Desde hace unos días los medios de control de masas occidentales están promoviendo una corriente de sensibilización y aceptación pro-inmigracionista, del mismo modo que hace un tiempo atrás promovieron también la afinidad y la simpatía hacía aquellos movimientos de protesta supuestamente espontáneos que publicitados con el nombre de “Primavera Árabe” afirmaban que iban a democratizar los países de Oriente Medio, pero que, no obstante, Ha resultado que han conducido a estos hacía la guerra, la destrucción, la muerte y el exilio de cientos de miles de personas.
Asistimos a una tragedia humanitaria consecuencia de unas guerras orquestadas por el pretendido gobierno de dominación mundial (el eje EE.UU.-Israel) con la complicidad de los aliados de la UE y las marionetas de turno: los perroflautas que enarbolaban la bandera de la Primavera Árabe “para liberar al pueblo de los malvados dictadores” cuando en verdad estaban siendo cómplices, sin saberlo, de un plan trazado desde Washington para favorecer una determinada estrategia internacional fundamentada en el control de recursos y la desestabilización de Oriente Medio en beneficio del Estado de Israel frente a los países árabes.
Todos estos países que han sido reventados a partir de tan peculiares “revueltas populares” tenían un denominador común: poseen inmensas reservas de petróleo y excluían a EE.UU. en sus negocios, toda vez que mantenían acuerdos comerciales con los principales competidores de éstos, Rusia y China. Se trataba de Estados laicos y soberanos con proyección económica de futuro, y presentaban todos ellos una drástica oposición frente a Israel.
Motivos estos más que suficientes para que los pretendidos amos del mundo nos vendieran la moto de que se trataba de “países con dictaduras de tiranos” a los que había que derrocar “para instaurar la democracia”. Esto, a la par que se hace silencio con las “dictaduras buenas”, asociadas a este eje de dominación global, como lo son, por ejemplo, las de Qatar o Emiratos Árabes (para más inri publicitadas en las camisetas de los principales clubes de futbol) o, sin ir tan lejos, el vecino Marruecos cuya familia real acumula tres cuartas partes del PIB del Estado.
El caso es que ya está más que reconocida la financiación y la entrega de armas por parte de EEUU a los fanáticos sublevados del Estado Islámico.
Así mismo, hace apenas unos días, una filtración efectuada por parte de un funcionario del servicio de inteligencia austríaco revelaba como desde EE.UU. están financiando también a las mafias que introducen a inmigrantes y refugiados en Europa.
En palabras del periodista Thierry Meyssann, que analiza estas filtraciones, “la oleada de inmigrantes y refugiados que tratan de alcanzar Europa no es una consecuencia accidental. El caos no es fortuito; es el objetivo”
Así pues, el caos se magnifica para mayor deleite de aquellos que persiguen crear un mundo de Estados destruidos y serviles a sus pretensiones de dominación global, encarrilando a toda una muchedumbre hacia el propio corazón de Europa para debilitarla en beneficio de los intereses capitalistas de las anónimas multinacionales y las decadentes élites locales que fomentan y se aprovechan del doloroso éxodo de millones de personas para lograr mano de obra barata; toda vez que la identidad y la personalidad de los Estados europeos entra en conflicto, viéndose también amenazada nuestra seguridad por la llegada incontrolada de numerosos yihadistas que se aprovechan de este coladero.
No se han conformado con destruir Oriente medio, también quieren ahogar a Europa, y en ese sentido otro atrevido periodista, Nicolas Bonnal, no se corta al afirmar que “EE.UU. ha organizado una invasión a Europa con la ayuda de sus políticos leales como Renzi, Hollande y Merkel”.
Bonnal puntualiza que “están poniendo en práctica los principios neomaquiavélicos de Leo Strauss y de los estrategas al estilo de Wolfowitz. Estos trotskistas fallidos desean gobernar mediante el caos los países, al privarlos de las realidades humanas e históricas”
Ahora nos machacan mediáticamente con imágenes de la propia tragedia de refugiados que ellos mismos han ocasionado, generando una corriente de bienintencionado humanitarismo que culmina con la creación de centros de acogida, que de manera indirecta están favoreciendo que se incremente vertiginosamente el número de desplazados que se arriesgan a emprender un viaje que culmina con la muerte de miles de ellos.
A la cabeza de tan irresponsables llamamientos al estilo de anunciar “ciudades asilo”, encontramos de nuevo a los tontos-útiles de la “primavera democrática”, como es el caso, por ejemplo, de la alcaldesa de Barcelona, la ex okupa Ada Colau, de quien poco más podíamos esperar, teniendo en cuenta su empleo dentro de un chiringuito de esos llamados ONG, que viven precisamente de “la inserción de inmigrantes”, y que ha recibido un montante de 3,7 millones de euros en subvenciones del Estado y de la Generalitat de Catalunya.
Fuera de críticas, como de lo que se trata es de ofrecer soluciones más allá del confortable populismo que aporta anunciar el acogimiento de refugiados, habría que apuntar las medidas propuestas por el eurodiputado italiano Matteo Salvini, quien solicita a la UE que se implique para acabar con la guerra y el éxodo de refugiados, exterminando al grupo terrorista Estado Islámico y revocando el bloqueo, el embargo y las sanciones que la Unión Europea ha impuesto contra Siria.
Pero ya se sabe que esto, de momento, no interesa al eje de dominación, en cuya cabeza visible han colocado al Premio Nobel de la Paz.
Para finalizar, simplemente apuntaré que echo de menos las manifestaciones del “no a la guerra”, y que es una lástima que éstas hayan sido reemplazadas por el masoquismo de compartir en las redes sociales la foto del niño sirio muerto en la playa.