, su mensaje dice cada vez menos porque abarca cada vez más. Basta con ver a los cabezas de cartel para comprobar que lo único que importa es el envoltorio (reconozco que Rajoy es una evidente objeción que salta a los ojos, pero es registrador de la propiedad, con toda la volupté que esa condición sexual tiene entre las madres y abuelas de mocitas provincianas). Dentro del Régimen sólo hay ideas, fuerza y propósitos a largo plazo entre los separatistas y la extrema izquierda. Pero los gimoteos de Junqueras me hacen dudar de los primeros: ¿se imagina alguien a Arzalluz llorando? Cuando se ven fenómenos como éste, uno se inclina a creer que es la CUP y no Esquerra la que dirige la sedición.

Tampoco faltan las marimantecas en Madrid: De Guindos, haciendo honor a su apellido, aún no se ha caído de su árbol epónimo, pese a los tiempos que corren, y ya está ofreciendo una retirada honorable a quienes carecen de honor y difícilmente pueden dar marcha atrás. Su único horizonte en un país serio sería independencia o cárcel. Aquí, como somos como somos, la cosa puede quedar, como máximo, en independencia o multa, pero yo apostaría a que será independencia o concierto económico más blindaje de competencias. España siempre premia a sus enemigos.

Por no desmerecer del resto de las fuerzas de izquierda, el Gobierno ha ordenado a todos los ayuntamientos donde manda su partido que no voten mociones en favor de la unidad nacional, esa ordinariez, con lo elegante y digno que es tomar el olivo. La Guardia Civil, que junto con los ciudadanos catalanes de a pie es la única que mantiene la lealtad a la patria española en Barcelona, se tiene que dejar agredir, cercar y ofender por orden del ministerio del Interior, tan valiente e implacable cuando se trata de los muchachos de Blanquerna, cuyo gravísimo delito fue irrumpir en un conventículo de traidores y cortarle el discurso a un enemigo de la nación. Seguro que las hordas de maleantes que destrozaron los vehículos de la fuerza pública en Barcelona no reciben ningún castigo: son ciudadanos de primera, niñatos comunistas y separatistas. No olvidemos que, si los subalternos de la sedición están en los calabozos, eso se debe a que un juez se decidió a aplicar la ley y a que al Gobierno no le cupo otra opción que obedecer su mandato. De no ser así, ahora andarían los traidores preparando los colegios electorales.

De Su Majestad sabemos que goza de excelente salud, así como toda la Real Familia, hecho del cual nosotros, como reverentes súbditos, nos alborozamos. Dios guarde a las Reales Personas por muchos años, ya que son el símbolo de la unidad y la continuidad de la Patria, como día a día demuestran.

Los lloriqueos empiezan en el minuto 0:59. ¡Saquen los pañuelos!

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