La guerra de las Galias

Todos nos jugamos mucho el próximo domingo y más aún quince días después, con la segunda vuelta. De Gaulle hablaba de algo de lo que sólo Marine Le Pen se atreve a hablar ahora: de la Grandeza.

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Sólo dos de los libros escritos por Julio César han llegado hasta nosotros. Uno de ellos es el dedicado a la guerra de las Galias. Alta literatura, manejada con la precisión de un bisturí de cirujano, y certero pulso de historiador son sus dos virtudes principales. De Gaulle se inspiró en él para escribir sus Memorias, que son otra obra maestra. Yo, de niño, cuando aún se estudiaba latín en este país sometido ahora a la barbarie de los planes de estudio que la democracia nos ha traído, traducía, a trompicones, ese libro. Gallia est omnis divisa in partes tres... Así empezaba.
Y todo un coro infantil / va cantando la lección: / mil veces ciento, cien mil...
Muchos años después caí fascinado por la egregia figura del general De Gaulle. Su sombra, o su luz, sigue gravitando sobre la política francesa y condicionándola. De los cuatro candidatos que aspiran a ganar las inminentes elecciones presidenciales de Francia sólo hay dos que empuñen el testigo dejado a la posteridad por el gigante (y prócer) de Colombey-les-Deux-Églises: Fillon y Marine Le Pen. Sus adversarios son poca cosa. Macron, un tontito sin sustancia, lleva, dicen, las de ganar. O sea: las de perder, porque si llega al Elíseo, Francia seguirá haciendo lo que empezó a hacer cuando De Gaulle dimitió en 1969: caminar lentamente hacia el desastre. O Mélenchon: un millonario castrista, chavista, madurista y oportunista. Un payaso. Un botarate. Con él llegaría la miseria moral y la económica.
Todos nos jugamos mucho el próximo domingo y más aún quince días después, con la segunda vuelta. De Gaulle hablaba de algo de lo que sólo Marine Le Pen se atreve a hablar ahora: de la Grandeza. Vean este vídeo (subtitulado)...


 

¿Algo que objetar?

Me irrita sobremanera oír a casi todos los periodistas españoles, esos loritos que siempre cantan con la voz de sus amos, el sonsonete facilón de ultraderechista aplicado a la única candidata que garantiza el fin del terrorismo y que es, en realidad, una socialdemócrata -nadie es perfecto- cuyo programa se asemeja en muchos puntos al de la extrema izquierda. Pese a ello, y en nombre del euroescepticismo, del identitarismo, de la lucha contra el terrorismo y del sentido común, ahí va mi voto, señora... Platónico, por supuesto, ya que tengo la desgracia de no ser francés.
© El Mundo

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