Diego Saavedra Fajardo: un talento

El gran olvidado del Siglo de Oro español

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Cuando don Diego Saavedra Fajardo nació en Algezares (Murcia), en 1584, en España reinaba Felipe II y en su imperio no se ponía el sol, aunque se hallara asediado en Europa por Francia e Inglaterra, seculares enemigos de la monarquía Hispánica, que ayudaban a los rebeldes de los Países Bajos a emanciparse de España.
 
El colmo de época tan infausta fue el comienzo de la denominada Guerra de los Treinta Años, que no fue sino la culminación de la rebelión de los Países Bajos, empezada en 1568, y que para los españoles será la de los Noventa Años, por concluir no con la firma de la Paz de Westfalia, en 1648, que ponía fin a tres décadas de contienda internacional, pero sí con la del tratado de los Pirineos, en 1659, después de la derrota de las armas nacionales en Dunquerque por los ejércitos franco-ingleses, en el cual se acordaba el matrimonio del rey Luis XIV de Francia con la Infanta María Teresa, hija de Felipe IV. Con este acuerdo se sentenciaba el fin de la hegemonía de España en el Mundo y comenzaban las de Inglaterra y Francia.
 
En el episodio de la paz de los Pirineos no pudo estar don Diego Saavedra como diplomático por la sencilla razón de que había fallecido once años antes en Madrid, de haber podido asistir, seguro que su fama se habría acrecentado con el logro de nuevos éxitos, como los conseguidos, gracias a sus oportunas gestiones, en Ratisbona, Bruselas o Westfalia para la causa de su señor, el monarca español, y la del hombre fuerte del gobierno, el valido don Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Olivares. De este último recibió muestras de agradecimiento y reconocimiento por su habilidad al tratar y resolver delicadas cuestiones internacionales hasta su muerte, en enero de 1643.
 
Prueba de ese reconocimiento fue el constante apoyo dado a don Diego durante toda su carrera por don Gaspar de Guzmán, desde que lo reclamara de Roma, en 1631, a donde había marchado en 1606 como secretario del cardenal don Gaspar de Borja y a ejercer de procurador, ciudad a la que fue devuelto un año después en calidad de asistente del nuevo embajador, el Marqués de Castel-Rodrigo, hasta 1633, cuando fue designado diplomático en Alemania, en premio a su buen hacer en la capital italiana. En 1635, recibió la patente de miembro del Consejo de Indias, cargo que no pudo ejercer hasta ocho años más tarde, por estar sirviendo en el país centroeuropeo, concretamente en Baviera, en cuya ciudad de Ratisbona ayudó a elegir al emperador Fernando III como Rey de los Romanos.
 
Depuesto Olivares, no por eso concluyó la carrera del murciano, pues en 1646 fue nombrado Introductor de Embajadores, mientras se hallaba entre Münster y Westfalia, desde 1643, participando, en calidad de embajador plenipotenciario, en las negociaciones de paz, que pondrían fin a la Guerra de los Treinta Años.
 
Saavedra Fajardo falleció en Madrid el 24 de agosto de 1648 y allí fue sepultado, en la capilla del Oratorio del Convento de Recoletos Agustinos hasta que en 1884 sus restos viajaron a la catedral de Murcia, lugar en el que reposan desde entonces.
 
Diego Saavedra Fajardo es uno de los personajes más relevantes que ha dado Murcia. Su impronta en la Historia de España y de Europa del Siglo de Oro así lo certifica. Hoy día muchos de los pensamientos de este ilustre escritor y diplomático nacido en Algezares siguen de plena actualidad.
 
Sin embargo, para la mayor parte de la sociedad es un personaje desconocido. Con la intención de rescatar del olvido a este humanista, defensor de una Europa en paz, la Comunidad Autónoma, el Ayuntamiento de Murcia y Caja Mediterráneo se han unido para organizar a lo largo de todo este año un amplio programa de actividades que abarca desde conciertos, exposiciones, conferencias, seminarios y la reedición de algunas de sus obras hasta talleres para escolares y la edición y publicación de un cómic sobre la vida de Diego Saavedra Fajardo. El objetivo es divulgar la vida, obra y pensamiento de este insigne escritor y diplomático entre el gran público.
 
El primer acto será la presentación de la obra "Don Diego de Saavedra y Fajardo y la diplomacia de su época", un clásico de la politología española debido a la pluma de Manuel Fraga Iribarne y publicada por primera vez por la Real Academia Alfonso X el Sabio en 1956. Este estudio comienza con una serie de capítulos introductorios que sirven para enmarcar la labor diplomática de don Diego. En ellos, cuenta don Manuel cómo se hallaba tanto España como el resto de Europa en esa época; los personajes que intervinieron en el drama político, en el que tuvo que actuar el murciano; y el argumento central del mismo, que no era otro que la Guerra de los Treinta Años. Después de esa fase introductoria, el autor analiza todas las misiones diplomáticas en las que intervino Saavedra Fajardo, desde sus años de aprendizaje en Italia, hasta las embajadas en Baviera, el Franco Condado y Suiza, pasando por su importante papel, como ministro plenipotenciario, en el Congreso de Münster (1643-1645) y en los inicios de la Paz de Westfalia. Concluye el libro con los dos últimos años de la vida de don Diego en Madrid (1646-1648); con las actuaciones en su papel de Conductor de Embajadores y miembro del Consejo de Castilla y la fama póstuma obtenida con sus escritos.
 
Otra de las iniciativas saavedrianas, realmente llamativa, es el taller conmemorativo para escolares "El Árbol de Saavedra". Se trata de hacer un árbol genealógico. En este taller, además de descubrir quién era Diego Saavedra Fajardo, los niños investigarán los orígenes de sus propias familias. Tomando como referencia el de Saavedra, aprenderemos qué es un árbol genealógico e investigaremos para poder completar el nuestro.

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