¿Es posible alimentar el honor patrio poniendo como los malos del tebeo a aquellos que son nuestros antepasados? ¿Es lógico, además, cargar las tintas en un suceso que se dio sobre todo por tierras que no forman parte de España? Aunque parezca mentira, esto es lo que hace Antena 3 en la serie Hispania, que empezó a emitir el lunes 25 de octubre de 2010.
Comenzaré por lo más intrascendente. En la defensa de los pueblos prerromanos ante invasiones foráneas, destacan tres episodios: por orden cronológico, Sagunto, Numancia y Viriato. Indíbil y Mandonio también trajinaron contra cartagineses y romanos en la Segunda Guerra Púnica, pero su recuerdo se pierde muy atrás, en el siglo III a. C., como Sagunto, que, por otra parte, no cayó contra Roma, sino contra Aníbal y sus huestes cartaginesas. Los dos momentos que quedan, el sitio de Numancia y la lucha del líder lusitano Viriato, son los que permanecieron como emblemáticos en la lucha de los pueblos “indígenas” de la península ibérica contra el creciente poder de Roma. Lusitanos y celtíberos dejaron de existir hace muchos siglos… Si los promotores de Antena 3 pretendían suscitar un nuevo fervor españolista, resulta curioso y risible que hayan recurrido al episodio menos “español” de todos ellos. ¿No se los imaginan?: “¿Viriato portugués? No, a lo mejor no… ¿Que mejor Numancia? No, hombre, no, que Numancia está en Castilla, a ver si van a pensarse que estamos contra los nacionalismos periféricos o algo…”. Y ahí tenemos a Viriato. Los escoceses filman a William Wallace, los franceses a Juana de Arco, los ingleses al rey Arturo… y los españoles a Viriato. Como siempre, de chiste.
¿Qué surgió de la invasión de la península ibérica por parte de Roma? Una provincia, Hispania, que ya no existe. Es más, que dejó de existir, por hablar a bulto, casi hace tanto como el tiempo que se creó: más o menos dos mil años. En cuanto a entidad política, los lusitanos lucharon por algo que a duras penas cruzó el umbral del milenio: una cultura, una lengua y una tradición extintas. Sin embargo, los europeos de hoy somos herederos de Roma hasta unos niveles que no hacen sino emocionarnos y sentirnos agradecidos por formar parte de un pueblo tan glorioso y tan grandioso. Muchos de los españoles hemos nacido en una ciudad fundada por Roma, casi todos hablamos latín evolucionado en cualquiera de las lenguas romances, y si somos europeos estamos culturalmente marcados por el cristianismo: éste acabó siendo, un siglo antes de su fin, la religión del imperio.
¿Por qué, por tanto, se hace una serie, en un momento tan crítico de multiculturalismo y pérdida de referentes radicales (de raíz), donde se presenta a los romanos como crueles y sádicos invasores? ¿Es Viriato el nuevo héroe políticamente correcto porque, aun siendo indoeuropeo, ya no existe y no ha dejado rastro alguno de una cultura que era europea (por más que los realizadores de Hispania se empeñen en que los actores que representan a los lusitanos tengan rasgos de indios amazónicos)?
Yo hubiera preferido que, en vez de Viriato, se hubiesen lanzado con Pelayo. Al menos dio origen a algo que todavía existe y que ha estado presente en el imaginario de generaciones de españoles: el reino de Asturias y la reconquista de España frente a un poder invasor que no puede compararse, ni soñando, a la grandeza de Roma. Viriato no une a nada; Pelayo hubiera sido vincular la España de hoy con aquello que la hizo posible. Pero no. Arturo Pérez-Reverte sería más expeditivo en su adjetivación. Yo me limitaré a decir que les ha dado miedo, y que ese miedo hace que España deje de ser España para poder convertirse, si nada lo remedia, en lo que se convirtió el pueblo de Viriato. Será ceniza, ¿mas tendrá sentido? Vuelvan a oír alguno de los incendiarios parlamentos de Viriato en la serie Hispania y sustituyan “romano” por la palabra que hubiera pronunciado el primer rey de Asturias. Si les suscita pasión y épica, quizá no todo esté perdido.