En la aún no muy lejana Conferencia Internacional de la ONU contra el racismo en Ginebra, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, calificó a Israel de “régimen racista”, provocando con sus declaraciones un escándalo político de profundo calado en la mayoría de las capitales europeas, que, salvo el gobierno español, son tan proclives hacia Israel.
Desde entonces la tensión ha ido en aumento y ya es un hecho a finales de septiembre que
El primer ministro israelí, Netanyahu, el ministro de Defensa y el Jefe de Estado Mayor mantienen reuniones casi cotidianas supervisando el avanzado estado de los preparativos de ataque. Las informaciones respecto al tema parecen ciertas, rebasando con mucho los rumores especulativos.
Israel siempre ha manifestado que no permitirá a Irán alcanzar el nivel tecnológico necesario para crear su propia bomba atómica. Frente a ello, Ahmadineyad proclama reiteradamente que las instalaciones nucleares iraníes son desarrolladas para fines pacíficos, y que Irán nunca renunciará al programa nuclear para “no disgustar a Occidente”.
Simultáneamente al avance de su programa nuclear, Teherán repite que como Estado en el mundo “no tiene derecho de existir”.
Para Israel el programa nuclear israelí, es la línea roja que, en el momento en que Irán la cruce, se convertirá en una amenaza para la propia existencia del Estado hebreo.
Según expertos en el conflicto, tanto israelíes como europeos, Irán podrá cruzar esa línea roja en 2010, por lo que el primer ministro y los mandos militares están comprobando los sistemas de defensa del país para —una vez recibido el visto bueno de los Estados Unidos, o forzado dicho visto bueno ante la irreversibilidad del ataque— aniquilar la amenaza iraní. ¡Cuánto podrían acordarse determinados círculos estadounidenses del gigantesco error del inepto Carter al acelerar la caída del Sha Reza Palhevi y desatar, de tal modo, el fanatismo del régimen de los ayatolahs!
Fuerzas antimisiles de los Estados Unidos, conjuntamente con unidades israelíes, han realizado este año maniobras de mayor alcance y envergadura que en años anteriores, lo que parece un indicio de que, al menos en el plan defensivo, se esperan acciones para 2010.
En lo que respecta a Israel, la concesión más mínima se equipara con la muerte , en tanto el régimen iraní no ceja en sus aspiraciones de convertirse en potencia nuclear y regional, lo que no dejaría a los israelíes otra opción que la del ataque, especialmente cuando Teherán anuncia a todo volumen sus éxitos en el campo nuclear y de los mísiles.
Un caso muy particular es el de la incomprensión de la neutralidad rusa en el conflicto, pues en caso de conflagración abierta, Europa y los Estados Unidos podrían reprochar a Rusia no haber convencido a Irán de suspender su programa de enriquecimiento de uranio. Israel podrá acusar a Moscú de haber vendido armas a Teherán, e Irán reclamaría a Rusia no haberle vendido su último sistema defensa de misiles antiaéreos, el S-300.