La tragedia francesa en Argelia: "la maleta o el ataúd" (y II)

"La maleta o el ataúd", emigrar del país en el que habían nacido, o morir: tal fue el dilema que impuso a los franceses de Argelia el FLN . Ante ello, más de un millón eligieron "la maleta". Pero algunos tomaron las armas y crearon la Organización del Ejército Secreto (OAS).

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"La maleta o el ataúd", emigrar del país en el que habían nacido, o morir: tal fue el dilema que impuso a los franceses de Argelia el FLN . Ante ello, más de un millón eligieron "la maleta". Pero algunos tomaron las armas y crearon la Organización del Ejército Secreto (OAS).
Según uno de sus fundadores, Jean Jacques Susini, la OAS llegó a contar con más de un millar de hombres armados y en torno a 3.000 militantes que realizaban labores de apoyo, logísticas e informativas, y se localizaban principalmente en Constatina, Orán y la capital, Argel. Al igual que los intelectuales de izquierda apoyaban al Frente de Liberación Nacional, no pocos pensadores conservadores y nacionalistas se posicionaron junto a los colonos.
El FLN contra los civiles, la OAS contra el FLN y la V República
En una primera fase, la OAS actuó exclusivamente contra el independentista Frente de Liberación Nacional. Éstos, por el contrario, no dudaron en atacar a civiles desde el inicio de sus operaciones. Debido a la brutal persecución a la que fue sometida por parte de la policía colonial y del servicio secreto mediante sus temidos agentes llamados ‘barbouzes’ por las barbas postizas que llevaban, la OAS no tuvo más remedio que ampliar sus posibles objetivos, incluyendo a los cuerpos de seguridad e instituciones de la V República, llegando incluso a realizar acciones terroristas en el propio suelo de la metrópoli.
Más de 32.000 muertos en acciones terroristas
En total, la OAS asesinó a unas 2.200 personas de las que el 85% eran argelinos, de los cuales una gran parte eran miembros o colaboradores de las fuerzas rebeldes. Por su parte, el Frente de Liberación Nacional terminó con la vida de unas 30.000 personas, en su mayoría colonos, militares y fuerzas francesas encargadas del orden público, así como argelinos opuestos al independentismo o al socialismo, los cuales recibieron el nombre de ‘harkis’. Tanto la OAS como el Frente de Liberación Nacional contaron con una fuerte simpatía y apoyo por parte de sus respectivas comunidades. Mientras que la organización creada por Ben Bella tenía su feudo en la ‘casbah’ de Argel, el grupo de Salan encontraba en el barrio capitalino de Bab-el-Oued su principal bastión. Sin embargo, desde el Palacio del Elíseo, residencia del Presidente de la República, se transmitió a los medios de comunicación que el enemigo era la OAS y no los independentistas argelinos. Los mass media franceses cedieron ante las presiones gubernamentales, amplificando las acciones perpetradas por la OAS y silenciando las cometidas por los rebeldes de Ben Bella.
Un totum revolutum por la Argelia francesa
La histografía izquierdista y ‘gaullista’ ha presentado a la OAS como un grupo terrorista de extrema derecha. Sin embargo, un análisis objetivo de su ideología y de sus miembros evidencia que había algo más que ultraderechistas y nacionalistas. En la OAS estaban presentes militares conservadores, políticos liberales, simpatizantes fascistas, nostálgicos de la Francia de Vichy, desertores de las guerras coloniales y, sobre todo, comerciantes, artesanos y empleados de extracción modesta. De hecho, en el citado distrito de Bab-el-Oued siempre habían vencido electoralmente los comunistas y los socialistas. El aceite que engrasó la OAS fue, en exclusiva, la permanencia de Argelia en Francia y el odio a De Gaulle.
El final de la OAS
Tras hacerse efectiva la independencia de Argelia el 5 de julio de 1962, la OAS trasladó sus operaciones a la metrópoli y estableció sus bases en el sur de Francia, sobre todo en Marsella y Niza, considerada esta última como la capital del nacionalismo francés. La persecución efectuada por las fuerzas del orden contra la OAS, terminó por desarticular la organización y la mayoría de sus dirigentes como Pierre Lagaillarde, Jacques Soustelle y el propio Raoul Salan optaron por el exilio, con España como destino preferente. Algunos comandos aislados intentaron continuar la lucha contra la V República y su Presidente, al que intentaron asesinar en numerosas ocasiones. El que más cerca estuvo de conseguirlo fue el ingeniero militar Jean-Marie Bastien-Thiry, miembro de la organización llamada Vieil État-Major o Viejo Estado Mayor, que si bien no era parte integrante de la OAS, cooperaba con ella. El 22 de agosto de 1962, un comando liderado por Bastien-Thiry disparó contra el vehículo que transportaba a De Gaulle y a su esposa en Petit-Clamart, una zona residencial a las afueras de París. Bastien-Thiry fue arrestado y juzgado por un tribunal militar en un proceso realizado a principios de 1963, siendo condenado a muerte. El 11 de marzo de ese año, fue fusilado por un pelotón militar en el Fuerte de Ivry a los 35 años de edad. Tras su muerte, De Gaulle reveló a sus allegados que “los franceses necesitan mártires. Los deben escoger con cuidado. Podía haberles dado a uno de esos generales estúpidos que juegan a la pelota en la prisión de Tulle. Yo les dí a Bastien-Thiry. Los franceses serán capaces de convertirlo en un mártir. Él se lo merece”. Con la muerte de Bastien-Thiry, la Guerra Civil argelina y la OAS cerraron su página en la historia.
La OAS en el imaginario colectivo
Sin embargo, el mito de esta organización ha continuado formando parte del imaginario colectivo de Francia. Incluso el afamado novelista británico Frederick Forsyth escribió El día del chacal, una de sus mejores novelas, que trata sobre un supuesto complot  diseñado por la OAS con la colaboración de un asesino profesional para matar a Charles de Gaulle.
El elemento renovador del nacionalismo francés
Más allá de la ficción, la Guerra Civil de Argelia supuso la transformación del viejo nacionalismo francés, conservador y reaccionario, en uno nuevo. Una generación de jóvenes pensadores, políticamente nacidos en los años del conflicto, editaron revistas, crearon asociaciones y partidos y renovaron su campo ideológico. Muchas de aquellas ideas surgidas en círculos de apoyo a la OAS, como la soberanía, el europeísmo, el ecologismo no marxista, la alternativa económica al capitalismo y al comunismo, la recuperación de los valores espirituales y tradicionales o la cuestión migratoria, son hoy ideas-fuerza del Frente Nacional de Marine Le Pen que, en las pasadas elecciones al Parlamento Europeo, fue la formación más votada en Francia. Como algunos cometaristas políticos de izquierda afirmaron en la noche electoral, “la victoria de Marine Le Pen es el triunfo del nacionalismo creado en torno a la OAS y a la cuestión argelina”. No se equivocaron en su análisis.

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