Que se lo cuenten a los náufragos

Gallardón: “La inmigración es un fenómeno extraordinariamente positivo”

Lo ha dicho el inmarcesible alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, en un acto público abundantemente difundido por los medios de comunicación: que la inmigración es “un fenómeno extraordinariamente positivo”. Es el mismo discurso que venimos oyendo desde hace años y contra toda evidencia. Pero está bien que los políticos del desorden establecido simplifiquen hasta ese extremo su discurso, porque así se ve con más claridad dónde está cada cuál. En Elmanifiesto.com estamos en el lado opuesto: pensamos que la inmigración es un fenómeno esencialmente negativo, tanto para los inmigrantes como para las sociedades de acogida. Y aquí explicamos por qué. El Informe Verstrynge sobre inmigración

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La inmigración significa que millones de personas se ven obligadas, todos los años, a dejar su mundo para buscar fortuna en otros lugares. ¿Eso es extraordinariamente positivo?
 
Esas personas dejan sus casas porque allí no hay expectativas de vida aceptable: gobiernos corruptos, sistemas políticos generalmente atroces, sistemas sociales caóticos, sistemas económicos en perpetuo colapso… ¿Eso es extraordinariamente positivo?
 
La situación de los países de origen de la inmigración es tan abominable por un cúmulo de razones que pueden atribuirse, a veces, a culpas propias de aquellos países, y a veces, a culpas ajenas. Entre éstas últimas, no poca responsabilidad corresponde al mundo rico, incapaz de asentar sistemas estables de cooperación y, con mucha frecuencia, cómplice de la corrupción. ¿Eso es extraordinariamente positivo?
 
La gente que abandona su país lo hace, muy a menudo, a través de mafias que se lucran con el tráfico humano, quye explotan a los inmigrantes de manera inmisericorde; mafias toleradas por los países de origen y que los países de acogida dejan impunes. ¿Eso es extraordinariamente positivo?
 
En el tránsito a una imposible tierra de promisión, miles de inmigrantes mueren todos los años. Nosotros nos enteramos de los que se ahogan en nuestras aguas, ya sea en las Canarias o en el Estrecho; hay que añadir a la nómina los que mueren en el trayecto de Asia a los países árabes y en otras rutas de inmigración de las que aquí nunca se habla. ¿Eso es extraordinariamente positivo?
 
Los que consiguen llegar se enfrentan a una situación de extraordinaria fragilidad: ilegales en una sociedad extraña, un porcentaje importante de los supervivientes cae de manera inevitable en la prostitución, en la delincuencia, en una existencia marginal. ¿Eso es extraordinariamente positivo?
 
La afluencia de mano de obra precaria, dispuesta a trabajar en cualquier cosa por cualquier precio, es un mal objetivo desde el punto de vista social: es malo para los trabajadores del país de acogida, que ven reducidas sus expectativas salariales, y es malo para los propios inmigrantes, no pocas veces explotados con salarios de miseria y que aceptan esa situación por miedo a que les quiten “los papeles”. ¿Es eso extraordinariamente positivo?
 
La inmigración crea inevitablemente problemas de tipo cultural si los recién llegados no aceptan de inmediato las normas de las sociedades de acogida. Esto es una obviedad que, lamentablemente, en España aún cuesta mucho plantear en público. Sin una pedagogía de deberes y obligaciones, la inmigración se convierte en un factor de fractura social. En España nadie quiere coger ese toro por los cuernos. ¿Es eso extraordinariamente positivo?
 
Alberto Ruiz Gallardón, como la casi totalidad de los políticos españoles, está transmitiendo a la sociedad una imagen deliberadamente falsa del problema de la inmigración. ¿Eso es extraordinariamente positivo?
 
La inmigración, tal y como hoy la conocemos, es un fenómeno esencialmente negativo. Todos podemos estar de acuerdo en que, puesto que el problema existe, hay que buscar la forma más humana de resolverlo. Pero, desde luego, esa solución no pasa por deformar la realidad. Seguir alimentando una imagen falsa de la inmigración es algo que sólo beneficia a la corrupción en los países de origen y a los traficantes de carne, y que perjudica netamente a los inmigrantes y a las sociedades de acogida. Y eso no es “extraordinariamente positivo”.

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