JOSEP CARLES LAÍNEZ
Resulta ahora que a ZP su ministerio bomba y su ministra más joven le han salido ranas. Debe de estar que trina con las declaraciones de Bibiana Aído del pasado 24 de junio de 2008 en el Congreso de los Diputados. No se trataba de ninguna declaración oficial o pactada, sino de los verdaderos pensamientos de la ministra, pues era una de las ponentes de la jornada “El papel de las mujeres en la Alianza de Civilizaciones”.
Mirándolo bien, hay conferencias y congresos redundantes, al ser más que sabida la solución a los pretendidos enigmas que dicen plantear. Por ejemplo, ¿cuál es el papel de las mujeres en la zapateril Alianza de Civilizaciones? Todo el mundo lo sabe: en Occidente, seguir luchando por la igualdad; en el mundo islámico, seguir tragando. Para los países musulmanes, la política y la vida es una cosa de hombres, pues las esposas, con procrear, llevarse bien entre ellas y hacer la comida ya dan bastante de sí. Además, parece que en esos lugares los hombres por sí mismos no son honorables, pues cargan el honor masculino y familiar sobre los velos de las féminas, y ojo con la que se mueva, que la retratan y, dependiendo del país, o la repudian o la apedrean. Es sorprendente que ZP, en su gran magnificencia, no llegué a la arena de estas cosas tan básicas para saber con quién se alía.
La reprimenda a Bibiana Aído por cabrear a los musulmanes, grandes amiguitos de los socialistas y de sus directores generales de Asuntos Religiosos, habrá sido de impacto. Más aún cuando tal hecho lo ratifica en un titular El País en su edición del 26 de junio de 2008: “Aído irrita a los musulmanes con sus críticas al uso del velo”. Vaya, nuestros huéspedes se ofenden por las palabras de una mujer joven (¡de una mujer joven!; para ellos debe de ser la mayor de las desfachateces), entre ellos el Mansur Escudero defensor de la poligamia. Lo que es lamentable además es que el periódico progre, sociata, feminista y cosas así se cebe con la ministra justamente en un tema en el que defiende la esencia de Europa (“[Bibiana Aído] volvió a enredarse ayer”, “se colocó en el centro de la polémica”, “sus declaraciones causaron ampollas”, “muy cuestionada”, “no deja de acumular críticas”…). Ya se ve que El País, antes que profeminista y a favor de la igualdad, es multiculti y a favor de la sumisión de la mujer.
Pero lo que dijo Bibiana Aído habría de clamar al cielo de quien en verdad desea una “alianza”, la “igualdad” y todas esas cosas tan hermosas por las que el socialismo dice batirse desde 1917. He aquí las palabras que recogen diversos medios: ¿Por qué las mujeres sí y los hombres no? ¿Por qué los árabes islámicos y los mayas no tienen que cargar con el peso de la identidad cultural y ellas tienen que mostrarlas como la prueba más rotunda de que esas culturas existen? Es decir, ¿por qué ellos pueden ir con camisetita y vaqueros ceñidos, gafas de sol y corte de pelo a la occidental, y ellas como si estuvieran escondiéndose? Ahora bien, el éxtasis advino cuando la ministra Aído afirmó: no todas las prácticas culturales tienen que ser protegidas y respetadas. Y apostilló que aquéllas que vulneran los derechos humanos y promueven la desigualdad de las mujeres deben ser criticadas (…) se deben arbitrar los elementos necesarios para contribuir a eliminarlas.
No se puede añadir nada más, sólo darle la enhorabuena por su coraje (mayor que el de sus compañeros de partido) y su claridad al decir sin tapujos lo que en verdad sucede con ciertas culturas bendecidas por la intelectualidad oficial. A ver si desde su ministerio contribuye, realmente, a eliminar lo que dice que se ha de eliminar.