Durante los gobiernos de Zapatero se convirtió en una sombra de lo que un día fue...

REQUIEM POR "INFORME SEMANAL"

Informe Semanal pasa a la medianoche de los programas irrelevantes mientras -otro signo de los tiempos- la 2 de Televisión Española sigue vagando sin rumbo y sin identidad, convertida en un plúmbeo contenedor más o menos cultureta y de audiencia ínfima y menguante -¡qué lejos queda la Segunda Cadena de La clave de Balbín y de Cineclub!-. Mientras tanto, encontrar una frase de mérito y con chispa en una redacción de un alumno de bachillerato se ha tornado casi misión imposible.

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 Desde hace varias semanas, Informe Semanal, todo un mito de la televisión pública española de las últimas décadas, ha sido desplazado a la medianoche del sábado. No me ha sorprendido en absoluto. Se ha tratado de la crónica de una muerte anunciada. 

La decadencia de Informe Semanal empezó hace ya mucho tiempo. Personalmente, dejé de verlo hace años, en parte debido a mis circunstancias -con niños pequeños en casa, uno ya no es dueño de su tiempo, y desde luego no de las veladas sabatinas-, y en parte a causa de la decepción que me supuso comprobar cómo descendía vergonzosamente el nivel y el grado de interés de la mayoría de sus reportajes. Lejos quedaban ya los tiempos de Rosa María Mateo y Pedro Erquicia. Muy lejos también los de mi infancia, adolescencia y primera juventud, en los que la cita del sábado con Informe Semanal constituía uno de mis ritos periódicos más queridos.

 La visible decadencia de este programa, su arrinconamiento final en los aledaños de la madrugada, me parece el síntoma del rumbo seguido en los últimos tiempos por nuestro país. Durante décadas, la noche de los sábados se estructuró en Televisión Española de un modo que, para bien de muchos, se resistió hasta hace pocos años a cambiar: primero, el programa al que nos referimos en el presente artículo; después, una buena película de cine clásico en Sábado cine. Durante largo tiempo, este binomio televisivo, de excelente calidad, me pareció algo aere perennius, casi tan atemporal e inmutable como las ideas platónicas. Y, sin embargo, la degeneración de nuestra atmósfera espiritual, intelectual y cultural terminó por afectar también a ese maravilloso pack del sábado noche que -ingenuo de mí- había creído inmune a los azarosos vaivenes del tiempo.

 Como ya he dicho, uno de los síntomas que anunciaban el final de una era procedió de Informe Semanal mismo, que durante los gobiernos de Zapatero se convirtió en una sombra de lo que un día fue. Pudimos advertir otro, sin duda, en la escandalosa sustitución de la clásica película -ya no “película clásica”, por desgracia- del sábado por la noche en la 1 por el programa de cine español de Cayetana Guillén Cuervo, a quien la ubicación del sábado noche en la 2 -ya demasiado generosa- le debió parecer poco. Cuando, frotándome los ojos, vi a Cayetana sentando sus reales en el espacio antaño reservado al durante tanto tiempo sagrado Sábado cine, supe que los bárbaros estaban ya a nuestras puertas y que se avecinaban tiempos recios y duros.

 Esos tiempos ya han llegado. Informe Semanal pasa a la medianoche de los programas irrelevantes mientras -otro signo de los tiempos- la 2 de Televisión Española sigue vagando sin rumbo y sin identidad, convertida en un plúmbeo contenedor más o menos cultureta y de audiencia ínfima y menguante -¡qué lejos queda la Segunda Cadena de La clave de Balbín y de Cineclub!-. Mientras tanto, encontrar una frase de mérito y con chispa en una redacción de un alumno de bachillerato se ha tornado casi misión imposible, y de algo parecido se lamentaba hace poco Rafael Argullol respecto a supuestamente solventes doctorandos. La vulgaridad desvergonzada de los correos de Urdangarín, los privilegios autoconcedidos sin rubor alguno de nuestros diputados, los enjuagues sobrecogedores en el PP, los de las facturas falseadas de UGT, la increíble deriva secesionista catalana -preludiada por la igualmente increíble prohibición de las corridas de toros en Cataluña-: ¿acaso no vemos que todos estos fenómenos se hallan conectados entre sí? ¿No resulta claro que todos proceden de una misma implosión espiritual, de un derrumbamiento general de los valores, de un cuesta abajo sin frenos que, iniciado ya en la tan estultamente alabada Transición, alcanza en nuestros días una  aceleración inusitada?

 Esa misma implosión espiritual es lo que ha arruinado los sábados por la noche en Televisión Española, hoy entregados a un intranscendente programa de entretenimiento. Única medicina posible: la restauración del glorioso binomio Informe Semanal/Sábado cine, restituidos en su  primera integridad metafísica; igual que nuestra triste democracia actual, repleta de mediocres y de aprovechados, tendría que regresar al espíritu de los Cuadernos para el diálogo de Ruiz Giménez. No una vuelta al pasado, sino una inmersión en la atmósfera de los valores eternos, permanente  fuente de renovación y de juventud. Única cura posible para un país enfermo. Aunque seguramente es dudoso que de verdad nos queramos curar.

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