Venecia, única. Y los tenores de por medio

¿Quién no conoce, quién no ha soñado con Venecia? Lo sólido y lo líquido juntos, entrelazados. Los más hermosos palacios e iglesias, por un lado; y el mar, abrazándolo todo (amenazándolo también), por otro. El abrazo de contrarios, la hermanada —armónica y tensa— conjunción de lo opuesto: ninguna otra ciudad del mundo lo expresa más profunda, más hermosamente que Venecia.

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¿Quién no conoce, quién no ha soñado con Venecia? Lo sólido y lo líquido juntos, entrelazados. Los más hermosos palacios e iglesias, por un lado; y el mar, abrazándolo todo (amenazándolo también), por otro. El abrazo de contrarios, la hermanada —armónica y tensa— conjunción de lo opuesto: ninguna otra ciudad del mundo lo expresa más profunda, más hermosamente que Venecia.

Y ensamblándolo todo, en medio de canales, grandiosidad y desasosiego, se oye la voz esmaltada y gloriosa del desaparecido e inmenso Luciano Pavarotti. ¿Puede alguien imaginar algo mejor?

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