Asqueroso me resulta el pollo que se ha formado sobre la repatriación del religioso español infectado de ébola. Desde luego nadie habría dicho una palabra si el afectado por el virus hubiese sido un audaz reportero, un político de cualquier partido, un cantante que hubiese viajado a África para hacer caridades mediáticas o un miembro de alguna ONG fashion...
Lo digo una vez y no voy a insistir en el asunto porque, de suyo, da asco.
Asqueroso, en efecto, igual que subrayado por esa estéril crueldad propia de los tontitos, me resulta el pollo que se ha formado sobre la repatriación del sacerdote español infectado de ébola. Desde luego nadie habría dicho una palabra si el afectado por el virus hubiese sido un audaz reportero, un político de cualquier partido, un cantante que hubiese viajado a África para hacer caridades mediáticas o un miembro de alguna ONG fashion, como aquellos secuestrados y secuestradas de hace unos años (eran otros tiempos, mandaba el divino Zapatero); en dicha ocasión nadie se preocupó lo más mínimo por cuánto se había pagado por el rescate de aquellos gilipollas ni cuánto costó devolverlos a España (perdón, a Catalunya, oasis del que provenían).
Pero claro, la víctima en este caso es un sacerdote misionero. Caña a la iglesia católica. Un montón de majaderos cuyo mayor logro en la vida ha sido contratar una tarifa plana y escribir estupideces en las redes sociales, se desmelenan porque el gobierno de la nación ha gastado un dinero en traer de vuelta a un hombre que lo ha dado todo (no unas "vacaciones solidarias", no una aventura limosnera en algún país exótico), todo, su completa existencia, su alma y su corazón, su salud, hasta la muerte, todo, por ayudar a los más desfavorecidos del planeta. Ponerle un avión para que intenten curarlo en un hospital español, según los idiotas del progrerío de sofá, es un crimen intolerable.
Por cierto, deberían de dejar de preocuparse por los gastos de traslado. La muy honorable y granadina orden de San Juan de Dios, a la que pertenece el afectado, ya ha manifestado que asumirá el coste del operativo.
Respecto a los esfuerzos internacionales por contener el virus en su lugar de aparición, África, (algo muy poco democrático, insolidario) no se preocupen tampoco los revolucionarios virtuales: en cuanto ganen las elecciones las Leires, los Gordillos y los Pablos, se abrirán las fronteras españolas en Ceuta, Melilla y Canarias, nadie será extranjero en un lugar llamado mundo del que todos somos ciudadanos y habrá ébola para todos.
No soy creyente ni mucho menos católico, pero cuantos más cretinos arremeten contra la Santa Madre Iglesia, más simpática me resulta la institución. Si tantos imbéciles se ponen de acuerdo en denostarla, algo bueno debe de tener, aunque sólo sea su capacidad, digamos, natural, para cabrear a todos esos cantamañanas. Olé por los curas y las monjas.