Especulación financiera, despilfarro y destrucción de la identidad

Compartir en:

Tengo a todos mis amigos progresistas, es decir, a casi todos mis amigos, -porque en Cataluña solo se puede ser, se lo garantizo, progresista o nacionalista, o ambas cosas a la vez, ya imaginan lo mal que lo tengo-, preocupados por los recortes sociales. La mayoría de ellos son profesionales, ya saben que casi todos los de la generación de nacidos en los 60 y que estudiamos una carrera universitaria trabajamos de ello, de una u otra forma. Bueno, están preocupados por los recortes en sanidad y en educación fundamentalmente y por la calidad de los servicios que prestan. Pero yo a mis amigos me los quiero y los tolero igual que ellos me toleran a mí, y por tanto aquí me quedo.

La cuestión es que todo el mundo está centrado ahora en el tema de la especulación financiera, y los estragos del neoliberalismo, y la corrupción, y que si los documentales de Michael Moore, o “Inside job”… vale perfecto, es cierto, el capitalismo especulativo, el bursátil, el de las burbujas de una u otra índole es uno de los males de nuestra civilización. ¡Pero no el único! Y aquí es cuando ya las mentes se cierran, se bloquean y ya está… Sí, la crisis es por esto y punto. Y aquí se acaba el debate. Porque si uno empieza a hablar del despilfarro generado por los gobiernos de todo tipo pero especialmente los de izquierdas, la conclusión a la que llegaríamos si las cuentas públicas fueran públicas de verdad es que generan tanta ruina o más que los especuladores. Muchas veces me pregunto con qué derecho lo hacen, porque si en cuanto a los especuladores estoy de acuerdo con las reivindicaciones de la izquierda más radical, en cuanto al despilfarro, en cambio, mi postura está mucho más cercana a la derecha más “Tea party” que pueda existir. Ya he hablado de esto en otras ocasiones pero ¿ustedes se pueden llegar a hacer una idea de cuantas empresas se han tenido que cerrar y cuantos parados se han creado debido al derroche del erario público? La falta de una gestión racional, responsable, madura y no paternalista del dinero de todos es un problema gravísimo, y ante el que no tenemos ningún control. El dinero se tira a espuertas y normalmente favoreciendo siempre a los mismos grupos de intereses cercanos al poder.
Otro de los grandes problemas, el tercero, pero no por orden de importancia, es el de la identidad. Cuando coges a un progre y le preguntas si es lógica la regularización de un millón de inmigrantes de golpe, o si es normal que haya tantos inmigrantes ilegales, o si considera que la falta de autoridad en la sociedad, o el descalabro de todo tipo de valores, excepto los consabidos de tolerancia y solidaridad, o la desestructuración masiva de la familia, aquí ya empezamos con el… sí, sí…tienes razón, eso también es verdad. Sí, pero no los sacas de Bush y Aznar (algo me debe pasar a mí porque casi siempre estoy de acuerdo con él, ¿seré extraterrestre y catalán a la vez?), y los lobbies financieros,… todo lo otro da lo mismo. Y yo ya he insistido varias veces que en el tema individual soy un liberal y que me parece muy bien que cada uno haga con su vida lo que le dé la gana y se acueste con quien quiera, pero otra cosa es la necesidad de una sociedad estructurada y con una identidad y unos valores fuertes.
La cuestión es que, según mi opinión, aquellos que en su programa político lleven estos tres temas como principales arrasarán tarde o temprano en las urnas. La gente está cansada de especuladores, del despilfarro caprichoso de los políticos, del buenismo social y de la destrucción de nuestra identidad y nuestra cultura.
Pero ¿quién le pondrá el cascabel al gato?
Por ahí arriba ya han empezado a moverse, aquí ya llegará, pero de momento mucho ruido y pocas nueces.

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar