La invasión y colonización de Europa

La Gran Sustitución

Renaud Camus es un escritor y poeta francés. Autor prolífico y de gran cultura, fue una de las voces más escuchadas de la comunidad homosexual en los años 80/90. Políticamente situado en las cercanías del Frente Nacional, lleva desde años una lucha contra viento y marea contra la inmigración masiva, fenómeno calificado por él de invasión y colonización. Es el autor de la expresión ya consagrada de "la Gran Sustitución ("Le Grand Remplacement", título de una de sus obras).

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Renaud Camus es un escritor y poeta francés. Autor prolífico y de gran cultura, fue una de las voces más escuchadas de la comunidad homosexual en los años 80/90. Políticamente situado en las cercanías del Frente Nacional, lleva desde años una lucha contra viento y marea contra la inmigración masiva, fenómeno calificado por él de invasión y colonización. Es el autor de la expresión ya consagrada de “la Gran Sustitución (“Le Grand Remplacement”, título de una de sus obras) para designar el proceso de sustitución del pueblo francés (y del conjunto de la población europea) por pueblos extranjeros y el cambio de civilización que se derivará de ello. Ha sido llevado en varias ocasiones antes los tribunales acusado de “incitación al odio racial” y a la “discriminación” contra distintos colectivos étnicos y raciales.
Renaud Camus sigue no obstante alertando a sus compatriotas sobre la continua inmigración masiva y los peligros que esta situación conlleva. El 11 de septiembre de 2013 lanzó un llamamiento con el nombre de “No al Cambio de Pueblo y de Civilización” (NCPC), definido como un frente de rechazo, el movimiento de todos los que dicen NO a la “Gran Sustitución”. Esa “Gran Sustitución” es presentada como “la más grave crisis de nuestra historia y el problema más severo que debemos enfrentar hoy”.
 
 
«Mi amor para todos los que dicen NO, todos los que se levantan contra el cambio de pueblo y de civilización, todos los que rechazan la conquista y la colonización de Europa, así como la anunciaron, cada cual por su lado, Houari Boumédiène y Vladimir Putin, sin olvidar esos otros visionarios que fueron Enoch Powell y Jean Raspail.»
 
Francia y Europa invadidas y colonizadas
Si hay un hecho que angustia hoy a muchos franceses es realmente la sustitución progresiva, étnica, cultural y civilizacional de la nación francesa.
Francia se está "desfrancesizando". ¿Quién tiene la culpa? ¿Alguien piensa que el francés de a pie se hace la pregunta? Yo lo dudo. Los cándidos dicen que algunos nos imaginamos un Atila inexistente a nuestras puertas. Esos "algunos" somos cada día más. Decir Atila es decir violencia, pillaje, violación, en resumen: todas las barbaries que llegan con las invasiones. Pero estas violencias pudieran incluso no existir y la cosa no sería mejor. Existen, claro está, pero sin ellas, las zonas fuera de la ley (barrios en poder de los inmigrantes que imponen sus leyes al margen de las del Estado francés) son territorios de predominio demográfico de personas que no consideran a la cultura francesa como la suya. Y esas zonas son cada día más grandes. Si dentro de cincuenta años, el conjunto del territorio francés se parece a lo que se ha convertido Marsella, Lille o Roubaix, creo que podemos poner un punto final en nuestros libros de Historia.
"Permanezcamos cartesianos, el miedo es contraproductivo", se oye decir aquí y allá. Si embargo, cuando el miedo será sinónimo de instinto de supervivencia y saldrá de los cajones insoportablemente rancios del Front National, ¿no será acaso demasiado tarde? Frente a la multicultura encantadora, utopista, casi innovadora (ya que nunca fue conceptualizada anteriormente), y sin embargo, frente a una multicultura cada vez más invivible, hay personas que piensan que es el idioma francés lo que salvará nuestra identidad. Se trata, para ellos, de un denominador común que resistirá cualquier contingencia.
Si creemos que no nos queda en nuestro arsenal más que el francés para definirnos en el plano identitario, podemos preocuparnos sobre el estado en que nos encontramos. ¿Olvidamos acaso que el latín murió como lengua vernácula entre los siglos VII y X, es decir 200-400 años después de la caída del Imperio Romano de Occidente? Esa muerte no llegó en seguida, pero llegó al final. Luego no, la francofonía no es un remedio a tener en cuenta.
La Gran Sustitución no es un concepto, lamentablemente. Es mucho peor que un concepto, es una realidad cotidiana, es algo que las personas pueden observar cada vez que caminan por la calle. Es simplemente el cambio de pueblo. Hay un pueblo en un país determinado. Mediante un movimiento extremadamente rápido, y que además se va acelerando, hay otro pueblo, lo que implica necesariamente otra civilización, ya que es un concepto muy despreciativo de los pueblos, de los individuos, pensar que con otra población que tiene su propia cultura, su propia civilización, se puede seguir teniendo el mismo pueblo. La Gran Sustitución es simplemente la sustitución de un pueblo por otro: en las calles, en el metro, en las universidades, en las escuelas, sobre todo en las cárceles, ya que es ahí donde el reemplazo está más avanzado que en otras partes.
Yo digo que la crisis económica representa un fenómeno secundario frente a la crisis identitaria. La inmigración masiva y la hegemonía financiera de las oligarquías supranacionales son dos realidades unidas entre sí. Esta situación nos lleva a preguntarnos: ¿A quiénes beneficia la Gran Sustitución? Todo está estrechamente interconectado. La crisis (el cambio de pueblo y de civilización) es para Francia una crisis más importante que la Guerra de Cien Años o la derrota de 1940, y por lo tanto más importante que la crisis económica es esta masiva y devastadora inmigración, ya que con otro pueblo, tendremos otra historia. No niego la gravedad de la crisis económica, pero hemos tenido otras crisis económicas y muy graves, dos o tres por siglo de promedio... ¡Pero se sale de ellas! En cambio, si tenemos otro pueblo, salimos de la Historia. En cuanto al hecho de que la crisis económica tiene repercusiones sobre el cambio de pueblo (y viceversa, por cierto), eso es evidente, pero es cierto también para la escuela, para la situación cultural en general.
En cuanto a quién beneficia el cambio de pueblo, siempre podemos acusar a uno y a otros, por ejemplo la gran finanza internacional, los intereses nacionales que por supuesto ganan mucho en disponer lo que yo llamo el "hombre reemplazable", es decir una ficha en un tablero, que se puede deslocalizar incondicionalmente, lo que es evidentemente el concepto más despreciativo y más bajo que se puede tener del individuo. Podemos incriminar a los EE.UU., podemos incriminar a Europa, que es como un país salido de la Historia, ese es el drama. Es el hecho de que probablemente las catástrofes de la mitad del siglo XX han finalmente llevado a esta salida de la Historia que constatamos a diario, que hemos podido constatar hace poco, cuando veíamos de manera absolutamente ridícula y siniestra la manera como era celebrada la liberación de los rehenes (del supermercado judío). Se sentimentaliza de manera extrema el acontecimiento, se le pregunta a las familias cuáles son sus sentimientos por el regreso de "papá", como dicen en su estúpido idioma ridículo. Todo eso pone al descubierto la abdicación de toda dignidad, un rechazo de participar a la Historia, es decir considerarse como un actor de la situación histórica.
¿Qué remedios aplicar al gran mal que sufrimos? No creo que sea demasiado tarde, ya que en la medida de mis medios trato de actuar, de movilizar la mayor cantidad de gente posible. No dejo de lanzar llamadas a lo que llamo el "NO al cambio de pueblo y de civilización" y convoco a todos a unirse alrededor de este rechazo, que implica ciertamente un cambio de gobierno. Hay que deshacerse de lo que llamo los "reemplacistas", que se benefician de la Gran Sustitución. Por ejemplo, el poder socialista ya cuenta electoralmente con los reemplazantes, su clientela electoral es esa. Creen tener en esos reemplazantes la garantía de su permanencia eterna en el poder.
Tenemos que unirnos todos los que están horrorizados por esta especie de desvanecimiento de una civilización que fue grande, prestigiosa, hermosa y que carece de motivos para ser abandonada en favor de otras que no valen otro tanto, en todo caso no en el territorio que fue el lugar de sus prestigios.
El Front National es parte de la solución a este problema. No soy enemigo del FN. He pedido el voto para Marine Le Pen... Dicho esto, no todo el mundo se unirá al FN. Hay en este partido aspectos que mucha gente no está dispuesta a aceptar y por lo tanto tiene que estar al lado del FN el conjunto de los que están decididos a decir NO a este desastre, a este cambio de pueblo. Es posible que haya una reacción en las poblaciones de Francia y Europa para formar una verdadera fuerza que se manifestaría de toda las maneras convenientes. Es por eso que he creado el NCPC ("No al Cambio de Pueblo y de Civilización") e invito a mis compatriotas a unirse a este movimiento. Y no solamente a los franceses, ya que el problema no es sólo de Francia, y hay que pensar en escala europea en esta Europa que se ha declarado ciudad abierta y que consiente esta clase de suicido, esta colonización por sus antiguos colonizados, como lo dijo tan acertadamente Vladimir Putin hace ya más de 10 años.
 
