No lo dice ningún extremista. Lo dice un socialista y máximo dirigente del Bundesbank

Alemania se autodestruye a causa de la inmigración

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En Alemania está causando enorme revuelo el caso de Thilo Sarrazin, el ex senador del Partido Socialista (SPD), responsable de finanzas de la ciudad de Berlín, y que en mayo de 2009 fue nombrado miembro del Consejo Ejecutivo del Banco Central de Alemania (Bundesbank). En su libro Deutschland ab sich schafft [La autodestrucción de Alemania], publicado el 30 de agosto, esta personalidad política y financiera dice simplemente que Alemania está amenazada por los inmigrantes, y en especial por los musulmanes.
 
¿Se trata de un libro racista, provocador? Sus palabras, en todo caso, han molestado muchísimo tanto a su partido, el SPD, como, por supuesto, al Banco Central de Alemania.
 
La prensa alemana se ha apoderado del caso. El Spiegel ha publicado cinco páginas de extractos, las cuales han sido calificadas por Angela Merkel de “particularmente dañinas y difamatorias”. El Bild Zeitung, cuya difusión es de unos 3,8 millones de ejemplares y cuenta con 12 millones de lectores, promueve el libro, dándole a Thilo Sarrazin una página diaria durante toda una semana. Éste que publicamos seguidamente es el segundo artículo de Thilo Sarrazin, de 65 años, miembro del Consejo Ejecutivo del Bundesbank, ex ministro de Finanzas socialista de Berlín, y publicado el 24 de agosto 2010 en el Bild.
 
“Si quiero escuchar el muecín, me voy de viaje a Oriente”
 
Una política de ingenuidad, de verborrea supuestamente humanitaria y de engaño deliberado: tal es la política de inmigración de Alemania, según la define el político socialista Thilo Sarrazin en su libro Alemania se autodestruye.
 
En todas las épocas, la inmigración incontrolada ha amenazado a los Estados y desestabilizado la sociedad. Es por ello por lo que los emperadores de China edificaron la Gran Muralla y los romanos tenían su limes. La regulación de la inmigración y la seguridad del territorio en todas las épocas han sido sumamente importantes. Las derivas al respecto siempre han amenazado seriamente a los Estados y sociedades, habiendo ido acompañadas de violencia y de orgías de sangre.
 
Decir tales cosas es algo que se censura frecuentemente en los medios de comunicación alemanes. Los asuntos de inmigración se tratan con dedo acusador y blandiendo el buenismo consistente en decir: “Chit, chit, chit… Todo el mundo es bueno, todo el mundo es encantador”: esta fórmula es tan ingenua como absolutamente ignorante de la historia.
 
También resulta particularmente triste ver que los políticos alemanes dejan que sean los medios de comunicación quienes les dictan su conducta en materia de inmigración. De tal modo, los políticos no sólo se alejan de la realidad del problema, sino también del pueblo.
 
El crecimiento de los movimientos de la derecha populista que se están produciend en muchos países europeos, o el referéndum prohibiendo los minaretes en Suiza, son consecuencia de una política oportunista en materia de inmigración; una política ingenua e irresponsable que están llevando a cabo los Estados europeos.
 
En todos los países, Inglaterra, Francia, Alemania, Holanda, Bélgica, Dinamarca o Noruega, se efectúan constataciones parecidas acerca de los inmigrantes musulmanes. A saber:
 
  • Mala integración en el mercado labora;
  • Dependencia más fuerte que la media en materia de asistencia social;
  • Nivel educativo inferior a la media;
  • Tasas de fecundidad superiores a la media;
  • Segregación geográfica con tendencia a formar sociedades paralelas;
  • Religiosidad superior a la media, con una influencia cada vez mayor del Islam fundamentalista;
  • Criminalidad superior a la media: desde la simple delincuencia callejera hasta participación en actividades terroristas.
En Alemania, un ejército de funcionarios en materia de integración, de investigadores sobre el Islam, de sociólogos, politólogos, representantes de asociaciones, junto con una camarilla de políticos trabajan conjuntamente para minimizar el problema, negarlo y cerrar los ojos.
 
La moda consiste en acusar de intolerancia a quienes critican al Islam. Pero hay que hacer una diferencia. Podemos y debemos ser tolerantes con las creencias y estilos de vida diferentes de las suyas. Ahora bien, la tolerancia no se extiende a quienes son ellos mismos intolerantes. El asesino de 18 años Ayham Surucua, encargado por su familia fundamentalista turco-kurda de asesinar en febrero de 2005 en Berlín a su hermana mayor de cinco años por estar viviendo de otra manera, era un fundamentalista que representa una parte significativa de la opinión musulmana en Alemania. ¿Es intolerancia efectuar un juicio de valor sobre este tipo de religión, incluso si la misma no siempre conduce al asesinato?
 
No se debe confundir con la xenofobia el hecho de que a los europeos nos preocupe este fuerte crecimiento de la minoría musulmana.
 
Cabe constatar que el índice de inmigrantes musulmanes que en Alemania ejercen alguna actividad laboral es inferior a la media. Sólo el 33,9% obtienen sus ingresos del trabajo. La tasa media en Alemania es del 43% .
 
Se dirá que muchos inmigrantes musulmanes son trabajadores autónomos. Esto se aplica a 80.000 personas de origen turco, incluidos 40.000 en el comercio minorista. Sin embargo, esta tasa es muy inferior a la de la población alemana o de otros extranjeros. En 2007, la misma tasa fue del 6,8% frente al 12,4 % de los inmigrantes procedentes de Europa, del 13,9 % de inmigrantes asiáticos y del 10,4% para la población nativa de Alemania.
 
El número de inmigrantes musulmanes que viven del seguro de desempleo es cuatro veces superior al de los alemanes que viven del mismo. No sucede, sin embargo, así con los inmigrantes procedentes de países europeos, cuya tasa de empleo (un 44 %) es ligeramente superior a la de los alemanes.
 
El 30% de los inmigrantes musulmanes en Alemania salen la escuela sin ninguna graduación, y sólo un 14% sólo tiene el bachillerato. Está claro que los inmigrantes procedentes de Europa o del Sudeste asiático no tienen esos problemas. El 80% de los niños vietnamitas instalados por contrato en la antigua Alemania del Este aprobaron el bachillerato, lo cual es un resultado mejor que el de los alemanes.
 
Este fracaso de los inmigrantes musulmanes en sus estudios no puede deberse a la discriminación, ya que los asiáticos o los indios, mucho más “visibles” que los turcos o los árabes, tienen mejores resultados que los alemanes.El fracaso no procede de la herencia o de sus capacidades intrínsecas, porque nuestros inmigrantes musulmanes tienen un origen muy diferente. También es un enigma, por lo demás, que los éxitos en la segunda y tercera generación sean igual de bajos.
 
Una parte de los alemanes, sobre todo los de la élite, nunca han entendido el problema. Para ellos, los inmigrantes musulmanes son la fuerza de trabajo que limpia las oficinas, o bien constituyen una exótica diversión cuando visitan el barrio de Kreuzberg en Berlín. Algunos intelectuales y medios de comunicación de izquierdas hasta parece como si se alegraran al ver que la inmigración musulmana está destruyendo a Alemania.
 
¿Qué hicieron los Estados Unidos para integrar a los inmigrantes alemanes, judíos, irlandeses o italianos? Todos ellos se integraron completamente por la sencilla razón de que, si querían sobrevivir, no tenían otra opción. En Estados Unidos no había ninguna ayuda social para importar novias. La falta de integración se debe, en realidad, a la actitud de los propios inmigrantes musulmanes.
 
Quiero que, dentro de cien años, si así lo desean, mis nietos aún puedan vivir en Alemania. No quiero que el país de mis nietos sea un país parcialmente islámico, donde en calles enteras se hable turco o árabe, en donde las mujeres tengan que llevar la cabeza cubierta con un pañuelo, y en donde el ritmo de los días sea fijado por el grito de los muecines. Si quiero vivir tales cosas, ¡siempre me puedo ir de vacaciones a Oriente!
 
No quiero, en una palabra, que lleguemos a ser extranjeros en nuestro propio país.
 
 
 * * *
 
Por otra parte, según informaciones publicadas este domingo 5 de septiembre por la propia prensa española (la mayoría de la cual había guardado hasta ahora un riguroso silencio respecto a un asunto tan inconveniente), uno de cada cinco alemanes (cerca del 20%) apoya, según una reciente encuesta, las tesis identitarias defendidas por el dirigente socialista del Bundesbank. Asimismo, un 64% de los encuestados se declaran partidarios de recortar las prestaciones sociales a los inmigrantes que no se integren, mientras que un 48% opina que la inmigración ha traído más costes que beneficios.

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