La relación de Buenos Aires con la cultura hace de esta ciudad un lugar único. Solo así se explica que en el país del fútbol como religión, a la misma hora en que Argentina jugaba un partido clave con Brasil (hablamos de hace algunos años), un millar de personas hicieran horas de cola para escuchar a Michel Houellebecq, el autor de Sumisión, que subió al escenario rodeado por los dos guardaespaldas. Le acompañan a todas horas después de que sufriera amenazas por este último libro, en el que imagina una Francia en 2021 gobernada por un partido musulmán moderado que impone la religión en la educación. Houellebecq no decepcionó esa expectativa de los porteños, que hace 100 años estaban acostumbrados a ver cómo todos los intelectuales europeos pasaban largas temporadas allí –aún se conserva la habitación que usó García Lorca–. Y logró una enorme atracción de público muy joven con su visión demoledora de las élites francesas y europeas y de la situación política actual.
Para él, la clave está en el derrumbe de la izquierda. Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, está perdiendo incluso a los intelectuales. "Los intelectuales han abandonado la izquierda, pero sin unirse a la derecha. Han encontrado la libertad de pensamiento". Houellebecq reafirma las ideas que expresa en Sumisión, esto es que las élites odian al pueblo y viceversa y esa tensión es la que está provocando el hundimiento del sistema político. Aunque su visita coincidió con la victoria de Donald Trump, el intelectual parece más pendiente de Europa y cree que lo importante son las corrientes de fondo, no los fenómenos como el del magnate estadounidense.
Él ve una especie de rebelión de las élites contra el pueblo. Y de ahí surge la crítica al llamado populismo. «Las ideas populistas son calificadas por las élites de abyectas y nauseabundas. Y me parece muy elocuente el insulto de nauseabundas, es decir, que huelen mal. Porque las élites dicen al pueblo: oléis mal», dijo en una de sus conferencias. Y pone ejemplos. "En 2005 hubo un referéndum en Francia sobre la UE en la que hubo un ´no´ masivo, pero después fue adoptado por el Parlamento. Me pareció una negación de la democracia como hacía años que no se veía en Francia. No es algo específico de Francia, pasó lo mismo con el Brexit, algunos quieren repetirlo porque dicen que el pueblo ha votado mal”. De hecho en Sumisión el origen de la llegada al poder en 2021 de un partido musulmán, aliado con los socialistas, es la unión de todos contra Le Pen en 2017, que lejos de resolver el problema lo complica aún más.
Provocador en cada una de sus frases, Houellebecq se autodefine como “reaccionario”, ataca la democracia representativa y cree que "la izquierda está en un estado de pánico, arrinconada". Ataca sin piedad a popes de la intelectualidad francesa como Camus y Sartre y confiesa su odio por el gran diario de referencia de su país, Le Monde. "Entre las élites y el pueblo hay que hablar de odio y también es de odio mi relación con algunos diarios, en especial Le Monde. No pierdo la esperanza de asistir en vida a la muerte de algunos diarios. Es difícil porque están financiados por el Estado, pero todos los medios, en especial los de izquierdas, pierden lectores y están en claros problemas", sentencia.
La publicación de Sumisión en Francia provocó tal polémica, y acabó con su vida vinculada a esos dos escoltas, que ahora él se plantea que no podrá estar en su país cuando salga su próximo libro. “Yo tenía la impresión de que el escritor era inimputable. Subestimé el peligro, sobre todo con el islam. Yo no había calculado eso”, asegura. “Tal vez la próxima vez me iré a Argentina cuando salga mi libro”, bromea. Aunque él sostiene que Sumisión no es antimusulmán. “No hay nada contra el islam porque no hay verdaderos musulmanes en el libro. No hay fanáticos, hay políticos que se aprovechan de la religión. Nada más”.
Pero tal vez la faceta más provocadora de Houellebecq sea su visión machista del mundo. “Puede que sea un poco machista, pero yo digo que me gustaría que encontráramos un sistema que funcione. El patriarcado no fue sustituido por un sistema que funcione. La palabra de los hombres ha desaparecido, porque el hombre se dio cuenta que era más prudente callar. Porque se arriesga a no gustarle más a las mujeres. Se calla, disimula, y la mujer piensa tontamente que cambió. Por eso creo que las feministas deberían leerme para conocer el punto de vista de los hombres, que es poco conocido”, lanzó. Houellebeq se fue de Buenos Aires dejando una última polémica, con su defensa a ultranza de la prostitución: "abolir la prostitución es uno de los aspectos del suicidio europeo".
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