Entrevista a Renaud Camus
¿Qué le lleva a dedicar tiempo y esfuerzo a la tarea a la que se dedica?
Nos desespera constatar que el fenómeno que de lejos nos parece el más importante de nuestra época, el que perdurará en la Historia como el más decisivo, el cambio de pueblo y necesariamente de civilización, la transformación radical del paisaje demográfico, cultural, y físico de nuestro país y de todo el continente europeo, se lleva a cabo en el más completo silencio político sin que los pueblos autóctonos hayan sido nunca consultados, y sin que esta cuestión mayor, capital, al lado de la cual las demás, aun las más graves y más dolorosas, son secundarias, haya sido nunca planteada.
¿Puede explicar a nuestros lectores qué es lo que usted llama la “Gran Sustitución”
Es muy sencillo. Había un país, había un pueblo, y en el espacio de una generación, en este mismo territorio ya había otros pueblos, con sus propias culturas, sus propias civilizaciones, sus propias religiones, sus propios idiomas y sus propios conceptos acerca del trabajo, la vida cívica, las leyes, la vida pública, la vida privada, las relaciones de vecindad, el territorio… Es un concepto muy bajo y muy humillante de lo que es el hombre, de lo que son los pueblos, el pensar que con otros hombres, con otras mujeres, con otros pueblos, con otras religiones, con otras culturas, se puede seguir teniendo la misma historia, la misma nación, la misma Europa. Luchamos contra ese concepto del “hombre intercambiable, el “hombre reemplazable”, atontado por la enseñanza del olvido y por la cretinización masiva, que se puede mover de un sitio a otro como un mueble, que promueven los intereses de la finanza internacional y las exigencias del poblado universal
¿Cómo llevar a cabo una “reemigración” (inversión de los flujos migratorios) de manera humana?
Sin duda no imitando la brutalidad de Argelia cuando estimó (y el mundo entero no se opuso a ello) que con un 10% de población extranjera a sus tradiciones (los llamados Pieds-Noirs, los franceses de Argelia) no sería verdaderamente independiente. Y esas minorías europeas, francesas o españolas, cristianas o judías, las echó al mar, con la violencia que sabemos: “la maleta o el ataúd” (fórmula con que los independentistas argelinos aterrorizaban a los europeos). Y no hablemos de los harkis masacrados (los musulmanes que habían elegido el campo francés). No nada de eso, bien al contrario. Pero tenemos la intención de tomarle la palabra a los que reniegan continuamente de su nacionalidad francesa, proclamando bien alto que no significa nada para ellos, y que desfilan a la menor ocasión bajo las banderas argelinas o marroquíes, rompiendo todo a su paso, y devolverlos a su verdadera patria. También hay que proceder a la expulsión de todos los que cometan delitos en nuestro país. Por otra parte las incitaciones financieras al retorno hacia los países de origen son perfectamente concebibles: costarán siempre menos que la propia inmigración.
¿En qué difiere su discurso del que tiene el Frente Nacional?
Europa se enfrenta a una verdadera conquista, una colonización que no quiere confesar su nombre. Europa no es nuestro adversario. Debemos defender una unión con los demás pueblos europeos que deben despertar de su letargo, debemos volver a la historia, a una idea de Europa como actor de su historia, basada en una de las más altas civilizaciones que la tierra ha conocido. Personalmente me siento tan europeo como francés.
El Frente Nacional está obligado a tomar acta del cambio de pueblo y resistir la tentación de considerar la Gran Sustitución como un hecho cerrado, irreversible. El tema de la invasión y colonización de Francia debe constituir el núcleo de su programa político. Mientras así sea, apoyaré al Frente Nacional en su lucha para el renacer de Francia.

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