Ni los más viejos del lugar lo recuerdan. Ondulando banderas españolas y catalanas, como puede verse en las fotos adjuntas, miles de manifestantes —5.000 según Ciutadans, el partido convocante; 4.000 según la Guardia Urbana— se lanzaron este domingo a las calles de Barcelona para manifestar su exigencia de que en las escuelas de Cataluña… el español esté presente en las aulas. No se trata de excluir el catalán, sino de compartir, en pie de igualdad con él, el mismo espacio que ambas lenguas ocupan tanto en la sociedad como en el corazón de la inmensa mayoría de sus gentes.
Convocada por Ciutadans, se dio el hecho insólito de que toda la plana mayor del PP de Cataluña —partido poco amigo de movilizaciones callejeras y que nunca había convocado una manifestación de este tipo en Cataluña— también estuviera presente en el acto, el cual contó igualmente con el apoyo de catorce organizaciones cívicas tanto de Cataluña como del País Vasco, Baleares y Galicia, donde al igual, por cierto, que en Valencia, el español se encuentra marginado en la escuela.
Manifestantes en la Plaza de Sant Jaume, frente a la Generalitat.
La manifestación avanzó bajo el lema “No a la imposición lingüística en nuestras escuelas”, una pancarta que, escrita en español y catalán, era llevada por el presidente de Ciutadans, Albert Rivera, la presidenta del Partido Popular de Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, y diversas personalidades del ámbito cultural como el periodista Arcadi Espada (que dio lectura al comunicado final), el actor Toni Cantó, el catedrático de Derecho Constitucional Francesc de Carreras, o el presidente de Convivencia Cívica Catalana, Francisco Caja.
Puestos al habla con este último, ha confirmado a Elmanifiesto.com el gran éxito de la manifestación, expresando asimismo toda su emoción de viejo luchador por la doble identidad catalana y española de Cataluña que ve plasmados en este día los esfuerzos de largos años de un duro y a veces solitario combate.
La cifra de 5.000 manifestantes (tal vez exigua, vista por quien ignore las condiciones existentes en Cataluña) constituye en realidad un éxito clamoroso, si se tiene en cuenta la nula posibilidad que tienen los convocantes de acceder a unos medios de comunicación que les están vetados por la censura de facto que, tanto en Cataluña como en cualquier parte, pesa sobre los auténticos oponentes. Pero independientemente de ello, lo más relevante es que, por primera vez desde que el separatismo anticatalán y antiespañol se adueñó, hace treinta años, del poder, se ha roto la gran coartada sobre la que se asienta cualquier nacionalismo: la inquebranta ble unidad del “pueblo sojuzgado” frente a su sempiterno “enemigo exterior”.
Es esta pretendida unidad del pueblo catalán frente a su “enemigo español” lo que los manifestantes —¡saludémoslos!— rompieron de manera clamorosa este domingo en Barcelona.
