11 de abril de 2007 – 11 de abril de 2017

"El Manifiesto" cumple 10 años

Diez años de ir a contracorriente, de estar fuera de las normas de derechas, izquierdas, capillas o capillitas. Diez años solos. Diez años buscando otro aliento, otro aire, otra esperanza.

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Diez años en su versión digital. Porque anteriormente, desde octubre de 2004,
El Manifiesto ya había salido en versión impresa distribuida en todos los kioscos de “las Españas”, como dicen quienes quisieran acabar tanto con el plural como con el singular de lo que otros, para que no se les atragante el nombre, llaman “Estepaís”. (Por cierto, la versión digital de la casi totalidad de los 12 números de la revista en papel se encuentra, desde siempre, disponible aquí.)
Diez años de nuestro cotidiano artículo, de nuestro cotidiano grito, de nuestro cotidiano reflexionar. Diez años de ir a contracorriente, de estar fuera de las normas de derechas, izquierdas, capillas o capillitas. Diez años solos. Diez años buscando otro aliento, otro aire, otra esperanza —otro mundo, pero aquí, en este miserable y... pese a todo maravilloso mundo mortal. Diez años de asiduos (o esporádicos) colaboradores: todos movidos por un mismo afán. Diez años de fieles (o infieles) y siempre magníficos lectores, cada vez más agudos los que dejan comentarios. Diez años manteniéndonos sin subvenciones, sin publicidades, sin ventas. Sin ánimo de lucro. Diez años en los que hemos pasado de mil visitas diarias a las más de diez mil en la actualidad. Diez años bregando… y dispuestos a bregar muchos años más. Si esto, amigos, no es un milagro, mucho se le parece.
Y para celebrarlo, hemos formulado una pregunta a algunos de los colaboradores que desde la primera hora han estado a nuestro lado. Hela aquí:
Tal vez sea este aniversario una buena ocasión para echar, un momento, la vista atrás. No son pocas las cosas acontecidas durante estos diez años en el mundo. La pregunta es, pues: entre el panorama existente entonces y el actual, ¿consideras que ha habido un avance, una involución o un retroceso por lo que respecta a las inquietudes en torno a las que gira un periódico “política y socialmente incorrecto” como el nuestro?
Éstas han sido sus respuestas.

JOSÉ JAVIER ESPARZA
El horizonte se despeja, las cosas se van viendo cada vez con mayor nitidez. Para lo bueno y para lo malo. Hace diez años, muchas cosas que planteábamos aquí apenas eran percibidas por una minoría; hoy, por el contrario, son cada vez más los que ven con claridad el momento crítico que afronta la cultura europea en todos los órdenes, desde lo estético hasta lo demográfico pasando por lo económico, lo religioso y lo político. España sigue siendo un caso aparte en el contexto continental, porque aquí el discurso oficial aún goza de un crédito que en otros lugares ha perdido. Y sin embargo, algo bulle. Nosotros hemos venido dibujando en El Manifiesto los contornos de un gran combate. Hoy ese combate, que es propiamente un desafío de civilización, ofrece claramente sus perfiles. No será jactancioso decir, simplemente, que teníamos razón. Es verdad que todavía quedan muchas líneas por dibujar, muchos trazos por pintar, muchos combates por librar. Pero cada vez hay más manos dispuestas.

FERNANDO SÁNCHEZ DRAGÓ
Ambas cosas: avance y retroceso, haciendo equilibrios el uno y el otro sobre el alambre de la involución, de la evolución y hasta de la revolución. Aristotélico, hegeliano y nietzscheano yo, todo a la vez y más que nunca. La involución, a rastras de la corrección política, es el amargo far niente que caracteriza el discurso de valores oficiales en la Europa de Bruselas y en los organismos internacionales. Y en España, por supuesto. La evolución estriba en la lenta, al comienzo, y ahora ya vertiginosa toma de conciencia de los pueblos (no de la plebe) que apuestan por el identitarismo y la tradición frente al europeísmo y la globalización. Véanse al respecto el brexit, la victoria de Trump y el ascenso de los euroescépticos. Si Marine Le Pen, que encarna los valores de la República (o sea: de la Ley frente al Estado), derrota a Macron, que es un tontito sin médula ni columna vertebral, y Putin, que es el zar de todas las Rusias, se faja en Siria, la revolución estará servida y comenzará una nueva era en la historia universal. De no ser así, la cuadriga del neoapocalipsis (a saber: relativismo, multiculturalismo, buenismo e ideología de género) nos conducirá a él. Empecé a colaborar en El Manifiesto desde su fundación, así que yo también cumplo diez años. ¡Felicidades compartidas!
PD - Trump nos ha traicionado. Lo del bombardeo de Siria es un jarro de agua hirviente. Ahora va a resultar que todo era un truco para ganar las elecciones gracias a los votos de los deplorables, como tú los llamas, y después incorporarse al belicismo de Hillary y al mandato de la Progredumbre. De momento, sólo nos quedan Putin y, si las elecciones le son propicias, Marine Le Pen. No sé si entre los dos suman bastante para que la tortilla se vuelva. No es imposible que los cincuenta y nueve misiles sean, como lo fuesen el asesinato del Archiduque en Sarajevo o el pasillo de Danzig, el estúpido factor desencadenante de una nueva guerra mundial. A los rusos y los israelíes va a costarles mucho trabajo digerir las enmiendas que está introduciendo en su espléndido programa electoral. ¡Fíate de los políticos y echa a correr como alma que lleva el diablo! Ellos lo son.

