Emplear cualquier tipo de coacción, bien sea moral o física, para imponer un ideal político, religioso o del tipo que sea en contra de la libertad de las personas, es un grave atentado injustificable. Esto es lo que lleva haciendo el régimen de Fidel Castro en sus cincuenta años de dictadura implacable.
Para que el pueblo no exprese sus quejas, el gobierno ejerce un descomunal control tanto ideológico como militar. Hay un “comité de defensa de la revolución” en casi todas las “cuadras”: se sabe quién trabaja y quién no, quien saca dólares a los turistas, quién vota, quién recibe visitas de otros sitios, etc. Dicho comité es el principal informador de la Policía Nacional Revolucionaria y del Ministerio del Interior. Aquí se cumple a la perfección el viejo sueño de Stalin de hacer de cada ciudadano un policía.
Para tener una idea del control que ejerce el PCC, sólo hay que leer unas palabras de Mesa-Lago en la época de la “ofensiva revolucionaria”: ”Para corregir esta situación [se refiere a descontentos, protestas, etc.] se está llevando a cabo una sistemática campaña ideológica a través de todos los medios de masas y organismos estatales que nuclean la juventud (UJC), los trabajadores (CTC), las mujeres (FMC), pequeños agricultores (ANAP) y los vecinos de comunidades urbanas (CDR). Los miembros de la CDR han jurado aumentar su vigilancia, reclutar a más trabajadores voluntarios para la agricultura, obtener más donaciones de sangre, ejercer presión sobre el pueblo para que lea las publicaciones oficiales [sic]. . . La Federación de Mujeres Cubanas (FMC) está movilizando a sus miembros (o “miembras”, como diría alguien en España) para eliminar las críticas y rumores contra las leyes y medidas revolucionarias. Se pide a las amas de casa que vigilen a sus vecinos, trabajen en la agricultura y controlen la influencia que maestros, líderes de jóvenes pioneros y compañeros de juego, ejercen sobre sus hijos”.
El control se ejerce sobre todos los organismos e instituciones del país. Y, como no podía ser menos, la escuela no se libra. Los niños no tiene opción: se les inculca la ideología marxista. También se les repite machaconamente que, cuando las cosas van mal, “Fidel no tiene la culpa: son los imperialistas”. De esta forma, los niños se acostumbran desde pequeños a aceptar cualquier sacrificio en nombre de la patria, encontrando lógico que cada vez se trabaje más y se coma menos.
Otro método de control es el servicio militar obligatorio. También se ejerce control sobre el turismo. Interesa que los turistas gasten dólares, vean lo menos posible y no se entrevisten con los opositores clandestinos al régimen. Así, cuando regresen a sus países, hablarán de las maravillas de Cuba. Pocos son los que se dan cuenta de que fueron escoltados, cuidados, agasajados, cebados, celebrados, embaucados, burlados, engañados, cegados, fascinados, halagados y engatusados. También a los políticos se les trata así. Si no, que se lo pregunten a cierto “Mayor” de alguna ciudad asturiana.
Por otra parte, todos aquellos que consideran que el castrismo no tiene nada que ver con la revolución por la que lucharon, son considerados como “pequeños burgueses”, “amigos del imperialismo”, etc. Aplicando el viejo estilo represivo de Lenin, serán detenidos o incluso fusilados con carácter “ejemplarizante” y calificados como herejes, “gusanos”, etc.
Otras personas reprimidas son los reacios al trabajo, “bandidos”, “egoístas”, para los que se ha creado la Ley de Peligrosidad Social, mediante la cual se puede meter a una persona en la cárcel por un delito que no se haya cometido, sino por uno que pueda cometerse. Esta Ley, junto a la Brigada Especial (policías con total impunidad), constituye la principal arma con la que el gobierno controla la calle. Además, la Brigada de Acción Rápida es utilizada para “razonar” con compañeros descontentos. Según los miembros de la citada Brigada, sólo reprimen cuando se ha insultado al Partido, ya que “éste no les ha hecho nada”.
También se reprime por negarse a ir al servicio militar o a la guerra. Aquí no hay insumisos que valgan.
Pero la represión más brutal es la ejercida contra los disidentes y contra los que hacen algún preparativo para salir del país. No vamos a poner aquí ejemplos ni dar nombres. Sería demasiado prolijo.
Luego están los “actos de repudio” que, según el régimen, son la respuesta espontánea del pueblo contra las “actividades contrarrevolucionarias”. Estos “actos” cuentan con la participación de los Destacamentos Populares de Respuesta Rápida, que actúan junto con las fuerzas de seguridad y las organizaciones del Partido Comunista.
Durante un “acto de repudio”, grupos de personas entonan consignas castristas y someten a los desafectos y disidentes a todo tipo de vejaciones.
En fin, no se entiende cómo no hay pintadas, concentraciones, pasquines, etc. de los que se dicen luchadores por la paz, la libertad y la democracia, contra esta tiranía que ha convertido a Cuba en un lodazal de odio y violencia, que ya dura cincuenta años y que funciona por el látigo de los hermanos Castro y no por la solidez de sus instituciones, creando una sociedad con salarios de miseria, sin huelgas ni sindicatos, sin partidos políticos, y que además educa a sus víctimas en la creencia de que viven en una sociedad igualitaria.