El vídeo del niño de Rubalcaba repugna por muchas razones. La principal es que se trata de un asqueroso destilado de la más rancia exaltación de la lucha de clases, lo cual no es precisamente una virtud en una sociedad deteriorada por la dramática crisis económica.
Claro que, tratándose de un vídeo salido de un partido situado a día de hoy en la extrema izquierda, nada distinto puede esperarse, aunque de un partido que sigue “gobernando” cabría esperar más responsabilidad. Al fin y al cabo, siempre es muy peligroso que los pirómanos, en lugar de una lata de gasolina, cuenten con un depósito de fueloil.
En segundo lugar ese vídeo es repugnante porque fomenta el resentimiento, cuya matriz suele ser la envidia, de quien no ha prosperado en la vida. Y en último lugar, el vídeo es una mierda porque, en el fondo, lo que le dice a la gente es: mata ricos, que son unos hijos de puta.
Es decir, en último extremo, ese vídeo irresponsable es una apología del crimen, el prejuicio y el odio. Es preferible la niña de Rajoy al niño de Rubalcaba, quien de seguir así las cosas, acabará siendo un niño pobre, proletarizado y en la miseria, pues su padre se habrá quedado en paro; esto es, alcanzará el estatus que todo marxistoide desea para los hijos de los demás, no para los suyos, eso está claro.