"España es culpable": la vieja canción

A vueltas con nuestros muertos

Un arqueólogo peruano, Willy Cock, ha descubierto un cráneo de indígena perforado por una bala hacia 1536. “Esto fue la conquista española”, denunció Willy Cock tras verificar su hallazgo en la Universidad de Connecticut, USA. En Connecticut hubo unos indios, los pequot, que fueron exterminados por los ingleses entre 1630 y 1680, pero a éstos no les han buscado balas en la cabeza. Tampoco nadie ha protestado por la exhibición en Inglaterra de la tumba del legionario de Cáceres Lucio Vitelio Mantino, que murió a los 46 años mientras invadía Britania para la Roma imperial. Y ningún cacereño dirá que “esto fue la conquista romana”. ¿O sí?

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J.J.E. 

Guillermo Cock –él se hace llamar Willy en los medios internacionales- es un reputado arqueólogo peruano que ha trabajado muy intensamente en las excavaciones del viejo mundo incaico. Cock completó su capacitación de post graduado en la Universidad Católica de Lima, fruto eminente del espíritu hispanoamericano nacido de la conquista. Ahora su hallazgo servirá de base a un documental de la National Geographic.

Su hallazgo es muy interesante: un grupo de cadáveres de época incaica enterrados cerca de Lima; entre ellos, uno con un redondo agujero en el cráneo. Cock sospechó que se trataba de una bala y llevó a examinar el cráneo a una Universidad norteamericana, la de Connecticut. Hipótesis: esos hombres, incluido el de la bala, habrían fallecido en combate contra las huestes de Francisco Pizarro, que pasó por allí en el verano de 1536. Por cierto que el diario El País, al dar la noticia, escribió en sus primeras ediciones “el verano de 1936”; los hay que no dan abasto con sus obsesiones. 

Los hombres de Connecticut

Pero vayamos a lo nuestro. Cock envió el cráneo al Instituto de Ciencia Médico-legal Henry Lee, en Connecticut (USA), para que su poderoso microscopio electrónico dictara sentencia. Y la sentencia fue esta: hay trazas de hierro en la zona posterior del cráneo, en torno al impacto del proyectil, y seguramente se trata de una bala de mosquete, un arma de fuego que se comenzó a usar en Europa a principios del siglo XVI, aseguran los científicos de Connecticut. Entre paréntesis: los estudiosos de los pueblos amerindios saben que en el área de Connecticut vivían los pequot. En 1630 eran unos 3.000 individuos; en 1676 fueron reducidos a 1.500; en 1832 sólo quedaban 40; en 1910 había inscritos 66 en todo el territorio. Sería interesante buscar los cadáveres, para ver si tienen algún agujero en el cráneo. No parece, sin embargo, que esto forme parte de las prioridades del Instituto Henry Lee. 

El valor del hallazgo de Cock reside en que es el primer amerindio muerto por bala que los arqueólogos están en condiciones de identificar. “Por primera vez tenemos la prueba material de lo que fue la conquista", dice Cock. “Hasta hoy sólo teníamos los relatos de los cronistas españoles. Contábamos con descripciones, pero no de pruebas materiales. Es algo único”, afirma. Junto a ese cráneo agujereado, el arqueólogo subrayó que la mitad de los cadáveres restantes presentaban indicios de heridas de violencia extrema: tajos y perforaciones. Sólo le faltó decir que “España es culpable”.

Acto seguido, eso sí, Cock explicó que una gran parte de los cuerpos presenta señales de heridas causadas por armas indígenas, como hachas de piedra y flechas. “Esto confirma el apoyo de tropas indígenas a los conquistadores. Las crónicas de la época no reconocen la participación de los indígenas en apoyo de los españoles. Este hecho ha pasado desapercibido en aras de la gloria”, añade el arqueólogo. 

La culpa es de la televisión

Esto sí que es sorprendente, porque no hay estudioso de la Conquista que ignore que los españoles pudieron derribar a los grandes imperios azteca e inca gracias, entre otras cosas, al apoyo decidido de millares de indígenas, que estaban hasta el gorro de los déspotas de Cuzco o Tenochtitlán y vieron a los españoles como a unos nuevos amos más llevaderos. Eso lo sabemos gracias, precisamente, a los cronistas de Indias. Pero Willy Cock hablaba para el público norteamericano, que de esto no sabe nada, y tenía que venderle su producto, que es el documental de la National Geographic. Quizá por eso se habrá permitido tales licencias. Se estrena el 26 de junio en televisión. Esperamos con ansia un documental semejante sobre la triste suerte de los pequot de Connecticut. 

También esperamos un reportaje, aunque este debería hacerlo TVE, sobre uno de los innumerables héroes desconocidos de las tierras españolas. Se llamaba Lucio Vitelio Mantino, había nacido en la Cáceres romana, era jinete en la caballería del Imperio y murió en Britania, la actual Inglaterra. La inscripción de su tumba dice así: L. VITELLIVS MANTINI F. TANCINVS CIVES HISP. CAVRIESIS EQ ALAE VETTONVM C. R. ANN XXXXVI STIP. XXVI H. S. E. Podemos traducirla del siguiente modo: “Moría Lucio Vitelio Mantino, hijo de Tancino, Hispano de Caurium (Cáceres), perteneciente al Ala de hispanos vetones ciudadanos romanos, y fue muerto a los 46 años, después de 26 años de servicio”. La “Hispanorum Vettonum Civium Romanorum” era una unidad de caballería española del ejército romano que sirvió en Britannia. De ella formó parte nuestro bravo Lucio Vitelio. Murió en Aquae Sulis, la actual Bath, en el Somerset, al oeste de Inglaterra. Bath se llama así precisamente por la fama inmarcesible de sus baños romanos.

Eso fue la conquista romana.

 

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