ALBERTO BUELA
Si uno recurre a Google, que viene a ser algo así como la Biblia de los analfabetos locuaces los periodistas, podemos ver que esta década de El Manifiesto (2007-2017), que va desde la consolidación de Putin en el poder hasta la asunción de Trump, no ha sido más que una sucesión de imágenes truncas de tentativas de paz y de guerras internas dirigidas. Nihil novo sub sole, más de lo mismo.
En orden al enfrentamiento a lo políticamente correcto se avanzó, pues surgieron varios movimientos políticos alternativos, sobre todo en Europa, lo cual permitió tener una campana de resonancia mayor al pensamiento no conformista.
En esta década se han destacado los que ya se venían destacando de antes como de Benoist, Esparza, Gonçalves, Veneziani, Walker, Sunic, Steukers, Masffesoli et alii, y otros nuevos que se han sumado como Portella, Thibault, Agulló, Duarte Branquinho. En una palabra, hoy, luego de una década, son más que antes los que piensan y escriben desde el campo del no conformismo.
A ello hay que agregarle que las circunstancias políticas son más favorables, pues el modelo de one Word del viejo Bush es hoy insostenible por el nuevo Trump. A este despliegue mayor del pensamiento alternativo es mucho lo que han aportado los pensadores rusos como Dugin, Sabin, Shulman, Gulevich, en esta última década.
El Manifiesto se ha transformado en la tribuna natural de este pensamiento en castellano. Merced a su director las traducciones desde el francés son casi cotidianas, así como la incorporación de pensadores americanos y/o pertenecientes a otras familias de ideas.

RODRIGO AGULLÓ
Sin duda hemos empeorado en todo, pero la resistencia también se ha fortalecido, superando todas las previsiones. Hoy se pueden plantear cuestiones y hacer denuncias que hace años eran imposibles de formular, sin caer fuera de toda respetabilidad. Eso en Europa. En España seguimos en el limbo. El Manifiesto es una de las contadas excepciones, una ventana de libertad en una atmósfera conformista y adocenada, un intento de abrir nuevos espacios de debate en nuestro país, y de enlazar con lo mejor del pensamiento anticonformista en Europa. Dentro de unos años, se mirará a El Manifiesto como a un espacio pionero. We, the happy few...

JESÚS SEBASTIÁN
A un nacimiento bastante marcado por la Nueva Derecha francesa (línea Benoist), la evolución de El Manifiesto se ha ido adaptando a lo largo de estos diez años al surgimiento de nuevas orientaciones y sensibilidades ideológicas en Europa, Rusia y EE. UU., escasamente representativas en España, pero que anuncian un nuevo paradigma político para hacer frente al liberal-capitalismo. En esta línea, El Manifiesto se ha abierto a la reflexión sobre la identidad, el Estado-patria, el nacional-populismo, el euroescepticismo, temas bastante alejados ya de los orígenes de esta aventura. Si debiera destacar algo, sería precisamente la capacidad de adaptación del periódico a las nuevas sinergias que operan en el ámbito ideológico en el que se desenvuelve, siempre bajo el principio de que “el futuro no está escrito en ninguna parte”.

JOSÉ VICENTE PASCUAL
La situación ha empeorado hacia delante. La sociedad española de 2017 es más cerril en su empeño en autoliquidarse: sólo hay que ver el auge de los nacionalismos-federalismos-separatismos, ver el auge de los podemismos, la brutalidad de la ideología de género y la tiranía del pensamiento único; y cada vez hay más entusiasmo en la orgía. El sueño de la razón ya ha generado monstruos, y cada vez son más. Sólo hemos avanzado en un sentido: cada vez hay más gente crítica con el pensamiento oficial y la ideología única de nuestras élites dirigentes. Eso es bueno. Lo demás, pésimo.

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