Para quienes defienden la conveniencia de las migraciones, el mundo está poblado de "personas" abstractas, desarraigadas, cuya principal característica es que son intercambiables. En cuanto a las culturas, sólo las consideran como epifenómenos.
La foto de este niño sirio ahogado en la playa, ¿estaría dándole la vuelta a las opiniones europeas? En nuestra época de storytelling, se trata aparentemente de mostrar que la cuestión de los migrantes de un “drama humano”…
Claro que es un “drama humano”. Se ha de tener el corazón seco o estar cegado por el odio para no darse cuenta. Es un drama humano el de los musulmanes amenazados por el islamismo yihadista, el de familias enteras que huyen de Oriente Próximo desestabilizado por las políticas occidentales, Pero también es un asunto política y hasta geopolítico. Se trata por tanto de saber qué relaciones debnen existir en lo político y lo humanitario. Ahora bien, la experiencia enseña que las intervenciones “humanitarias” suelen por lo general agravar las cosas. Y también enseñan que la supeditación de las categorías políticas a las morales es una de las principales causas de la impotencia de los Estados.
El propio maremoto migratorio al que estamos asistiendo no hace sino incrementar el desastre. Se había calculado al principio en miles de refugiados, luego en decenas de miles, luego en centenares de miles. Más de 350.000 migrantes han cruzado el Mediterráneo estos últimos meses. Alemania ha aceptado recibir 800.000, lo cual equivale a mucho más de sus nacimientos anuales. ¡Lejos estamos de la inmigración intersticial de hace treinta años! Frente a semejante alud, sólo se hacen una pregunta: “¿Cómo acogerlos?”, nunca: “¿Cómo impedirles que entren?”. Laurent Fabius encuentra incluso “escandalosa” la actitud de los países que quieren cerrar sus fronteras. ¿Ocurrirá lo mismo cuando las entradas se cuenten por millones? Los políticos, ¿seguirán preocupándose de los incontables “dramas humanos” que se producen en el mundo antes que del bien común de sus conciudadanos? Ahí está toda la cuestión.
Más allá de la emoción suscitada por el “choque de las fotos”, ¿cuáles son los argumentos esgrimidos por quienes nos quieren convencer de lo conveniente de las migraciones?
Son de dos tipos: los argumentos morales (“son nuestros hermanos, tenemos una obligación moral para con ellos”) y los argumentos económicos (William Lacy Swing, director general de la Organización Internacional para las migraciones: “Las migraciones son necesarias si se quiere que prospere la economía”). Los primeros, que confunden la moral personal y privada con la política y pública, se sitúan en el mismo universalismo que los segundos. Quienes recurren a tales argumentos piensan que antes de ser franceses, alemanes, españoles, sirios o chinos, los individuos son en primer lugar “seres humanos”, es decir, pertenecen de forma inmediata a la humanidad, cuando en realidad todos los hombres pertenecemos a la humanidad de manera mediata, en cuanto miembros y herederos de una cultura determinada. Para ellos, el mundo está poblado de “personas” abstractas, desarraigadas, cuya principal característica es que son intercambiables. En cuanto a las culturas, sólo las consideran como epifenómenos. Es lo que decía Jacques Attali en la revista Cadmos en 1981: “Para mí, la cultura europea no existe, nunca ha existido”.
El Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas acaba de publicar un informe segúnel cual la disminución de la natalidad en los países europeos hace que “resulte inevitable el declive de su población si no hay una migración sustitutiva”. Se indica en dicho informe que, “para el conjunto de Europa, haría falta duplicar el nivel de la inmigración existente en los años 90”, sin lo cual la edad de la jubilación deberá alargarse hasta los 75 años. Europa envejece, la inmigración va a salvarla: he ahí una perfecta ilustración de la idea de que los hombres son intercambiables cualquiera que sea su origen, y que los imperativos económicos deben primar por encima de todos los demás. La moral de los “derechos humanos” no es otra cosa que el ropaje con que se envuelven los intereses financieros.
Le département des affaires économiques et sociales des Nations unies vient de publier un rapport selon lequel, dans les pays européens, la baisse de la natalité fait que « le déclin de la population est inévitable en l’absence de migration de remplacement ». Il y est indiqué que « pour l’Europe dans son ensemble, il faudrait deux fois le niveau d’immigration observé dans les années 1990 », faute de quoi l’âge du départ à la retraite devra être repoussé à 75 ans. L’Europe vieillit, l’immigration va la sauver : voilà une parfaite illustration de l’idée que les hommes sont interchangeables quelle que soit leur origine, et que les impératifs économiques doivent primer sur tous les autres. La morale des « droits de l’homme » n’est qu’un habillage des intérêts financiers.
Precisamente, existe también el aspecto demográfico. Seguro que conoce estas palabras del antiguo presidente argelino Huari Boumédiène, que la gente de derechas cita siempre: “Un día, millones de hombres abonadarán el hemisferio sur para ir al hemisferio norte. Y no irán a él como amigos, puesto que irán a conquistarlo. Y lo conquistarán con sus hijos. El vientre de nuestras mujeres nos dará la victoria”. ¿Es la Gran Sustitución?[1]
Según unos, Boumediène habría pronunciado tales palabras en febrero de 1974 en la II Cumbre Islámica de Lahore, celebrada en Pakistán; según otros, las habría dicho el 10 de abril de 1974 en la tribuna de la ONU. No deja de ser reveladora esta incertidumbre, tanto más cuanto que nadie ha mostrado nunca el texto íntegro de este pretendido discurso. Houari Boumédiène, que no era un imbécil, ¡sabía muy bien, por lo demás, que el Oriente Próximo se sitúa en el hemisferio norte, y no en el sur! Hay, pues, muchas posibilidades de que se trate de un texto apócrifo.
En este terreno es más seguro escuchar a los demógrafos. La población del continente africano ha saltado de 100 millones de habitantes en 1900 a más de 1.000 millones en la actualidad. En los años 2050, es decir, dentro de treinta y cinco años tan sólo, los africanos serán entre 2.000 y 3.000 millones; superarán los 4.000 millones a finales de siglo. Aunque las correlaciones demográficas no se reduzcan a un simple fenómeno de vasos comunicantes, hay que ser ingenuo para imaginarse que este vertiginosos crecimiento demográfico, que hemos favorecido nosotros mismos, carecerá de incidencia sobre las inmigraciones futuras. Recordemos lo que dice Bernard Lugan: “¿Cómo esperar que los inmigrantes dejen de precipitarse a un ‘paraíso’ europeo no defendido y poblado de viejos?” ¿La Gran Sustitución? Personalmente hablaría mejor de Gran Transformación. La Gran Sustitución, a mi juicio, será la del hombre por la máquina; es decir, la sustitución de la inteligencia humana por la inteligencia artificial. Un peligro mucho más real de lo que se cree.[2]
Entrevista realizada por Nicolas Gautier
© Boulevard Voltaire
[1] “La Gran Sustitución”: concepto lanzado por el filósofo René Camus y que ha hecho en Francia merecida fortuna. Con el que se califica lo que constituye ya, y acabará sobre todo constituyendo si no se le pone remedio, el mayor trasvase interétnico de poblaciones efectuado en toda la historia. (N. del T.)