Una cosa son los homosexuales; y otra, el lobby y la ideología de género

La confusión entre ambas cosas es, sin embargo, constante. Quien precisamente la mantiene y atiza es, entre otros, el lobby gay. Pretendiendo defender a los homosexuales, el mismo no hace sino encerrarlos en su particularidad… con la oscura esperanza (nunca descaradamente afirmada) de que la homosexualidad llegue a ser algún día preferencia sexual mayoritaria. Tal es el planteamiento al que, con claridad y contundencia, se enfrentan en este artículo nuestros amigos de Dolça Catalunya (quienes, como se ve, no sólo se ocupan de combatir el separatismo). Raras veces se encuentra, entre quienes denuncian las imposiciones y horteradas del lobby gay, un tan inequívoco reconocimiento de esta simple y normal preferencia sexual que es la homosexualidad.

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Hay gente que tiene una tendencia homosexual, es la evidencia misma. De ellos, la mayoría intenta vivirlo con normalidad, sin alharacas ni exhibiciones. En muchas ocasiones su vida no es fácil, entre el desconcierto, la burla y la marginación. Las opiniones en este ámbito están, sin embargo, cambiando; muy poca gente vente ya la homosexualidad como un estigma. […]
 
Entre los homosexuales hay, en cambio, una ruidosa minoría que ha hecho de su preferencia sexual una ideología. Se llama ideología de género, y afirma que la identidad sexual no viene definida por la naturaleza, sino que es sólo una construcción cultural que depende de la voluntad de cada uno. Cualquier persona podría elegir su tendencia sexual en cualquier momento, en un acto de libertad. No hay sexo masculino y femenino, sino género gay, lesbiana, heterosexual, bisexual/intersexual, transexual y otros que van apareciendo (LGTB). El sexo sería algo relativo que se escoge, no vendría determinado por la naturaleza, sino por una libre decisión. El matrimonio o la paternidad deben desnaturalizarse para encajar las preferencias de los LGTB. No hay papá y mamá, sino “progenitor A” y “progenitor B”. Los niños han de ser expuestos a esta ideología desde la escuela y a los adolescentes se les debe enseñar que pueden escoger su “género”. Esta minoría intenta legislar para prohibir el cuestionamiento de su ideología, como está pasando ahora mismo en Cataluña.
 
Este grupo, conocido como lobby gay, organiza desde hace años un desfile con la excusa de reivindicar la normalidad y la igualdad de derechos, pero con la ambición de extender su disolvente forma de pensar a toda la sociedad. La mayoría de los homosexuales huye de esta exhibición hortera y de mal gusto porque –como cualquier heterosexual– no tiene necesidad de presumir de su condición sexual ante sus conciudadanos bailando disfrazado sobre un autobús.
 
Curiosamente, casi todos los partidos han hecho suya la ideología de género y se apuntan sin pensarlo mucho al pasacalles de esta minoría ideologizada. No extraña que allí estuviera la CUP (extrema izquierda), un partido del siglo XIX. Pero sí sorprende encontrar a su lado a Ciudadanos, quienes acudieron según ellos, por la “igualdad, libertad y solidaridad”. Los de Rivera olvidan que tratar de igual modo lo que es desigual es la definición de la injusticia; que la libertad consiste en vivir plenamente de acuerdo con la realidad de las cosas, y que la solidaridad empieza por decir la verdad. En este caso, decir que la mayoría de homosexuales rechaza el “orgullo gay” porque les ridiculiza y los aparta de la normalidad social que buscan.
La guinda: la propuesta del PP de declarar Mataró ciudad “gay friendly”. ¿Por qué no “delgado friendly”, “gaitero friendly” o “nationalist friendly”?.
¿Tan difícil es pensar en los homosexuales sin someterse a ideologías?

 

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