La cosa está en Francia que arde. Eric Zemmour, famoso periodista, célebre por sus polémicas en contra del espíritu (¿?) "políticamente correcto", autor, entre otros, de un libro en el que con fino humor ironiza sobre el feminismo y sus despropósitos (traducido en España por Áltera con el título de "Perdón, soy hombre"), se atrevió el pasado 23 de noviembre a afirmar que él pertenecía a la raza blanca y que una señorita del Senegal, de hermosa piel azabache, sentada frente a él en el plató de televisión, pertenecía a la raza negra. ¡La que se armó!
La cosa está en Francia que arde. Eric Zemmour, famoso periodista, célebre por sus polémicas en contra del espíritu (¿?) “políticamente correcto”, autor, entre otros, de un libro en el que con fino humor ironiza sobre el feminismo y sus despropósitos (traducido en España por Áltera con el título de “Perdón, soy hombre”), se atrevió el pasado 23 de noviembre a afirmar que él pertenecía a la raza blanca y que una señorita del Senegal, de hermosa piel azabache, sentada frente a él en el plató de televisión, pertenecía a la raza negra. ¡La que se armó!
Sucedió en el programa “París/Berlín” de la cadena Arte. En un momento dado, Zemmour explicó: “Tengo la impresión de que la sacralización de las razas del periodo nazi se ha visto sustituida por la negación de las razas. Y, a mi juicio, es tan ridículo lo uno como lo otro. Significa pensar que las razas no existen. Y de sobra se ve que sí existen.”
Ante lo cual, Rokhaya Diallo, la senegalesa, una activista de una asociación “antirracista”, le espetó: “¿Y cómo se ve? No comprendo lo que usted ve”.
“Pues, hombre —le contestó Zemmour—, se ve por el color de la piel. Así de sencillo.”
¡Horror para la francesa de padres senegaleses!:
“Entonces, para usted, el color de la piel hace que yo pertenezca a una raza distinta de la suya, ¿no?”
Convencido de que le habían preguntado si, a su juicio, dos más dos son cuatro, o si el hielo es más frío que el fuego, el pobre Zemmour, cavando su propia tumba, contestó: “Evidentemente. Yo pertenezco a la raza blanca, y usted pertenece a la raza negra”.
¡Vade retro Satanás! Horror de horrores. ¡Volvió Hitler por boca de este hombre…, que además es judío! “La red de amistades de que dispone Zemmour, ¿permitirá que escape a su castigo un tipo que en pleno 2008 considera que hay ‘razas’ fácilmente reconocibles por el color de la piel?”, se pregunta muy en serio Bruno Roger-Petit, cronista de la cadena de televisión Europe 1.
Y la jauría de lobos sigue aullando. El MRAP (Movimiento contra el Racismo y por la Amistad entre los Pueblos) proclama: “Con sus declaraciones intolerables, Zemmour justifica y participa peligrosamente en la rehabilitación de los defensores de las razas humanas, así como en banalizar de hecho la ideología ‘racisante’ (sic)”.
Sigamos, que aún hay más. Telerama, una difundidísima y popular revista sobre programas de la tele, apostrofa a Eric Zemmour con estas palabras: “Cuando afirma que ‘las razas existen, por supuesto’, así como ‘la jerarquía de las culturas’, usted sabe perfectamente que está dando lustre, en la memoria subliminal nacional (sic), a la alfombra parda de un pensamiento racista amordazado desde hace cincuenta años”.
Siendo así las cosas, se impone manifiestamente perseguir al malhechor. “No se puede tolerar —declara el presidente de la Asociación Internacional de Sociología— que se pronuncien en el espacio público, y menos aún en una prestigiosa cadena de televisión, palabras como las de Eric Zemmour.” Por ello, el representante del CRAN, Consejo Representativo de las Asociaciones Negras (al menos éstos aún dicen “negras”, no “subsaharianas”) exige “una sanción inmediata por estas palabras racistas; y si no se da tal sanción, interpondrá querella ante los tribunales”.
Una querella contra Zemmour por «haberse permitido defender la existencia de varias razas dentro de la especie humana, distinguiendo especialmente una “raza negra” y una “raza blanca”», según declara el presidente de SOS Racisme, que no podía evidentemente faltar.
Uno se queda sin palabras. Todo esto sería un asunto propio de hospital psiquiátrico, todo esto sería incluso para desternillarse de la risa si, debajo tanta estupidez, no latiera el más conspicuo de los racismos. El único hoy promovido: el racismo contra la raza blanca, culpable de todos los crímenes.
¿O no gritaría, acaso, el Consejo Representativo de las Asociaciones Negras si se creara, por ejemplo, un Consejo Representativo de las Asociaciones Blancas? ¿No vería tal vez en ello la peor provocación racista?
Da igual que ni Zemmour ni nadie efectúe el menor juicio de valor sobre las diferencias entre razas. Basta mencionar el hecho objetivo, tan irrebatible como que de noche hay oscuridad. La mera mención de la raza les saca de sus casillas. Ninguna raza, ninguna diferencia, ninguna identidad étnica, racial o cultural existe para ellos. Y, sin embargo, las razas orientan todos sus sentimientos, toda su razón de existir, todas sus manías, todas sus obsesiones, todos sus fantasmas…
Todo el desprecio de sí mismos (por lo que a los blancos se refiere), todo su profundo “etnomasoquismo”, como diría Guillaume Faye.
Toda su incapacidad de hacer suyas, por ejemplo, estas palabras del general De Gaulle: “Está muy bien que haya franceses amarillos, franceses negros, franceses morenos. Muestran que Francia está abierta a todas las razas y tiene una vocación internacional. Pero a condición de que sigan siendo una pequeña minoría. Si no, Francia dejaría de ser Francia. Somos ante todo, no se olvide, un pueblo europeo, de raza blanca, de cultura griega y latina y de religión cristiana”.
- Entrevista con Eric Zemmour en la televisión (en francés)
- ¿No conoce aún Perdón, soy hombre, libro del autor editado en español por Áltera? Lea su primer capítulo.